Atención Por Favor.

Ante todo nos dirigimos y agradecemos a todos por la ayuda que nos dan con este blog ya sean seguidores, oyentes del programa de radio y por sobre todo a todos aquellos propietarios de webs, blogs, libros y todos los lugares donde han obtenidos la información y nos han acercado a nuestro mail para que podamos publicarlas en este humilde blog, para que todas las semanas desde hace ya 7 años podamos compartir en dos emisiones las tantas historias, enigmas y misterios del universo que se van pasando de generación en generación y así reflejar esas viejas leyendas, historias, enigmas y misterios que de niños oímos mas de una vez y que nos asustaban en algunos casos como también en otras nos enseñaban a valorar y respetar esas narraciones.

Desde ya les agradezco a todos y pido disculpas si no se agrega la fuente por que muchos correos no la poseen y para no cometer errores no se agrega pero en este pequeño equipo estamos muy agradecidos para con todos. Muchísimas Gracias a todos en general por su valiosa información y por su cordial atención.

Equipo Infinito.



viernes, 25 de diciembre de 2020

Feliz Navidad Para Todos....

 


Este a sido un año muy difícil y complicado para todos los habitantes de este hermoso planeta. Por eso quiero pedir que a la hora de brindar levantemos la copa y reflexionemos un poco por aquellos que ya no están y disfrutemos cuidando a los familiares que tenemos para que este virus no siga llevándose gente querida y amada.

A todos los seguidores les deseo una Feliz Nochebuena y una maravillosa Navidad.

viernes, 11 de diciembre de 2020

María Julia Jahenny


(1850-1941)

Maria fue una estigmatizada muy lonjeba, nacida en La Fraudáis, cerca de Baláin, en el Departamento del Bajo Loira en Francia; Tuvo en alto grado el don de profecía, que se manifestó principalmente en sus visiones sobre los últimos tiempos y la venida del anticristo.

"Vendrán tres días de grandes tinieblas. Las velas de cera bendita iluminarán durante estas tinieblas horrorosas. Una vela durará los tres días, pero en las casas de los impíos no arderán. Durante esos tres días los demonios aparecerán en formas horribles y abominables y harán resonar el aire con espantosas blasfemias. Los rayos y centellas penetrarán en las casas, pero no apagarán la luz de las velas benditas los vientos, tormentas y terremotos". . . "las tres cuartas partes de la humanidad serán aniquiladas. El castigo será mundial".

Revelaciones recibidas de la virgen "Si, hijos míos, en estos últimos tiempos, aunque todavía ellos están alejados del fin que se llama fin de los fines de la Tierra, es decir, el fin de toda existencia mortal, comprendedme bien, en estos últimos tiempos la Tierra será testigo de grandes y espectaculares prodigios, sobre todo en el Cielo. Habrá manejos impíos, falsos cristos bajo capa de piedad se van introduciendo en la Iglesia",

En estas manifestaciones se marca la diferencia entre los últimos tiempos y el fin del mundo, asimismo se insiste en ese castigo a la humanidad mediante el cual el mundo quedará purificado de su pecado.

Remedios naturales y sobrenaaturales revelados a Marie Jahenny por Jesus y S. Virgen para usar contra las calamidades que amenazan el mundo.


1. Los tres días de tinieblas. (27/05/1880) "Solo las velas bendecidas lucirán. Una de estas velas bastará para cada hogar durante los tres días de tinieblas. No lucirán en las casas de los impíos y blasfemos"


2. Plagas mortales. El único remedio para protegernos será: "Tragar un pedacito de papel muy fino en el que ponga: ¡Oh! Jesús, vencedor de la muerte; sálvanos, O Crux Ave"


3. Para los animales. "Se les pondrá al cuello una medalla de San Benito" (La Virgen advirtió a todos que llevaran una medalla de San Benito - Nuestra Señora de las Rosas, María, la ayuda de las madres.)


4. Durante el período de grandes calamidades: Terremotos, guerras, inundaciones, etc. "Recitar la siguiente oración a la Santa Cruz: "Yo te alabo, te adoro, te abrazo, ¡Oh! adorable Cruz de mi Salvador. Protégenos, guárdanos, sálvanos. Jesús te amó tanto, que por su ejemplo, te amo yo. Por su santa imagen, calma mis temores y que sienta sólo paz y confianza".


5. Grandes tormentas: "Deberá recitarse la siguiente oración a la Cruz, revelada por Nuestro Señor: "¡Oh! Crux Ave, spea unica "et Verbum caro factum est". ¡Oh! Jesús, vencedor de la muerte, sálvanos"


6. Guerras y revoluciones: "Nuestro Señor le reveló durante un éxtasis: "Para disipar todo miedo y terror, os colocaréis sobre la frente una medalla o estampa bendecida de María Inmaculada. Vuestro espíritu estará en paz. Vuestro corazón no temerá el terror de los hombres. Vuestro espíritu no sentirá los efectos de mi gran justicia"


7. Enfermedades desconocidas: (Recibido durante un éxtasis). "Una medalla de mi Divino Corazón; una medalla que lleve mi Cruz Adorable. Meteréis ambas medallas en un vaso con agua - tanto de cartón como de metal -. Beberéis ese agua que ha sido doblemente bendecida y purificada. Una sola gota en vuestra comida; una gota bastará para eliminar, no ya la plaga, sino el flagelo de mi Justicia. (La medalla milagrosa, por sí misma, reúne las condiciones necesarias). Daréis una gota de este agua a las pobres almas que hayan sufrido el flagelo de enfermedades desconocidas; las que atacan al corazón, al espíritu y a la palabra"


8. Enfermedades diversas: "Para usar en infusión: La hierba de San Juan (Glechoma hederacea) (enredadera de exterior en árboles); especialmente para estados graves y para los dolores en el pecho y jaquecas intensas. El espino (Caetagus oxyacantha) para usar en caso de cólera (que será frecuente y estará muy extendido). Ver abajo la forma de usarla según las indicaciones de la Santísima Virgen. Para fiebres desconocidas: será eficaz la humilde VIOLETA (Viola odorata), el perfume y la virtud de la humildad"


9. Epidemias y epizoóticas: (14/05/1880). "El Señor concede al gran San Benito el poder de aliviar la gran calamidad. Una procesión fervorosa de la imagen, sin miedo ni temor, puede detener esta calamidad"


10. Fuego terreno y celestial: (23/02/1938). "El Sagrado Corazón de Jesús: "El calor será terrible... al hacer la señal de la Cruz con agua bendita se reducirá el calor y se alejarán las chispas. Besaréis cinco veces pequeñas cruces con indulgencias... pequeñas cruces colocadas sobre las cinco llagas de Jesús Crucificado en una imagen sagrada. Tal protección beneficiará a las almas de pobres pecadores que invoquen a mi Madre Inmaculada, Madre de la Salvación, Refugio y Reconciliación de los pecadores".


11. Objetos protectores: (La Santísima Virgen): "Tened siempre a mano vuestros objetos protectores: vuestras velas bendecidas, vuestras medallas, vuestras estampas y objetos sagrados de donde fluyen todas las gracias". * Dice la Santísima Virgen (15/04/1900): "Hijitos míos: es la fe, es la confianza la más preciada de todas las oraciones y la que más obtiene".


12. Refugios: Revelacion deI Divino Corazón de Jesús a Marie-Julie: "Queridos míos: hay tres refugios (para el tiempo de la tribulación): Mi Divino Corazón, mi Divina Cruz y mi querida Inmaculada Madre". "Santa Ana le dijo lo mismo a Marie-Julie el 26/07/1923: "Tendréis varios refugios a la hora del castigo: La Cruz, el Adorable Divino Corazón y el Corazón Virginal de mi Hija Inmaculada".


13. Forma de usar el espino según indicaciones de nuestra señora: (05/08/1880): "Habrá una grave enfermedad que la ciencia humana no podrá aliviar. Esta enfermedad atacará primero al corazón; luego al espíritu, y al mismo tiempo a la lengua. Será horrible. El calor que la acompañará será un fuego devorador insoportable y tan intenso que los miembros del cuerpo afectados se pondrán rojos, un rojo feroz e insoportable. Después de siete días, esta enfermedad que habrá sido sembrada como la semilla en el campo (periodo de incubación) se extenderá rápidamente por todas partes, haciendo grandes progresos". * Hijos míos, solo hay UN remedio que podría salvaros. Conocéis el espino que crece en casi todos los setos. Las hojas del espino (no las ramas) pueden detener el avance de esta enfermedad". Recogeréis las hojas (no las ramas). Aunque secas, conservarán su eficacia. Las pondréis en agua hirviendo y las dejaréis a remojo unos 14 minutos, cubriendo el recipiente para que no se vaya el vapor. Al comienzo de esta enfermedad deberá usarse este remedio tres veces al día. Esta enfermedad producirá continuos vómitos y náuseas. Si el remedio se toma demasiado tarde, la parte del cuerpo afectada se pondrá negra, y en lo negro aparecerá una especie de raya pálida y amarilla.

Las Profecías De Song Ha


Un antiguo libro de profecías recién rescatado y reeditado en Corea del Sur pronostica que la tensión causada por el programa armamentista nuclear del régimen de Kim Jong II desembocará en una guerra atómica en el año 2007.

"Las profecías de Song Ha" revisa las predicciones de un sabio nacido en 1845, del que se desconoce su verdadero nombre y es recordado por su apodo Song Ha, y está interpretado por Hwang Byong Duk, doctor en ciencias políticas y especialista en asuntos intercoreanos.

Los vaticinios para el periodo entre 2003 y 2010 presentan un panorama realmente pesimista para todo el mundo, pero en particular para la península coreana, en la que, según la profecía, estallará una guerra nuclear en 2007 entre EEUU y Corea del Norte.

El autor del escrito era un especialista de la última dinastía coreana de Chosun y el libro describe en unas 2.800 palabras en ideogramas chinos las predicciones sobre los acontecimientos de 120 años, desde finales de la dinastía hasta 2015.

Según la interpretación del libro, las claves que rigen los próximos años entre 2003 y 2010 son la "puerta del norte" (Corea del Norte) y el tema "nuclear", lo que significa que el sabio previó la crisis nuclear norcoreana.

El término "nuclear" aparece por primera vez en el libro para definir el año 1945, cuando EEUU puso fin a la II Guerra Mundial con los bombardeos atómicos a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

El mismo término es también empleado para pronosticar una guerra en 2007 entre EEUU y Corea del Norte como desenlace a la crisis nuclear, y para otra guerra hegemónica en 2010 con armas nucleares que enfrentará a EEUU y China.

El libro pronosticó con certeza la división que abriría en el mundo occidental la guerra de Irak y el enfrentamiento entre EEUU, Francia y Alemania.

También se habla de las amenazas a la seguridad nacional surcoreana durante 2003, hasta que EEUU plantee el próximo año atacar los centros nucleares norcoreanos.

