Itemu ordenó entonces a su hijo Shu, padre de los amantes y dios del aire y de la luz, que los separara fuera como fuese. Y Shu encontró una forma: separó a sus hijos levantando la cabeza y cuerpo de Nut para que ésta no pudiera volver a acercarse a su hermano. Así Shu, la atmósfera, separa a Nut, el cielo, de Keb, la Tierra.
Pero Nut ya estaba embarazada, así que el enfado de Itemu se hizo aún mayor y prohibió a la diosa dar a luz a su hijo dentro de cualquiera de los 360 días del año.
Pero he aquí que apareció Dyehuty, (Thot para los griegos), dios de la sabiduría y que además poseía control sobre el tiempo, hijo a su vez de Itemu, y quiso ayudar a Nut, a su hermana, por la que sentía gran afecto.
Cuentan que retó entonces Dyehuty a Jonsu, dios de la luna, a un juego en el que el premio para el vencedor era Tiempo. Fué así como logró ganar 5 días para que Nut engendrara a sus hijos, días que como no estaban dentro de los 360, permitían a Nut liberar su vientre sin quebrantar la prohibición de Itemu. Así fue como, fruto de una incestuosa unión, nació Osiris, Horus, Set, Isis y Neftis.
Y así fue como el calendario pasó de 360 días a 365. Y así fue también como, al primer mes de este nuevo calendario egipcio se le dio el nombre de su creador, Dyehuty.
Por su parte, también cuentan que el dios Jonsu quedó tan desfallecido que es por ello por lo que sólo una vez al mes puede brillar con total intensidad. El resto del ciclo lunar lo único que puede hacer es recuperarse poco a poco hasta que nuevamente pueda destacar en el cielo nocturno, cuando aparece como Luna Llena.
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