martes, 1 de octubre de 2019
Nunca Vayas a Parque Chas
Existe en el barrio
de Parque Chas una manzana acotada por las calles Berna, Marsella, La
Haya y Ginebra.
No es posible dar la
vuelta a esa manzana.
Si alguien lo
intenta, aparece en cualquier otro lugar del barrio, por más que
haya observado el método riguroso de girar siempre a la izquierda o
siempre a la derecha.
Muchos
investigadores han intentado la experiencia formando grupos
numerosos. Los resultados han sido desalentadores. A veces sucede que
el paseante sigue en la misma calle aún después de doblar una
esquina.
En 1957, un grupo de
exploradores franceses desembocó inexplicablemente en la estación
de Villa Urquiza.
Urbanistas catalanes
probaron suerte formando dos equipos y partiendo cada uno en
dirección opuesta. En cualquier manzana de la ciudad es fatal que
los grupos se encuentren en la mitad del recorrido. Pero en este
lugar no sucede tal cosa y hasta se han dado casos en que un equipo
alcanza al otro por detrás.
Los más pertinaces
han realizado excursiones a través de los fondos de las casas, con
el resultado de aparecer siempre dejando a sus espaldas calles que no
habían cruzado jamás.
En estas
experiencias se descubrió que muchos vecinos son incapaces de
indicar en qué calle viven. Asimismo existen casas que no dan a
ninguna calle. Sus habitantes se alimentan de sus propios cultivos o
de lo que generosamente les pasan por sobre las medianeras.
Los taxistas afirman
que ningún camino conduce a la esquina de Ávalos y Cádiz y que por
lo tanto es imposible llegar a ese lugar.
En realidad,
conviene no acercarse nunca a Parque Chas.
"Perdidos en
Parque Chas es la crónica de una frustrada noche de garufa"
Mandeb y sus amigos
fueron invitados a un baile en la calle Bucarest.
Desdeñando las
advertencias de los hombres sabios, se internaron en el barrio sin
salida.
Y ya se sabe lo que
ocurre en Parque Chas: uno se pierde irremediablemente. Vale la pena
transcribir unas líneas. "A eso de las doce, llegamos a la
misma cigarrería. Ya era la quinta vez.
Como en las otras
ocasiones, interrogamos al viejo que atendía. Sus indicaciones
fueron nuevamente distintas. Loco de furor, salté sobre el mostrador
y comencé a estrangularlo.
-Viejo
mentiroso...¿cuál es la calle Bucarest? ¿Cómo se sale de este
infierno?
El anciano acabó
por confesar que no lo sabía. Muy compungido admitió que él mismo
había desembocado en Parque Chas en 1939. No habiendo podido salir
de allí, se resignó a instalar un quiosco, gracias al cual
sobrevivía, aunque abrigaba el secreto anhelo de volver a Villa
Crespo, barrio del que nunca debió salir."
Este capítulo
finaliza con la providencial intervención de un taximetrero, quien
si bien no acertó a llevarlos a la calle Bucarest, por lo menos los
sacó -después de varias horas- a la Avenida de los Incas".
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