Song Ha hace alusión al fracaso de la reelección en 2004 del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, para su segundo mandato y a su asesinato.

Este incidente endurecerá aún más la política exterior estadounidense, tras lo cual se prevén enfrentamientos militares esporádicos entre EEUU y Corea del Norte hasta 2006.

En la península coreana se produciría a partir de 2006 un masivo éxodo de refugiados norcoreanos hacia el país vecino, y en 2007 EEEUUU iniciará una guerra nuclear contra Corea del Norte después de haber retirado sus tropas de la península.

La guerra provocaría la caída del régimen comunista norcoreano con la muerte de su líder, Kim Jong II, lo que abriría el proceso de unificación de las dos Coreas.

China, por su parte, adoptaría a partir de 2005 una política ofensiva para frenar la política hegemónica de EEEUUU en el Noreste de Asia, lo que daría lugar a un enfrentamiento nuclear en 2010 entre ambos países.

Para evitar un cataclismo nuclear en la península, el libro aconseja al Gobierno surcoreano acabar con la diplomacia partidista basada en la alianza con un determinado país, y en su lugar pide una diplomacia nEEUUtral, equilibrada y armonizada con las cuatro potencias de la zona, EEUU, China, Japón y Rusia.

Pese a todo, el libro pronostica una época de prosperidad para la península coreana a partir de 2011.

El profesor Hwang Byong Duk ha puesto de manifiesto que la certeza con la que el autor profético abordó los hechos ya acontecidos fue uno de los motivos que le animaron a interpretar este libro.

El texto, de la editorial Kunsup, adivinó entre otros la guerra de Corea de 1950 a 1953, la caída de la URSS y la histórica cumbre de 2000 entre el entonces presidente surcoreano, Kim Dae Jung, y el líder e hijo del fundador del régimen comunista norteño, Kim Jong II.

 También adivinó los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en EEUU, mediante frases como "un edificio grande de EEUU se tiñe de rojo" y "la Casa Blanca o el Pentágono serán atacados por el enemigo".

El profesor Hwang espera que el libro sirva para prevenir la actual crisis nuclear norcoreana y evitar las futuras catástrofes en la península.

Las 9 Declaraciones Satánicas


Las nueve declaraciones Satánicas son las bases principales por las que se guían los practicantes de esta religión, funcionando todos ellos a modo de mandamientos a seguir y al mismo tiempo, los motivos de la existencia de Satán y su función o representación en el mundo.

Aclarando que sólo se rige estos mandamientos o declaraciones Satánicas en la iglesia de Satán fundada por el ocultista norteamericano Anton LaVey, donde se establece atravez de la Biblia Satánica de 1970 y la utilizan mayormente los Satanistas LaVeyanos.

A continuación las 9 declaraciones Satánicas con una breve explicación.

Las nueve declaraciones Satánicas son las siguientes, acompañadas de una pequeña explicación:

1. ¡Satán representa complacencia, en lugar de abstinencia!

- Esto se refiere a que la creencia del satanista no se basa en los sueños de la vida perfecta y "libre de pecados" ya que la abstinencia producto del temor a pecar no es un concepto válido para el satanista. El satanista no cree en castigos divinos y vive la vida a su manera, por convicción una vida plena y feliz, aceptando el materialismo.

2. ¡Satán representa la existencia vital, en lugar de sueños espirituales!

- En este caso se habla de que Satán (que es considerado como la energía interna de uno mismo) y lo que representa el satanismo es la vida real, con los 2 pies sobre la Tierra, sin caer en el concepto de la futura vida espiritual, lo mismo que ocurre con el primer caso, el satanista no le teme al castigo de un dios malvado en una vida post-mortem por lo que disfruta de la vida actual que posee (lo mismo que el primer caso, aprovechando los bienes materiales)

3. ¡Satán representa la sabiduría perfecta, en lugar del auto engaño hipócrita!

- El satanista no se engaña con los conceptos de la vida terrenal es propiedad de un dios, no hace cosas por complacerle sino por complacerse a si mismo.

4. ¡Satán representa amabilidad hacia quienes la merecen, en lugar del amor malgastado en ingratos!

- Esto es un concepto muy comun de moralidad, el que no te respete que no sea respetado, y punto. No te ocuparas en predicarle al que piense diferente para hacerlo pertenecer a un grupo en particular.

5. ¡Satán representa la venganza, en lugar de ofrecer la otra mejilla!

- El que ofende debe ser ofendido, de esta manera en lugar de dejar ser abofeteado como idiota , como indica la religion cristiana, el satanista no debe dejarse pisotear. Debe defederse de sus enemigos con el mayor rigor posible

6. ¡Satán representa responsabilidad para el responsable, en lugar de preocuparse por vampiros psíquicos!

- Aquel que comete una falta debe ser castigado, pero con un castigo real, no un castigo por parte de un dios que nadie conoce, y ser perdonado en esta vida. Responsabilidad para el responsable. De la misma manera para aquel que se debe hacer cargo de algo. No debe depositar sus pensamientos en "soluciones milagrosas" sino que debe ocuparse de lo que debe

7. ¡Satán representa al hombre como otro animal, algunas veces mejor, la mayoría de las veces peor que aquellos que caminan en cuarto patas, el cual, por causa de su "divino desarrollo intelectual" se ha convertido en el animal más vicioso de todos!

- En esto se refiere a que el hombre a causa de los propios males que causa se comporta peor que un animal. Sus vicios de poder y dominacion lo han llevado a la extincion de muchas criaturas, a producir guerras, genocidios, violaciones, etc. Es en parte una ironia al fundamentalismo cristiano que dice extritamente que el hombre NO es un animal sino que ha sido concebido a "imagen y semejanza de dios"

8. ¡Satán representa todos los llamados "pecados", mientras lleven a la gratificación física, mental o emocional!

- Los llamados pecados en la Biblia son necesarios para que el ser humano pueda progresar en la vida, o al menos en las sociedades actuales. Un hombre ambicioso podrá progresar. Un hombre que recaiga ante la gula, al poseer soberbia sera capaz de ponerse en forma. La envidia y la avaricia ayudaran a su crecimiento profesional tambien. La pereza parecera mala, pero gracias a ella el hombre puede descansar y fortalecer su crecimiento físico y mental.

9. ¡Satán ha sido el mejor amigo que la Iglesia siempre ha tenido, ya que la ha mantenido en el negocio todos estos años!

- Este último no merece casi explicación. Desde tiempos muy antiguos de la iglesia católica, siempre ha usado la imagen del "diablo" como el enemigo público número uno, haciendo temer a los pobres tontos con el castigo eterno a pasar una eternidad con Satanás. A sufrir si incumplen con los mandamientos de dios , etc. En fin, la única forma de controlar a las masas que encontraron, porque si les hubieran dicho que luego de morir no pasaba nada o "todos iban con dios" nadie hubiese seguido a esa religión de asesinos y genocidas que aun hoy en día continua con ese saqueo espiritual del hombre.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

El Manicomio De Mérida


En la ciudad de Caracas - Venezuela, vivía hace un tiempo un joven periodista, el cual trabajaba haciendo reportajes para un periódico, el joven llamado Carlos, de 32 años, tenía una familia muy unida, una esposa y su única hija de 7 años de edad.

Carlos estaba cansado porque su jefe siempre le mandaba a que hiciera reportajes aburridos y sin ningún tipo de acción. Un día su jefe lo llamó y le dijo que tenía que hacer un reportaje en la ciudad de Mérida sobre una agencia de turismo cultural; Carlos al darse cuenta de que era otro de los reportajes aburridos que siempre le mandaban le comentó a su jefe que existía un manicomio abandonado allá mismo en Mérida y que según la gente, actualmente se estaba utilizando para almacenar drogas para luego venderlas, así que le dijo que si podía hacer un reportaje sobre eso en vez de hacerlo sobre la agencia de turismo. El jefe se quedo pensándolo un instante y accedió a que Carlos fuera a Mérida e hiciera el reportaje del manicomio.

Esa tarde Carlos llegó a su casa, saludó a su mujer y a su hija y mientras almorzaban les comentó que tenía que ir a Mérida a hacer un reportaje, pero Carlos no les dijo que era sobre un manicomio porque sabía que no estarían de acuerdo, así que les dijo que era sobre una agencia de turismo y que volvería en menos de una semana. Esa misma tarde, Carlos empacó su maleta, agarro sus cosas y se despidió de su hija y de su mujer la cual antes de que él se fuera le regalo una grabadora muy pequeña que cabía en la palma de su mano, Carlos la guardó en su bolsillo y tomó las llaves del carro para partir hacia Mérida.

En el camino hacia la ciudad andina todo parecía normal, Carlos iba a una velocidad media muy tranquilo, se hizo de noche ya eran las 7:00 pm. y Carlos ya iba a llegar a hospedarse para a la mañana siguiente ir a investigar. Lamentablemente antes de que Carlos llegara al hotel tenía que pasar por el manicomio ya que era la única vía para llegar hasta el lugar de hospedaje, así ocurrió, mientras pasaba por el frente del manicomio su auto tuvo una falla y se apagó, el vio que no había nadie a su alrededor porque era de noche, se percató de que no venía ningún carro y se bajo de su auto a ver que sucedía, él abrió la parte de adelante del automóvil donde se encuentra el motor y las otras maquinas del auto para revisar si había alguna falla, al hacer esto de la nada apreció un autobús que se dirigía frente a él a mucha velocidad, Carlos no encontraba que hacer, así que decidió ir adentro del auto a tocar corneta, así lo hizo, entró al auto e intento tocar corneta pero el autobús no se detenía, Carlos hizo cambio de luces pero no había forma de que se detuviera, lo único que Carlos pudo ver es que el autobús al parecer se conducía solo, después de esto Carlos vio una luz blanca y despertó a la mañana siguiente tirado en la acera frente al manicomio, se levantó y decidió tocar a ver si había alguien y de una vez poder investigar algo, al tocar salio una doctora y lo invitó a pasar, el accedió y entró a conversar con ella, le preguntó si ella sabía algo sobre si en ese manicomio guardaban drogas y ella respondió que no, seguido de esto Carlos le comentó que no tenía donde pasar la noche y la doctora le dijo que podía quedarse allí ya que tenían un cuarto vacío, como no tenía otra opción aceptó.

En la noche le tocó dormir en un cuarto junto con otro señor de mayor edad, el cual le decía que se fuera que no se quedara, Carlos no entendía el porqué de esto así que no le prestó atención, al intentar dormir él escucho muchos gritos de torturas pero al final pudo descansar.

A la mañana siguiente Carlos se disponía a irse y cuando quiso hacerlo la doctora le dijo que se podía quedar más tiempo y así conversaban más. Llegó la noche y Carlos aún estaba allí, mientras todos dormían intento salir y no pudo porque la puerta estaba cerrada así que volvió a pasar la noche allí. en la mañana del otro día pudo observar a los locos corriendo y algunos subían al techo y se suicidaban y el notaba de que nadie hacía nada por detenerlos, desde ese momento se dio cuenta de que algo andaba mal.

