El Cono Sur, en su sentido más restringido, no iba a ser menos y se convertirá en escenario geográfico de lo que se conoce como “Plan Andinia”: una teoría conspirativa tachada de naturaleza antisemita y que vendría a suponer la creación de un nuevo estado hebreo en la Patagonia argentina y chilena. Decimos que se le tilda de corte antisemita pues comienza a divulgarse en 1971 de la mano del profesor de la Universidad de Buenos Aires, Walter Beveraggi; intelectual de amplia ideología ultraderechista.
Sin embargo, el inicio del tema que nos ocupa gira en torno a la figura de Theodore Herzl (1860-1904), escritor judío autor de “El Estado Judío” y considerado el padre del Sionismo político moderno. Para éste, todo pasaba por la necesidad imperiosa de dar solución al “problema judío” creando un nuevo estado y, según sus propias palabras, “… dos países tienen que ser tomados en cuenta: Palestina y Argentina”.
Según parece, éste y otros argumentos cristalizarían en el “Congreso Sionista Internacional” celebrado en Suiza en 1897, si bien hay quien pone en duda que dicho Congreso haya tenido lugar. No obstante, los partidarios de darle credibilidad, exponen que en aquella reunión se trazaron las líneas maestras de lo que sería la colonización de la Patagonia; llevada a cabo a través de la migración en masa y de la compra de grandes extensiones de tierra por parte de la “Jewish Colonization Association” ubicada en Londres.
Cierto o no, en 1904 muere Theodore Herzl y, algo más de cuatro décadas más tarde, tiene lugar la creación del Estado de Israel (1948). Es entonces cuando cabría pensar que esta serie de argumentos concernientes a la colonización de la Patagonia correrían a disiparse, pero nada más lejos de la realidad. Esta teoría se prolonga en el tiempo llegando a nuestros días presentando unos añadidos mas misteriosos si cabe.
En efecto, actualmente existe un sector que piensa y asevera que el Plan Andina pretende crear un desorden económico, social, y hasta militar, que logre la desmembración de la Patagonia de Argentina y Chile; todo ello en connivencia con la actual Presidenta de la República Argentina, Cristina Kirchner, y su homólogo chileno Sebastián Piñera. Aportan todo tipo de datos tales como la presencia en la zona de militares israelíes a lo largo de los años 70 y 80; concretamente, como apuntaron en su día algunos periódicos sudamericanos, en la zona de El Calafate.
Para unos burda e inverosímil, para otros una verdad constatada, todo parece indicar que hay “alimento” suficiente para que esta historia no deje de crecer. Cada día son más los que examinan con lupa las decisiones de los dirigentes políticos esperando confirmar la trama, y los que se aventuran, cámara en mano, a adentrarse en la Patagonia con el pretexto de fotografiar maniobras militares israelíes.
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