Carlos pasó varias noches en el manicomio por la misma razón que había pasado la segunda noche (le dijeron que se quedara más tiempo y cerraron la puerta), durante ese tiempo el notó muchas cosas, notó que el viejo con quien el compartía el cuarto todas las noches se lo llevaban a tortura y lo sometían a electricidad, Carlos intentó salir pero no había forma, hasta que una noche lo buscaron a él y lo llevaron a tortura con electricidad (electromagnetos cerebrales) y desde esa vez todas las noches le hacían lo mismo, él no sabía que hacer ni como salir de ese lugar, decidió llamar a su mujer desde el teléfono del manicomio para avisarle mientras todos dormían, logro hacerlo entrando a la cocina y cuando llamó contestó su mujer y el le dijo: Mi amor! cómo estás? soy Carlos, tu esposo, estoy en Mérida pero aquí suceden cosas muy extrañas y yo quiero regresar y no puedo hacerlo necesito ayuda! Estoy en el manicomio abandonado. La mujer le contestó: Señor deje de bromear! mi esposo murió hace dos semanas. Carlos se quedo mudo por un segundo y en ese momento llegó la doctora y él tuvo que trancar. Allí fue cuando la doctora le dijo que nunca podría salir de allí, que el estaba muerto y que ese era un manicomio de torturas para los que ya habían fallecido.

Desde ese momento nadie nunca más volvió a saber mas de Carlos y nadie se atrevió a ir a ese manicomio a investigar nada. Se dice que todo el que pasa por el frente de ese lugar de noche escucha gritos de dolor y lamentos.

El Payaso


Un hombre (padre de familia) decidió construir una casa para poder vivir en ella durante todo el año junto con su familia, su mujer y sus ocho hijos, así hizo una enorme mansión preciosa que era la envidia de todo el pueblo.

La familia se traslado a vivir allí en el momento en que el pintor dio la última pincelada, decoraron la casa a su gusto y colocaron un cuadro que habían comprado de regalo de cumpleaños a una de sus hijas en el salón, el cuadro mostraba un payaso visto de cintura para arriba que tenia los dedos de las manos estiradas, les gustaba mucho y además había sido muy barato.

Cuando llevaban unos pocos días viviendo allí Cloe (que así se llamaba la esposa) fue a despertar a una de sus hijas que dormía sola en una habitación cuando vio que estaba muerta, Cloe dio un chillido e histérica fue a llamar a su marido y le exigió que se debían marchar de allí en el acto, que no le gustaba la casa y que estaban ocurriendo cosas muy extrañas, ya que el payaso del cuadro había bajado un dedo con lo cual ahora solo mostraba nueve (de esto ella no se dio cuenta). El hombre la tranquilizó y consiguió que se quedara tranquila en la casa.

Dos días después misteriosamente uno de los hijos adolescentes se estrello con la moto y falleció, la mujer volvió a exigir marcharse de la casa pero se quedaron.

Y así fueron pasando los días y cada poco moría un hijo, Cloe se empezaba a volver loca, de ocho hijos que habían tenido solo les quedaban cinco, sin embargo su marido pensaba que era mala suerte, Cloe decidió que al día siguiente se marcharía de la casa con sus hijos y dejaría allí a su marido.

A la mañana siguiente Cloe estaba muerta. El hombre se dio cuenta de que eso ya era demasiada coincidencia y se fijo entonces de casualidad en el cuadro y vio que ahora solo mostraba para arriba seis dedos y decidió investigar acerca de él.

Al siguiente día los gemelos aparecieron a las orillas del río al parecer ahogados, el payaso mostraba ahora cuatro dedos, ese mismo día murió también otra de las hijas por una sobredosis de droga, según las autopsias determinaron, pero el hombre sabía que eso era obra del payaso y vio que había bajado otro dedo.

Juró por su vida que protegería a los dos niños que le quedaban, uno de 2 años y otro de 6, pero por mucho que jurara y perjurara no conseguiría nunca que esas desgracias parasen pues cinco días después murió al menor de los niños y el payaso ya solo mostraba dos dedos.

Una semana después murieron los dos padre e hijo en un incendio que destrozó la casa, dicen que el cuadro se salvó y lo cierto es que todas las familias que han poseído un cuadro con dichas características han fallecido todos sus miembros.

La Misa Negra


Ningún elemento ha sido asociado con  el Satanismo tanto como la misa negra - Según Anton LaVey-. El decir  que la más blasfema de todas las ceremonias  religiosas no es mas que una invención literaria es, de  hecho, una afirmación que necesita evaluarse .pero  nada podría ser mas cierto.

El concepto popular de la misa negra es el  siguiente: Un sacerdote excomulgado se halla ante un  altar que consiste en una mujer desnuda, sus piernas  abiertas de par en par y su vagina expuesta,  sosteniendo con cada uno de sus puños cerrados una  vela negra hecha de la grasa de niños sin bautizar y  reposando sobre su vientre un cáliz que contiene la  orina (o la sangre) de una prostituta. Sobre el altar  cuelga una cruz invertida, y hostias triangulares  hechas de pan quemado o de nabo ahumado son  bendecidas metódicamente a medida que el sacerdote  las unge obedientemente deslizándolas dentro y fuera  de los genitales de la mujer que sirve de altar. A  continuación, se nos dice, se hace una invocación a  Satán y a varios demonios, seguida por una cantidad  impresionante de oraciones o salmos cantados al  revés o repletos de obscenidades intercaladas... todo  ello realizado dentro de los confines de un  pentagrama .protector. trazado en el suelo. Si el  Diablo aparece, lo hace invariablemente bajo la forma  de un hombre bastante deseoso que sobre sus  hombros porta la cabeza de un chivo negro. A  continuación sigue un popurri de flagelaciones,  quema de libros de oración, cunnilingus, felaciones, y  besuqueo general de cuartos traseros .todo hecho  teniendo como trasfondo recitaciones obscenos de la  Sagrada Biblia y expectoraciones continuas bastante  audibles sobre la cruz! Si durante el ritual puede  sacrificarse un bebé, tanto mejor; porque como todo  el mundo sabe, éste es el deporte favorito del  Satanista!

Si esto suena repugnante, entonces es fácil  entender el éxito que tuvieron los reportes sobre misas  negras en mantener a los fieles devotos en el seno de  la iglesia. Ninguna persona .decente., al enterarse de  tales blasfemias, podría dejar de tomar partido por los  inquisidores. Los propagandistas de la iglesia hicieron  bien su trabajo, informando al público a su debido  tiempo de las herejías y actos horrendos de los  paganos, cátaros, bogomilos, templarios y muchos  otros quienes, debido a sus filosofías dualistas y su  .a veces. lógica Satánica, tenían que ser  erradicados.

Las historias de niños sin bautizar que eran  robados por Satanistas para utilizarlos en su misa no  sólo fueron métodos de propaganda bastante  efectivos, sino que también proveyeron a la Iglesia de  una fuente constante de ingresos, mediante  contribuciones de los feligreses por concepto de  bautismos, cuando las preocupadas familias corrían a  bautizar sus hijos para que no se los llevaran.  Ninguna madre cristiana, al escuchar de los  diabólicos secuestros, se abstendría de bautizar a sus  hijos, y mientras más rápido, mejor.  Otra faceta de la naturaleza del hombre quedaba  patente en el hecho que el escritor o artista de  pensamientos lascivos podía ejercitar sus preferencias  más obscenas al retratar las actividades de los  herejes. El censor que vigila toda la pornografía para  saber de qué tiene que advertir y proteger a otros es el  equivalente moderno del cronista medieval de los  actos obscenos de los Satanistas (y por supuesto, sus  equivalentes periodísticas modernas). Se cree que la  más completa biblioteca de pornografía del mundo ¡es  propiedad del Vaticano!

El besar el trasero del Diablo durante la misa  negra tradicional es fácilmente reconocible como el  antecesor del término moderno utilizado para  describir a quien obtiene algún beneficio material  halagando el ego de otro. Como todas las ceremonias  Satánicas se realizaban teniendo como objetivo cosas  reales y materiales, el oscularum infame, (o beso de  la vergüenza) era considerado un requisito simbólico  para el éxito terrenal, más que espiritual.

La creencia popular es que siempre se ha llamado  misa negra a la ceremonia o servicio Satánico. Una  misa negra no es la ceremonia mágica practicada por  Satanistas. El Satanista sólo hará uso de una misa  negra como una forma de psicodrama. Además, una  misa negra no implica necesariamente que quienes la  lleven a cabo sean Satanistas. Una misa negra es  básicamente una parodia del servicio religioso de la  Iglesia Católica Romana, pero puede ser aplicada  libremente como sátira a cualquier ceremonia  religiosa.

Para el Satanista, la misa negra, en su blasfemia  de ritos ortodoxos, no es más que una redundancia.  Los servicios de todas las religiones establecidas son  en realidad parodias de antiguos rituales celebrados  antaño por los adoradores de la tierra y la carne. En  un intento de desexualizar y deshumanizar las  creencias paganas, los responsables de las creencias  espirituales posteriores encubrieron el significado  verdadero que había tras los rituales bajo blandos  eufemismos que hoy se tienen por .misa verdadera..  Aún si el Satanista fuera a pasársela celebrando una  misa negra cada noche, no sería una parodia más  grave que la del piadoso feligrés que asiste  compulsivamente a su propia .misa negra. .su  burla de los honestos y emotivos ritos de la  antigüedad pagana.

Cualquier ceremonia considerada una misa negra  debe ser ofensivo, indecente y ultrajante, ya que esta  parece ser la medida de su éxito. En la Edad Media,  blasfemar contra la santa iglesia era algo indecente.  Sin embargo, la Iglesia no presenta hoy en día la  imponente imagen que tenía durante la Inquisición.  La misa negra tradicional ya no es el espectáculo  ultrajante que una vez fue para el diletante o  sacerdote excomulgado. Si el Satanista desea crear un  ritual con propósitos de psicodrama para blasfemar  una institución aceptada, será cuidadoso al escoger  una a la que no esté de moda parodiar. De esta  manera, estará parándose sobre una vaca sagrada.  Hoy en día, una misa negra consistiría en  blasfemar temas tan .sagrados. como el misticismo  oriental, la psiquiatría, el movimiento psicodélico, el  neoliberalismo, etc. Se defendería el patriotismo, las  drogas y sus gurús serían vapuleados, se deificaría a  los militantes aculturales, y podría dársele un  empujón Satánico a la decadencia de las teologías  eclesiásticas.

El magus Satánico siempre ha sido el catalizador  de la dicotomía necesaria para modelar las creencias  populares, y en este caso una ceremonia de la misma  naturaleza que una misa negra puede servir para un  propósito mágico de largo alcance.

En el año 1666, ocurrieron en Francia ciertos  acontecimientos bastantes interesantes. Al fallecer  François Mansart, el arquitecto del trapezoide, cuya  teoría geométrica se convertiría en el prototipo de la  casa encantada, se construía, según sus planos, el  Palacio de Versalles. La última de las glamorosas  sacerdotisas de Satán, Jeanne-Marie Bouvier  (Madame Guyon) iba a ser superada por una astuta,  oportunista e implacable mujer de negocios llamada  Catherine Deshayes, también conocida como  LaVoisin. Aquí había una cosmetóloga que, mientras  practicaba abortos y vendía los más efectivos venenos  a damas deseosas de librarse de sus maridos o  amantes, encontró en los espeluznantes relatos de las  .messes noir. una genial idea capitalizadora.  Seria correcto decir que 1666 fue el año de la  primera misa negra .comercial.. En la región al sur  de St. Denis, conocida hoy como LaGarenne,  LaVoisin compró una inmensa mansión flanqueada  por altos muros, adecuándola con despensas, celdas,  laboratorios y... una capilla. Para la realeza y otros  diletantes menores, pronto sería de rigueur asistir y  participar en el mismo tipo de servicio previamente  mencionado en este capitulo. El fraude organizado  perpetrado en éstas ceremonias ha quedado marcado  en la historia de manera indeleble como la .verdadera  misa negra..

Cuando LaVoisin fue arrestada el 13 de Marzo de  1679 (en la Iglesia de Nuestra Señora de las Buenas  Nuevas, para más señas) la suerte estaba echada. Las  actividades degradadas de LaVoisin habían sofocado  la majestad del Satanismo para mucho rato.  La siguiente moda del .Satanismo por juego y  diversión. apareció en Inglaterra a mediados del siglo  XVIII en la forma de la Orden de los Franciscanos de  Medmanham de Sir Francis Dashwood, conocido  popularmente como el Club del Fuego del Infierno o  Hell-Fire Club16. Mientras eliminaba la sangre y las  velas hechas de grasa de niño de las misas del siglo  anterior, Sir Francis se las arregló para conducir  rituales repletos de buena y pícara diversión, y  ciertamente proveyó a muchas de las luminarias de la  época con una variante inofensiva y colorida de  psicodrama. Una actividad palalela bastante  interesante de Sir Francis, que nos puede dar una idea  del ambiente y calidad del Club del Fuego del  16 Los Hell-Fire Clubs o Clubes del Fuego del Infierno era un nombre  genérico que se aplicaba a varios grupos conformados por miembros de las  clases privilegiadas de Irlanda e Inglaterra durante los siglos XVII y XVIII.

(Para mayor información, ver Apéndice I)

Infierno, era el llamado Club Dilettante17, del cual Sir  Francis era fundador.  Sería el siglo XIX el que trajo consigo un  encubrimiento del Satanismo, llevado a cabo por los  débiles intentos de magos .blancos. tratando de  practicar magia .negra.. Este fue un período muy  paradójico para el Satanismo, con escritores tales  como Baudelaire y Huysemans quienes, a pesar de su  obsesión aparente con el mal, parecían buenas  personas. A ojos del público, el Diablo desarrolló su  personalidad Luciferina, y evolucionó gradualmente  hasta convertirse en un caballero de salón. Esta fue la  era de los .expertos. en las artes negras, tales como  Eliphas Levi e innumerables médiums quienes, con  sus espíritus y demonios cuidadosamente amarrados,  lograron atar las mentes de muchas personas que  hasta el día de hoy se llaman a sí mismos  ¡parapsicólogos!.

En cuanto al Satanismo, lo más cercano que hubo  fueron los ritos neopaganos llevados a cabo por la  Orden Hermética del Alba de Oro (Hermetic Order  of the Golden Dawn)18 y después por dos órdenes  fundadas por Aleister Crowley, la Orden de la  Estrella Plateada (A.·. A.·. .Astrum Argentuum) y  la Orden de los Templarios Orientales (O.T.O.)19  quienes, a pesar de que el mismo Crowley se  identificaba como la Bestia del Apocalipsis, niegan  paranoicamente hasta el día de hoy cualquier  conexión con el Satanismo.. Aparte de alguna que  otra poesía más bien agradable y un conjunto de  17 El Club Dilettante fue una asociación de renombre en su época, que  perseguía intereses puramente culturales.

(Para mayor información, ver  Apéndice I).

18 The Hermetic Order of the Golden Dawn, (Orden Hermética del Alba  de Oro), fue una secta ocultista inglesa dedicada a la enseñanza y práctica  de la magia que se atribuía a Hermes. (Para mayor información, ver  Apéndice I).  19 Ordo Templi Orientis, la versión de Crowley de la secta alemana del  mismo nombre, que fuera fundada originalmente en 1902, y que  practicaban los mismos rios expuestos en el presente volumen.

Para fernalia mágica, cuando no se dedicaba a escalar  montañas, Crowley pasaba la mayor parte de su  tiempo como un posudo por excelencia, y que  trabajaba horas extras para ser lo más malo posible.  Al igual que su contemporáneo, el Reverendo  Montague Summers, Crowley pasó gran parte de su  vida con su lengua metida entre la boca, pero sus  seguidores hasta el día de hoy parece que de alguna  manera son capaces de leer significados esotéricos en  cada una de sus palabras.  Paralelamente con estas sociedades, estaban los  clubes de sexo que utilizaban al Satanismo como un  gancho .costumbre que persiste hasta la fecha, y  por lo cual deberían estar agradecidos los reporteros  de periódicos baratos y amarillistas. 

Parece que la misa negra evolucionó de una  invención literaria de la Iglesia, a una manera  depravada de ganar dinero, a ser un psicodrama para  diletantes e iconoclastas, convirtiéndose luego en un  as bajo la manga para los medios de comunicación  populares... si ésto es así, ¿cómo es que encaja en la  verdadera naturaleza del satanismo .y quién  practicaba la magia satánica en los años anteriores a  1666? 

La respuesta a este acertijo yace en otro. ¿Está la  persona que generalmente es considerada como  Satanista, practicando el Satanismo en su verdadero  significado, o lo hace desde el punto de vista tomado  por los fabricantes de opiniones de la persuasión  celestial? Siempre se ha dicho, y de justa manera, que  todos los libros escritos sobre el diablo han sido  escritos por los agentes de dios. Por consiguiente, es  muy fácil entender cómo surgió cierta especie de  adoradores del diablo, a través de las invenciones de  los teólogos. Este personaje .malo. no está  necesariamente practicando Satanismo verdadero. 

Tampoco es la encarnación viviente del elemento de  orgullo desenfrenado, o de majestad del ser, que el  mundo postpagano dio a la definición clerical de lo  que era malo. Por lo tanto, es el producto de una  propaganda mucho más tardía y elaborada. 

El pseudo-Satanista siempre se las ha arreglado  para aparecer a lo largo de la historia moderna, con  sus misas negras de distintos grados de blasfemia;  pero el Satanista verdadero rara vez es reconocido  como tal.  Sería una simplificación extrema el decir que todo  hombre y mujer de éxito que hay en la tierra es, sin  saberlo, un Satanista practicante; pero la sed de éxito  terrenal y sus beneficios son argumentos suficientes  para no contar con la aprobación de San Pedro. Si la  entrada de un rico al cielo es algo tan difícil como el  intento del camello de pasar por el ojo de una aguja;  si el amor por el dinero es la raíz de todo mal;  entonces por lo menos debemos suponer que los  hombres más poderosos sobre la tierra son los más  satánicos.

Esto se aplicaría también a banqueros,  industriales, papas, poetas, dictadores, y cualquier  vocero y mariscal de campo de las actividades del  mundo.  Ocasionalmente, a través de varios .nexos.,  siempre se hallará que a los hombres y mujeres más  enigmáticos de la historia se les ha acusado de haber  .practicado. las artes negras. Estos, por su puesto,  salen a la luz como los .hombres enigmáticos. de la  historia. Nombres como Rasputin, Zaharoff,  Cagliostro, Rosenberg y otros por el estilo son  eslabones .o rastros por así decirlo., del verdadero  legado de Satán... un legado que trasciende cualquier  diferencia étnica, racial y económica, lo mismo que  trasciende ideologías temporales.

No importa bajo  qué nombre se le conozca, el Satanista siempre ha  dominado la Tierra... y siempre lo hará.  Una cosa es segura: los parámetros, filosofías y  prácticas expuestas en estas páginas son utilizadas  por los humanos más autoconscientes y poderosos  sobre la Tierra. En los pensamientos secretos de cada  hombre y mujer aún motivados por mentes claras e  inquietas, reside el potencial del satanista; como  siempre ha sido. El signo de los cuernos aparecerá  ante muchos, en lugar de a unos cuantos ; y el mago  dará un paso al frente para ser reconocido.

lunes, 7 de diciembre de 2020

El Fénix En La Espada


Por encima de los sombríos chapiteles y de las relucientes torres se extendía la oscuridad y el silencio previo al amanecer. En una oscura callejuela, en un complicado laberinto de tortuosos caminos, cuatro figuras enmascaradas salieron apresuradamente por una puerta que ha abierto furtivamente una mano morena. Salieron a toda prisa a la noche cubiertos con sus capas y desapareciendo con sigilo como si hubieran sido fantasmas. Detrás de ellos, un rostro de expresión burlona se dejaba ver en la puerta entreabierta, y unos ojos diabólicos brillaban con malevolencia en la oscuridad.

—Entrad en la noche, criaturas de la oscuridad —dijo una voz burlona—. Oh, estúpidos, la muerte os persigue como un perro ciego, y ni siquiera lo sospecháis.

El que había pronunciado aquellas palabras cerró la puerta con cerrojo, y luego se dirigió hacia el pasillo, llevando una vela en la mano. Era un gigante sombrío; su piel oscura revelaba su origen estigio. Entró en una habitación interior, donde un hombre alto y enjuto, vestido con un traje de terciopelo, se arrellanaba como un gato enorme y holgazán en un sofá de seda, y bebía vino de una enorme copa de oro.

—Bien, Ascalante —dijo el estigio, al tiempo que dejaba en su sitio la vela—, tus rufianes han salido sigilosamente a la calle como ratas de sus ratoneras. Te vales de extrañas herramientas.
—¿Herramientas? —repuso Ascalante—. ¿Cómo? Eso es lo que ellos me consideran a mí. Durante meses, desde que los cuatro conspiradores me hicieron venir del desierto del sur, he vivido entre mis enemigos, ocultándome durante el día en esta oscura casa y acechando en siniestros pasadizos cada noche. Y he conseguido lo que los nobles rebeldes no pudieron lograr. A través de ellos y de otros agentes que jamás me han visto, he llenado el imperio de malestar y de sedición. En suma, trabajando en la sombra he preparado el terreno para la caída del rey que reina en la luz. Por Mitra, fui estadista antes de ser un proscrito.
—¿Y esos embaucadores que se creen tus maestros?
—Seguirán creyendo que les obedezco hasta que logremos nuestro objetivo. ¿Quiénes son ellos para igualar el talento de Ascalante? Volmana, el conde enano de Karaban. Gromel, el caudillo gigante de la Legión Negra. Dion, el obeso barón de Attlus. Rinaldo, el atolondrado juglar. Yo soy la fuerza que ha amalgamado el acero de cada uno de ellos, y les aplastaré cuando llegue el momento. Pero eso forma parte del futuro, y el rey, en cambio, morirá esta misma noche.
—Hace algunos días vi salir de la ciudad a los escuadrones imperiales —dijo el estigio.
—Cabalgaban hacia la frontera invadida por los pictos, que se han vuelto locos con el fuerte licor que les he dado. La enorme riqueza de Dion lo hizo posible. Y Volmana hizo posible que dispusiéramos del resto de las tropas imperiales que quedan en la ciudad. Por medio de sus nobles parientes de Nemedia, fue fácil convencer al rey Numa para que requiera la presencia del conde Trocero de Poitain, mariscal de Aquilonia. Y, debido a su rango, además de su propio ejército le acompañará una escolta imperial, y, Próspero, el hombre de confianza del rey Conan. Sólo queda la guardia personal del rey en la ciudad... además de la Legión Negra. A través de Gromel he corrompido a un oficial derrochador de esa guardia y le he sobornado para que aleje a sus hombres de la puerta del rey a medianoche. Entonces, con dieciséis granujas sanguinarios a mis órdenes, nos introduciremos en el palacio por un túnel secreto. Cuando hayamos conseguido nuestro objetivo, aunque el pueblo no se alce para aclamarnos, la Legión Negra de Gromel será suficiente para controlar la ciudad y la corona.
—¿Y Dion cree que le vais a dar la corona a él?
—Sí. El muy estúpido la reclama por unas gotas de sangre real que corren por sus venas. Conan comete un grave error al dejar vivos a hombres que presumen de descender de la antigua dinastía a la que él arrebató la corona de Aquilonia. Volmana desea volver a gozar de la protección de la corona como en el antiguo régimen, para poder devolver a su arruinada hacienda su antiguo esplendor. Gromel odia a Palantides, el capitán de los Dragones Negros, y ansia el mando de todo el ejército con la tenacidad de un bosonio. De todos ellos, el único que no tiene ambiciones personales es Rinaldo. Considera a Conan un bárbaro asesino y tosco que vino del norte para saquear una tierra civilizada. Idealiza al rey que Conan asesinó para conseguir la corona, recordando únicamente que aquél protegía de vez en cuando las artes, olvidando las vilezas de su reinado, y haciendo que la gente también olvide. Ya entonan públicamente el Lamento por el rey en el que Rinaldo alaba al infame difunto y describe a Conan como "un salvaje de negro corazón procedente del abismo". Conan no hace caso, pero la gente le maldice.
—¿Por qué odia a Conan?
—Los poetas siempre odian a los que ostentan el poder. Para ellos la perfección está siempre del otro lado de la última revuelta, o más allá de la siguiente. Huyen del presente con sueños acerca del pasado y del futuro. Rinaldo es una llama de idealismo que él cree que se eleva para destruir al tirano y liberar al pueblo. En cuanto a mí... bueno, hace unos meses no tenía más ambición que asaltar caravanas durante el resto de mi vida. Ahora, en cambio, los viejos sueños reviven. Conan morirá. Dion subirá al trono. Después, también él morirá. Uno a uno, todos los que se oponen a mí morirán por el fuego o el acero, o por medio de esos mortíferos vinos que tú preparas tan bien. ¡Ascalante, rey de Aquilonia! ¿No te parece que suena muy bien?

El estigio se encogió de hombros.

—Hubo un tiempo —dijo con amargura— en que también yo tenía mis ambiciones, a cuyo lado las vuestras parecen ridículas e infantiles. ¡Qué bajo he caído! Mis viejos amigos y rivales quedarían horrorizados si pudieran ver a Toth-Amon el del Anillo, sirviendo de esclavo a un proscrito, y proscribiéndose él mismo. ¡Envuelto en las mezquinas ambiciones de nobles y reyes!
—Tú confías en tu magia y en tus ridículas ceremonias —repuso Ascalante—. Yo confío en mi ingenio y en mi espada.
—El ingenio y la espada no sirven de nada contra los poderes de la Oscuridad —gruñó el estigio, de cuyos negros ojos se desprendían destellos amenazadores—. Si yo no hubiera perdido el Anillo, nuestra situación sería muy diferente.
—Sin embargo —contestó impaciente el proscrito—, llevas las marcas de mis latigazos en la espalda, y probablemente seguirás llevándolas.
—¡No estés tan seguro! —El diabólico rencor del estigio brilló por un instante en sus ojos iracundos—. Algún día, de algún modo, encontraré el Anillo otra vez, y entonces, por los colmillos de la serpiente Set que me las pagarás...

El aquilonio se levantó enojado y le golpeó brutalmente en la boca. Toth retrocedió; la sangre le mojaba los labios.

—Eres demasiado osado, perro —gruñó el proscrito—. Ten cuidado, aún soy tu amo y conozco tu terrible secreto. Delátame si te atreves. Grita por ahí que Ascalante está en la ciudad conspirando contra el rey.
—No lo haré —murmuró el estigio, limpiándose la sangre de los labios.
—No, no te atreverás —dijo Ascalante con siniestra sonrisa—. Porque si muero por tus malas artes o por traición, un sacerdote ermitaño que vive en el desierto del sur se enterará y romperá el sello del manuscrito que le entregué. Y cuando lo haya leído, mandará un mensaje a Estigia, y un viento se levantará desde el sur, a medianoche. ¿Y dónde te esconderás entonces Toth-Amon?

El esclavo se estremeció, y su oscuro rostro palideció.

—¡Basta! —Ascalante cambió el tono repentinamente—. Tengo trabajo para ti. No me fío de Dion. Le ordené que se fuera a su hacienda en el campo y que permaneciera allí hasta que el trabajo de esta noche estuviera terminado. El gordo estúpido jamás pudo disimular su nerviosismo ante el rey. Síguele, y si no le alcanzas en el camino ve hasta su hacienda y quédate con él hasta que mandemos llamarle. No le pierdas de vista. Está ofuscado por el miedo, y podría acabar desertando... puede incluso revelarle a Conan lo que se trama contra él, con la esperanza de salvar así el pellejo. ¡Vete!

El esclavo hizo una reverencia, ocultando el odio que sentía, y obedeció. Ascalante volvió a su vino. Sobre las brillantes torres se reflejaba un amanecer rojo como la sangre.


La habitación era amplia y vistosa, con ricos tapices sobre las paredes, mullidas alfombras sobre el suelo de marfil y un alto techo adornado con tallas de plata. Detrás de un escritorio de marfil incrustado en oro había un hombre de hombros anchos y piel bronceada, que no parecía estar en consonancia con aquel lujoso aposento. Pertenecía más bien al sol y a los vientos de la montaña. Hasta el más mínimo movimiento revelaba unos músculos de acero y una mente aguda, así como la coordinación propia del hombre nacido para el combate. No había nada pausado ni moderado en sus acciones. O estaba completamente quieto —inmóvil como una estatua de bronce— o en continuo movimiento, pero no con las sacudidas espasmódicas de unos nervios en tensión, sino con la rapidez de un felino que nublaba la vista de quien intentara seguir sus movimientos.

Sus ropas eran de telas caras pero sencillas. No llevaba anillos ni adornos, y se sujetaba la negra cabellera únicamente con una cinta de tela plateada. Dejó la pluma dorada con la que había estado garabateando algo sobre unas tablas cubiertas de cera, apoyó la barbilla en la mano y clavó sus ojos azules en el hombre que estaba de pie frente a él. Éste estaba ocupado en sus propios asuntos, arreglando los cordones de su armadura engastada en oro y silbando distraído. Un comportamiento bastante extraño si tenemos en cuenta que se hallaba delante de un rey.

—Próspero —dijo el hombre de la mesa—, estos asuntos de estado me agotan más que todas las batallas juntas.
—Es parte del juego, Conan —respondió el poitanio de ojos oscuros—. Eres rey y debes interpretar tu papel.
—Ojalá pudiera ir contigo a Nemedia —dijo Conan con envidia—. Parece que hace siglos que no monto a caballo... pero Publius dice que hay asuntos en la ciudad que requieren mi presencia. ¡Maldito sea! Cuando destroné a la antigua dinastía —siguió diciendo con la confianza que existía entre el poitanio y él—, todo fue muy fácil, aunque parecía muy duro entonces. Recordando ahora la época violenta que vino después, aquellos días de fatigas, intrigas, matanzas y tribulaciones no parecen más que un sueño. Y soñé hasta el final, Próspero. Cuando el rey Numedides yacía muerto a mis pies y arranqué la corona de su ensangrentada cabeza para ponerla sobre la mía, sentí que había logrado todos mis sueños. Me había preparado para conseguir la corona, no para mantenerla. En aquellos días lejanos lo único que quería era una espada afilada y un camino directo hacia mis enemigos. Ahora, ningún camino es recto y mi espada es inútil.

»Cuando derroqué a Numedides, entonces yo era el libertador... y ahora escupen a mis espaldas. Han erigido una estatua de ese canalla en el templo de Mitra y la gente se lamenta ante ella, aclamándola como a la efigie sagrada de un monarca sagrado al que un bárbaro sanguinario asesinó. Cuando, siendo mercenario, guiaba a sus ejércitos a la victoria, a Aquilonia no le preocupaba que fuera extranjero, pero ahora no me lo perdona. Ahora van al templo de Mitra para quemar incienso a la memoria de Numedides hombres que fueron mutilados y torturados por sus verdugos, hombres cuyos hijos murieron en sus mazmorras, y cuyas esposas e hijas fueron arrastradas a su harén. ¡Los muy olvidadizos y estúpidos!

—Rinaldo tiene la culpa —repuso Próspero, haciendo otra muesca en el cinturón del que pendía la vaina de su espada—. Canta canciones que vuelven locas a las gentes. Cuélgalo con su traje de bufón de la torre más alta de la ciudad. Déjalo que componga rimas para los buitres.

Conan negó con su cabeza de felino.

—No, Próspero. No está en mis manos. Un gran poeta es más grande que cualquier rey. Sus canciones son más poderosas que mi cetro; casi se me salía el corazón del pecho cuando cantaba para mí. Yo moriré y seré olvidado, pero las canciones de Rinaldo vivirán por siempre. No, Próspero —siguió diciendo el rey, mientras una sombra de duda oscurecía sus ojos—, hay algo oculto, alguna conspiración de la que no estamos enterados. Lo presiento, tal como en mi juventud presentía al tigre oculto entre la hierba. Un malestar latente recorre todo el reino. Soy como un cazador que se protege cerca de su pequeña hoguera en la selva y oye pasos sigilosos en la oscuridad y casi puede ver el brillo de unos ojos ardientes. ¡Si tan sólo pudiera enfrentarme con algo tangible, algo en lo que pudiera clavar la espada! Te lo he dicho, no es casualidad que los pictos hayan atacado las fronteras tan violentamente en estos últimos días, de modo que los bosonios se han visto obligados a pedir ayuda para rechazar su ataque. Debí haber ido allí con mis tropas.
—Publius temía una confabulación para atraparte y asesinarte al otro lado de la frontera —replicó Próspero, al tiempo que arreglaba la sedosa cubierta de la cota de malla y admiraba su esbelta figura en un espejo plateado—. Por eso te recomendó permanecer en la ciudad. Estos temores nacen de tus instintos bárbaros. ¡Deja que la gente critique! Los mercenarios están con nosotros, y los Dragones Negros y todos los rufianes de Poitain confían ciegamente en ti. El único peligro es que te asesinen, y eso es imposible con los hombres de la guardia imperial protegiéndote día y noche. ¿Qué estás haciendo?
—Un mapa —respondió Conan, ufano—. Los mapas de la corte señalan claramente los territorios del sur, del este y del oeste, pero en el norte son confusos e incompletos. Yo mismo estoy añadiendo las tierras del norte. Aquí está Cimmeria, donde yo nací. Y... Asgard y Vanaheim

Próspero echó un vistazo al mapa.

—Por Mitra, casi había creído que esos países eran una fantasía.

Conan rió a carcajadas, tocando sin querer las cicatrices de su rostro moreno.

—¡Pensarías de otro modo si hubieras pasado tu juventud en las fronteras del norte de Cimmeria! Asgard está situada al norte, y Vanaheim al noroeste de Cimmeria, y siempre hay guerras a lo largo de las fronteras.
—¿Cómo son esos hombres del norte? —preguntó Próspero.
—Altos y rubios, de ojos azules. Adoran al dios Ymir, el gigante de hielo, y cada tribu tiene su propio rey. Son rebeldes y salvajes. Combaten durante el día y beben cerveza y entonan canciones soeces por la noche.
—Entonces tú eres como ellos —se burló Próspero—. Te ríes a carcajadas, bebes bastante y cantas bellas canciones; aunque no conozco ningún otro cimmerio que beba nada que no sea agua o que ría o entone otra cosa que no sean cantos tristes.
—Puede que sea a causa de la tierra en la que viven —contestó el rey—. No existe una tierra más triste... de montañas, de bosques sombríos, cubierta por cielos casi siempre grises y fuertes vientos recorren sus lóbregos valles.
—No es de extrañar que sus hombres sean tristes —dijo Próspero encogiéndose de hombros, al tiempo que pensaba en las alegres y soleadas llanuras y en los azules y tranquilos ríos de Poitain, la provincia más meridional de Aquilonia.
—No tienen esperanza en esta vida ni en la otra —repuso Conan—. Sus dioses son Crom y su oscura estirpe, que reinan sobre un lugar tenebroso de tinieblas eternas que es el mundo de los muertos. ¡Mitra! Prefiero a los aesires.
—Bueno —sonrió Próspero—, los sombríos montes de Cimmeria están muy lejos de aquí. Y ahora debo irme. Beberé a tu salud una copa de vino blanco nemedio en la corte de Numa.
—Muy bien —gruñó el rey—, ¡pero besa a las bailarinas de Numa sólo en tu propio nombre, no vayas a crear complicaciones diplomáticas!

Su sonora carcajada se oyó fuera de la habitación.

El sol se ponía, y se fundía el verde brumoso de la floresta con un fugaz tono dorado. Sus débiles rayos se reflejaban en la gruesa cadena de oro que Dion de Attalus hacía girar sin cesar entre sus gruesos dedos, sentado en medio del vistoso conjunto de flores y árboles de su jardín. Movió su pesado cuerpo en el asiento de mármol y miró furtivamente en derredor, como buscando un enemigo al acecho. Estaba sentado dentro de un círculo de árboles de delgado tronco, cuyas ramas entrecruzadas proyectaban una espesa sombra sobre él. Muy cerca se oía una fuente, y otras, ocultas en varias partes del jardín, susurraban una melodía eterna.

Sólo acompañaba a Dion una oscura figura instalada en un banco de mármol, que observaba al barón con ojos sombríos. Dion prestaba poca atención a Toth-Amon. Sabía que era un esclavo en el que Ascalante confiaba, pero, al igual que muchos hombres ricos, ignoraba a los de menor rango social.

—No tienes por qué estar tan nervioso —dijo Toth—. El plan no puede fracasar.
—Ascalante puede cometer errores igual que cualquiera —contestó bruscamente Dion, estremeciéndose ante la sola idea del fracaso.
—Él no —repuso el estigio, riendo a carcajadas—, de otro modo yo no sería su esclavo, sino su amo.
—¿De qué hablas? —preguntó Dion malhumorado, poco atento a la conversación.

Toth-Amon se mordió los labios. A pesar del dominio que tenía de sí mismo, su odio, rabia y vergüenza reprimidas estaban a punto de estallar a la primera oportunidad. No había contado con que Dion no le viera como a un ser humano con cerebro e inteligencia, sino como a un simple esclavo, y, como tal, una criatura despreciable.

—Escúchame —dijo Toth—. Tú serás rey. Pero no conoces a Ascalante. No debes fiarte de él después de que Conan sea asesinado. Yo puedo ayudarte. Si me proteges cuando llegues al poder, te ayudaré. Escucha, señor. Fui un gran hechicero en el sur. Los hombres consideraban a Toth-Amon igual a Rammon. El rey Ctesphon de Estigia me hizo un gran honor rebajando a los otros brujos para elevarme a mí por encima de ellos. Me odiaban, pero me temían, pues yo controlaba a los seres de otro mundo, que acudían a mi llamada y obedecían mis órdenes. ¡Por Set, mis enemigos sabían que podían despertar a medianoche y sentir las garras de un horror insondable en la garganta! Practiqué magia negra y terrible con el Anillo de Set, que encontré en una oscura tumba bajo tierra, olvidada ya antes de que el primer hombre saliera arrastrándose del mar.

»Pero un ladrón me robó el Anillo, y mis poderes desaparecieron. Los brujos quisieron matarme, mas logré huir. Yo viajaba con una caravana por las tierras de Koth, disfrazado de pastor de camellos, cuando los salteadores de Ascalante nos atacaron. Asesinaron a todos los miembros de la caravana, excepto a mí mismo; me salvé al revelarle mi identidad a Ascalante, jurando servirle. ¡Ha sido una amarga esclavitud! Para tenerme en sus manos, escribió mi historia en un manuscrito sellado y se lo entregó a un eremita que vive en la frontera meridional de Koth. No puedo asesinarle mientras duerme, ni entregarle a sus enemigos, pues entonces el ermitaño abriría el manuscrito y lo leería... eso es lo que Ascalante le ordenó. Y luego haría correr el rumor en Estigia...

Toth se estremeció, y una palidez cenicienta tino su piel oscura.

—Los hombres de Aquilonia no me conocen —dijo—. Pero si mis enemigos de Estigia supieran mi paradero, medio mundo sería insuficiente para librarme de una muerte que haría estremecerse a una estatua de bronce. Solamente un rey con castillos y ejércitos de hombres armados podría protegerme. Y algún día encontraré el Anillo...
—¿Anillo? ¿Anillo?

Toth había subestimado el enorme egoísmo de aquel hombre. Dion ni siquiera había escuchado las palabras del esclavo, tan ensimismado como estaba en sus propios pensamientos, pero la última palabra le sacó de su distracción.

—¿Anillo? —repitió—. Eso me recuerda... mi anillo de la buena suerte. Se lo compré a un ladrón shemita que juró habérselo robado a un brujo del sur, y aseguró que me traería suerte. Le pagué lo suficiente, bien lo sabe Mitra. Por los dioses, ahora necesito suerte, pues con Volmana y Ascalante mezclándome en sus malditas intrigas... buscaré el anillo.

Toth dio un salto, la sangre le subió a la cabeza, mientras arrojaba llamas por los ojos con la furia pasmosa de un hombre que de pronto comprende la completa estupidez de un imbécil. Dion no le prestó atención. Levantando una tapa secreta en el asiento de mármol, rebuscó entre un montón de adornos de todas clases —amuletos bárbaros, trozos de hueso, bisuterías—, amuletos de la buena suerte que su naturaleza supersticiosa le había incitado a coleccionar.

—¡Ah, aquí está! —dijo triunfante mientras sacaba un extraño anillo.

Era de un metal parecido al cobre, y tenía la forma de una serpiente enroscada con la cola en la boca. Sus ojos eran unas piedras amarillas que brillaban siniestramente. Toth-Amon gritó como si lo hubiera golpeado, y Dion se volvió y miró boquiabierto su pálido rostro. Los ojos del esclavo ardían, tenía la boca completamente abierta, y las enormes y oscuras manos extendidas como garras.

—¡El Anillo! ¡Por Set! ¡El Anillo! —gritó—. Mi Anillo... el que me robaron...

El acero brilló en la mano del estigio, y con un movimiento de sus anchos y oscuros hombros clavó una daga en el grueso cuerpo del barón. El agudo quejido de Dion devino en gorgoteo, y su fofo cuerpo se desplomó como mantequilla disuelta. Estúpido hasta el final, murió aterrado, sin comprender por qué. Apartando el cadáver que yacía en el suelo, Toth aferró el anillo con las dos manos: de sus oscuros ojos se desprendía una aterradora avidez.

—¡Mi Anillo! —murmuró regocijado—. ¡Mi poder!

Ni siquiera el propio estigio supo cuánto tiempo había permanecido inclinado sobre el funesto objeto, inmóvil como una estatua, absorbiendo su aura maligna. Cuando despertó de su ensueño y alejó su mente de los negros abismos en los que había estado, la luna brillaba, proyectando largas sombras sobre el banco del jardín a cuyos pies se extendía la oscura forma del que había sido señor de Attalus.

—¡Ya se terminó, Ascalante, se acabó! —murmuró el estigio, y sus ojos enrojecieron como los de un vampiro en la oscuridad.

Cogió un puñado de sangre coagulada del charco en el que yacía su víctima y lo frotó contra los ojos de la serpiente de cobre, hasta que los destellos amarillos quedaron cubiertos por una máscara de color carmesí.—Cierra los ojos, serpiente mística —pronunció con espeluznante susurro—. ¡Cierra los ojos a la luz de la luna y ábrelos a los abismos más oscuros! ¿Qué ves, oh serpiente de Set? ¿A quién llamas en los abismos de la Noche? ¿De quién es la sombra que cae sobre la pálida luz? ¡Tráemelo, oh serpiente de Set!

Mientras acariciaba las escamas rítmicamente con la mano, trazando sobre el anillo un círculo que siempre volvía al punto de partida, su voz se atenuó aún más, y susurraba oscuros nombres y horripilantes conjuros olvidados en la faz de la tierra, pero no en los siniestros territorios de la oscura Estigia, donde formas monstruosas se agitan en la oscuridad de las tumbas. Una corriente de aire sopló a su alrededor, como el remolino que se produce en el agua cuando se sumerge una criatura. Un viento insondable y gélido —como si se hubiera abierto una puerta— le sopló en la cara. Toth sintió una presencia a sus espaldas, pero no se volvió para mirar. Mantuvo los ojos fijos en el mármol iluminado por la luna, sobre el que flotaba inmóvil una tenue sombra. Mientras continuaba susurrando sus conjuros, la sombra creció hasta convertirse en una forma clara y horripilante.

Parecía un mandril gigante, pero no un mandril de los que habitan en la tierra, ni siquiera en Estigia. Sin mirar, pero sacando de su cinto una sandalia de su amo —que siempre llevaba consigo con la débil esperanza de poder utilizarla cuando llegara el momento—, Toth la arrojó.

—¡Has de conocerle, esclavo del Anillo! —exclamó—. ¡Busca al que lo usó, y destrúyele! ¡Mírale a los ojos e incéndiale el alma antes de cortarle el cuello! ¡Mátale! Sí —agregó en una ciega explosión de ira—, a él y a todos los demás!

Recortada su figura contra el muro que iluminaba la luna, Toth vio que el monstruo inclinaba su deforme cabeza y lo olía como si hubiera sido un abominable sabueso. Entonces la siniestra cabeza se echó hacia atrás, la cosa se dio media vuelta y se fue como un viento entre los árboles. El estigio extendió los brazos con loco frenesí, y sus ojos y dientes brillaron a la luz de la luna. Un soldado que estaba de guardia fuera de las murallas gritó de horror al ver la enorme sombra negra con ojos ardientes que se alejaba de la muralla y pasaba a su lado como un huracán. Pero se alejó tan rápidamente que el atónito guerrero se quedó pensando si se habría tratado de un sueño o alucinación.

El rey Conan se encontraba solo en sus aposentos de cúpula dorada, durmiendo y soñando. A través de la bruma gris oyó una extraña llamada, débil y remota, y, aunque no la entendió, atravesó la bruma como un hombre que camina a través de las nubes. La voz se fue haciendo más nítida a medida que se acercaba, hasta que entendió lo que decía. Le estaba llamando a él a través de los abismos del Espacio o del Tiempo. Entonces la bruma se hizo menos densa, y vio que se encontraba en un enorme corredor oscuro que parecía hecho de sólida piedra negra. Estaba en penumbras, pero por alguna extraña razón, tal vez mágica, podía ver con claridad. El suelo, el techo y las paredes estaban pulidos y brillaban tenuemente, y en ellas habían sido talladas las figuras de héroes antiguos y de dioses casi olvidados.

Se estremeció al ver el contorno en sombras de los Ancianos Innominados, e intuyó que ningún pie mortal había pisado aquel corredor en siglos. Llegó hasta una amplia escalera tallada en la sólida roca, cuyos lados estaban adornados con símbolos esotéricos tan antiguos y terribles que al rey Conan se le erizó el cabello. Los peldaños estaban adornados con la figura tallada de Set, la Antigua Serpiente, de modo que a cada paso que daba apoyaba su pie en la cabeza de éste, tal como había ocurrido desde la antigüedad. El cimmerio se sentía desasosegado.

Pero la voz siguió llamándole, y finalmente, en una oscuridad impenetrable para sus ojos humanos, llegó hasta una extraña cripta y vio una figura de barba blanca sentada sobre una tumba. Conan se estremeció y aferró su espada, pero la figura le habló con voz sepulcral.

—Oh, humano, ¿me conoces?
—¡Por Crom que no! —juró el rey.
—Hombre —dijo el anciano—, soy Epemitreus.
—¡Pero Epemitreus el Sabio murió hace quince siglos! —balbució Conan.
—¡Escucha! —ordenó el otro—. Así como una piedra que se arroja a un lago envía ondas a la costa, los acontecimientos del Mundo Invisible han irrumpido como olas en mi sueño. Te he marcado, Conan de Cimmeria, y el sello de hechos fundamentales y trascendentes ha sido estampado sobre ti. Pero los demonios andan sueltos en la tierra, y tu espada no puede nada contra ellos.
—Hablas de forma enigmática —dijo Conan, inquieto—. Déjame ver a mi enemigo y le destrozaré el cráneo.
—Dirige tu furia bárbara contra tus enemigos de carne y hueso —repuso el anciano—. No es contra los hombres que he de protegerte. Hay mundos oscuros que el hombre desconoce, por los que andan monstruos informes; se trata de demonios que pueden ser atraídos desde los Vacíos Exteriores para que adopten una forma material y destrocen y devoren bajo las órdenes de magos malignos. Hay una serpiente en tu casa, oh rey, hay un reptil en tu reino, que ha venido de Estigia con la oscura sabiduría de las sombras en su alma lóbrega. Al igual que un hombre que sueña con una serpiente que se arrastra hacia él, he sentido la presencia maligna del acólito de Set. Está borracho de poder, y, cuando ataca a su enemigo, es capaz de destruir un reino. Te he llamado a fin de entregarte un arma para que luches contra él y contra su banda infernal.
—Pero ¿por qué? —preguntó Conan desconcertado—. Se dice que tú descansas en el negro corazón del Golamira, desde donde has enviado a tu fantasma de alas invisibles para ayudar a Aquilonia en épocas de necesidad, pero yo... soy un extranjero y un bárbaro.
—¡Paz! —repuso el otro, y su fantasmagórica voz resonó en la enorme caverna llena de sombras—. Tu destino y el de Aquilonia están unidos. Tremendos acontecimientos se están tejiendo en las entrañas del Destino, y un hechicero sediento de sangre no ha de interponerse ante el destino imperial.

»Hace siglos, Set rodeó el mundo como una serpiente pitón abraza a su presa. Toda mi vida, que duró lo que la vida de tres hombres corrientes, he luchado contra él. Le arrastré hasta las sombras del misterioso sur, pero en la oscura Estigia los hombres todavía veneran a quien nosotros consideramos el archidemonio. De la misma manera que he luchado contra Set, ahora peleo contra sus adoradores y acólitos. Dame tu espada.

Conan, asombrado, se la dio, y el anciano trazó en la hoja un extraño símbolo que brillaba como el fuego entre las sombras. Y al instante la cripta, la tumba y el anciano desaparecieron, y Conan, desconcertado, se levantó de un salto del lecho que se encontraba en la enorme habitación de cúpula dorada. Y cuando se levantó, todavía aturdido por el extraño sueño, se dio cuenta de que estaba sosteniendo la espada en la mano. Y se le erizó el cabello al notar que en la hoja había un símbolo grabado; se trataba de la silueta de un fénix.

Recordó que en la tumba vista en sueños le había parecido ver una figura similar, tallada en la piedra. Ahora se preguntaba si se trataría de una figura de piedra, y se estremeció al pensar lo extraño que era todo aquello. Entonces un sonido furtivo que oyó en el pasillo lo hizo volver en sí, y sin detenerse a averiguar de qué se trataba comenzó a ponerse la armadura. Volvía a ser el bárbaro receloso y alerta como un lobo acorralado.

En el silencio que reinaba en el corredor del palacio del rey, acechaban veinte siluetas furtivas. Sus sigilosos pies, descalzos o cubiertos con sandalias de suave cuero, no hacían ningún ruido sobre la gruesa alfombra que cubría el suelo de mármol. Las antorchas que había en la pared arrojaban destellos rojizos sobre las dagas, espadas y hachas de combate.

—¡Silencio! —susurró Ascalante—. ¡No respiréis tan pesadamente, quienquiera que sea el que lo esté haciendo! El oficial de la guardia nocturna ha dejado muy pocos centinelas en el palacio, y los ha emborrachado, pero de todos modos debemos andarnos con cautela. ¡Atrás! ¡Aquí vienen los guardias!

Se apiñaron detrás de unas columnas talladas, e inmediatamente diez gigantes con armadura negra pasaron a su lado. Miraron extrañados al oficial que se los llevaba de sus puestos. Éste estaba pálido en el momento en que los guardias pasaron junto al escondite de los conspiradores, y se secaba el sudor de la frente con mano temblorosa. Era joven, y no le resultaba fácil traicionar a un rey. Maldijo mentalmente sus extravagancias, que le habían endeudado con los prestamistas, convirtiéndolo en juguete de políticos intrigantes. Los guardias siguieron de largo y desaparecieron en el corredor.

—¡Muy bien! —dijo Ascalante sonriendo—. Conan está durmiendo sin protección. ¡De prisa! Si nos cogen mientras le matamos, estamos perdidos... pero nadie abrazará la causa de un rey muerto.
—¡Sí, daos prisa! —ordenó Rinaldo cuyos ojos azules centelleaban bajo el brillo de la espada—. ¡Mi sable está sediento de sangre! ¡Escucho el ruido de los buitres! ¡Adelante!

Avanzaron rápidamente por el corredor y se detuvieron ante una puerta dorada, que tenía grabado el símbolo del dragón real de Aquilonia.

—¡Gromel! —gritó Ascalante—. ¡Tira abajo esta puerta!

El gigante respiró hondo y se abalanzó sobre la puerta, que chirrió y se combó ante el impacto. El hombre dio un paso atrás y volvió a la carga. La puerta se hizo pedazos con ruido de goznes salidos y de madera destrozada, y cayó hacia adelante.

—¡Entrad! —bramó Ascalante, inflamado de odio.
—¡Adelante! —gritó Rinaldo—. ¡Muerte al tirano!

Al entrar, se detuvieron en seco. Conan estaba frente a ellos, despierto y al acecho, con la armadura puesta y su enorme espada en la mano, y no desnudo y dormido como ellos esperaban.
Durante un instante, la escena se congeló —los cuatro nobles rebeldes al lado de la puerta destrozada, y la horda de salvajes que les seguía— y todos se quedaron paralizados al ver al gigante de ojos fogosos de pie, con la espada en la mano, en el centro de la habitación iluminada por las velas. En aquel momento Ascalante vio sobre una pequeña mesa que había en el lecho real el cetro de plata y la pequeña corona dorada de Aquilonia, y sintió que enloquecía de deseo.

—¡Adelante, bribones! —gritó el proscrito—. ¡Somos veinte contra uno, y él no lleva casco!

Era cierto; no había tenido tiempo de ponerse el pesado casco ni las placas laterales de la coraza, ni de coger el enorme escudo de la pared. Pero aun así, Conan estaba mejor protegido que cualquiera de sus enemigos, salvo Volmana y Gromel, que llevaban armadura completa. El rey les miró, sin saber quiénes eran. No conocía a Ascalante, y Rinaldo llevaba la cara cubierta con la armadura. Pero no había tiempo para conjeturas. Dando gritos que se elevaban hasta el techo, los asesinos entraron en la habitación, con Gromel a la cabeza. Éste entró embistiendo como un toro, espada en mano para dar la primera estocada. Conan se acercó a él de un salto, blandiendo la espada con todas sus fuerzas. El enorme sable trazó un arco en el aire y golpeó el casco del bosonio. La hoja y el casco vibraron, y Gromel cayó al suelo, muerto. Conan dio un paso atrás, aferrando la empuñadura rota.

—¡Gromel! —exclamó al tiempo que escupía, con los ojos centelleando de asombro, cuando el casco hendido dejó ver la cabeza destrozada.

En ese momento, el resto del grupo se abalanzó sobre él. La punta de una daga le rozó las costillas a través de la armadura. El filo de una espada brilló delante de sus ojos. Apartó al hombre que empuñaba la daga con la mano izquierda, y le golpeó la sien con la empuñadura rota. Los sesos del hombre le salpicaron la cara.

—¡Cinco de vosotros, vigilad la puerta! —gritó Ascalante, que se debatía en medio de un remolino de acero, pues temía que Conan huyera.

Los bribones se quedaron inmóviles, mientras su jefe cogía a algunos de ellos y los empujaba hacia la puerta. En aquel preciso instante, Conan saltó en dirección a la pared y cogió un hacha que colgaba allí. Con la espalda contra la pared, se enfrentó a los hombres y saltó en medio del círculo formado por éstos. El cimmerio nunca peleaba a la defensiva; aun en la situación más desventajosa y desesperada, no permitía que el enemigo tomara la iniciativa. Cualquier otro hombre hubiera muerto en aquellas circunstancias y, a decir verdad, Conan no tenía muchas esperanzas de sobrevivir, pero deseaba con todas sus fuerzas infligir el mayor daño posible antes de que le mataran. Su espíritu de bárbaro estaba lleno del ardor de la batalla, y los cantos de guerra de los antiguos héroes resonaban en sus oídos.

Cuando saltó desde la pared, su hacha derribó, hizo que un enemigo cayera con el brazo cercenado, y de un terrible revés aplastó el cráneo de otros. Las espadas gemían vengativas a su alrededor, pero la muerte sólo le rozaba a una distancia de milímetros. El cimmerio se movía con cegadora velocidad. Parecía un tigre rodeado de simios, y al saltar, esquivar y atacar ofrecía un blanco en perpetuo movimiento al tiempo que su hacha tejía un manto de muerte a su alrededor.
Durante unos instantes, los asesinos le rodearon con fiereza, atacando, pero su mismo número era una desventaja, porque chocaban unos contra otros; luego retrocedieron. Los dos cadáveres que había en el suelo daban fe de la furia del rey, si bien Conan sangraba por varias heridas que tenía en el brazo, el cuello y las piernas.

—¡Bellacos! —gritó Rinaldo, quitándose el casco emplumado—. ¿Estáis acobardados? ¿Es que el déspota ha de seguir viviendo? ¡Acabad con él!

Y se lanzó hacia adelante, dando estocadas como un loco, pero Conan, al reconocerle, le quitó la espada de un hachazo, y le arrojó al suelo con un fuerte empujón. El rey recibió una estocada de Ascalante en el brazo izquierdo, pero éste a duras penas logró salvar la vida, amenazada por el hacha del cimmerio. Uno de los bribones se arrojó a los pies de Conan; después de luchar por un momento con lo que parecía una sólida torre de hierro, levantó la mirada y vio el hacha, pero fue tarde para eludirla. En el ínterin, uno de sus compañeros levantó la espada con ambas manos y atravesó la placa que cubría el hombro izquierdo del rey, hiriéndole. En un segundo, la coraza de Conan quedó cubierta de sangre. Volmana, incitando a los atacantes con su salvaje impaciencia, avanzó con una expresión asesina en el rostro e intentó hundir su arma en la cabeza, descubierta de Conan. El rey se agachó rápidamente y el sable le cortó un mechón de pelo negro. El cimmerio giró sobre sus talones y atacó. El hacha se clavó a través de la coraza de acero, y Volmana cayó al suelo con una herida en el costado.

—¡Volmana! —dijo Conan sin aliento—. Vete a conspirar al infierno...

Inmediatamente se aprestó a enfrentarse a Rinaldo, que atacaba con salvaje furia, armado tan sólo con una daga. Conan saltó hacia atrás, levantando el hacha.

—¡Rinaldo! —dijo con desesperación—. ¡Atrás! No quiero matarte...
—¡Muere, tirano! —gritó el enloquecido juglar, abalanzándose sobre el rey.

Conan demoró el golpe que estaba a punto de descargar hasta que ya fue tarde. Pero cuando sintió el acero en el costado, atacó con ciega desesperación. Rinaldo cayó al suelo con el cráneo destrozado, y Conan retrocedió hasta la pared, cubierto con la sangre que manaba de sus heridas.

—¡Ataca ahora, y mátale! —gritó Ascalante.

Conan apoyó la espalda contra la pared y levantó el hacha. Estaba de pie, como la imagen del primitivo indomable —las piernas separadas, la cabeza echada hacia adelante, una mano apoyada en la pared, la otra aferrando el hacha, con los enormes músculos en tensión, como cuerdas de hierro, y el rostro congelado en una furiosa mueca—, y los ojos le centelleaban a través de la nube de sangre que estaba velándolos. Los hombres titubearon... aunque fueran salvajes, criminales y disolutos, pertenecían a la llamada civilización, y frente a ellos estaba el bárbaro... el hombre que tenía el hábito de matar. Se acobardaron al verlo... el tigre moribundo aún podía darles muerte. Conan percibió su incertidumbre y sonrió con una mueca feroz.

—¿Quién ha de morir primero? —musitó con la boca herida y los labios cubiertos de sangre.

Ascalante saltó como un lobo con increíble rapidez y se agachó para eludir la muerte que se le acercaba siseando. Giró frenéticamente sobre sus talones para esquivarla y rodó por el suelo, mientras Conan se recuperaba del golpe fallido y atacaba de nuevo. Esta vez el hacha se hundió varias pulgadas en el suelo, cerca de las piernas de Ascalante. Otro forajido eligió aquel momento para atacar, seguido por sus compañeros. Trató de matar a Conan antes de que el cimmerio pudiera arrancar el hacha del suelo, pero calculó mal. El bárbaro cogió el hacha manchada de sangre y le asestó un golpe a su enemigo. Una caricatura de hombre de color carmesí fue arrojada hacia atrás entre las piernas de los atacantes.

Entonces, un grito terrible surgió de labios de los bribones que estaban en la puerta, pues habían visto una negra sombra deforme sobre la pared. Ascalante se dio media vuelta al oír el grito, y aullando y blasfemando como perros, salieron corriendo por el pasillo. Ascalante no miró en dirección a la puerta; sólo tenía ojos para el rey herido. Suponía que el ruido de la batalla habría despertado a la gente del palacio, y que los guardias leales estarían a punto de prenderle, aunque le resultaba extraño que sus bribones gritaran de aquella manera al huir. Conan no miró hacia la puerta, porque estaba contemplando al proscrito que tenía los ojos ardientes del lobo moribundo. Ni siquiera en aquel momento abandonó a Ascalante su cínica filosofía.

—Todo parece estar perdido, especialmente el honor —murmuró—. Sin embargo, el rey se está muriendo de pie... y...

No se sabe qué otros pensamientos le pasaron por la cabeza, porque en mitad de la frase se acercó a Conan, en el preciso instante en que el cimmerio se limpiaba con una mano la sangre que le cubría la cara. Pero en el momento en que atacó, hubo un extraño movimiento en el aire, y sintió una cosa terriblemente pesada entre los hombros. Cayó al suelo, y unos enormes colmillos se hundieron dolorosamente en su carne. Retorciéndose con desesperación, volvió la cabeza y vio el rostro de la Pesadilla y de la locura. Encima de él había una enorme cosa negra, que él sabía que no había nacido en un mundo humano. Tenía los negros colmillos de la cosa cerca de su garganta, y la mirada de sus ojos amarillos le quemó las extremidades como un viento mortífero quema la mies en el campo.

Su rostro abominable trascendía la mera animalidad. Podía tratarse del rostro de una momia antigua y maligna, animada con demoníaca vida. En aquellos rasgos repelentes, los ojos desorbitados del proscrito creían ver una especie de sombra en medio de la locura que le rodeaba, una cierta similitud terrible con el esclavo Toth-Amon. Entonces, la filosofía cínica y autosuficiente de Ascalante le abandonó, y murió con un grito aterrador antes de que los babeantes colmillos lo tocaran. Conan, limpiándose la sangre que le cubría la cara, miraba atónito. Al principio pensó que lo que había sobre el cuerpo retorcido de Ascalante era un enorme sabueso negro, pero luego se dio cuenta de que no se trataba de un perro sino de un mono.

Con un aullido que parecía el eco del grito de agonía de Ascalante, se alejó de la pared y se enfrentó a la cosa con un golpe de hacha en el que se había concentrado toda la fuerza desesperada de sus electrizados nervios. El arma que había arrojado brilló desde el cráneo que habría tenido que destrozar, y el rey fue arrojado a través de la habitación por el impacto del gigantesco cuerpo. Las mandíbulas babeantes se cerraron sobre el brazo con el que Conan se protegía la garganta, pero el monstruo no hizo ningún esfuerzo por matarle. Lanzó una mirada demoníaca por encima de su brazo destrozado y la clavó en los ojos de Conan, en los que comenzaban a reflejarse el horror que se expresaba en los ojos muertos de Ascalante. Conan sintió que el alma le ardía y comenzaba a salirse de su cuerpo para hundirse en los abismos amarillos del horror cósmico que brillaban con fantasmagórico resplandor en el caos informe que crecía a su alrededor. Aquellos ojos crecían y crecían, y Conan vislumbró en ellos la realidad de todos los horrores abismales y blasfemos que acechan en la oscuridad exterior del vacío informe, y de los negros abismos siderales. Abrió su boca manchada de sangre para gritar su odio y su repugnancia, pero de sus labios sólo le surgió un chasquido.

Pero el horror que había paralizado y destruido a Ascalante inflamó al cimmerio con una terrible furia similar a la locura. Con un impulso volcánico de todo su cuerpo, saltó hacia atrás, indiferente al dolor que sentía en el brazo destrozado, arrastrando al monstruo. Y su mano fue a dar con algo que su aturdido cerebro reconoció como la empuñadura de su espada rota. La aferró instintivamente y la empuñó con todas sus fuerzas, como si se hubiera tratado de una daga. La hoja rota se hundió profundamente, y el brazo de Conan quedó libre cuando la repelente boca se abrió en un último suspiro de agonía. El rey fue arrojado a un lado, y, apoyándose en una mano, vio las terribles convulsiones del monstruo, de cuyas heridas brotaba sangre espesa. Y mientras todavía le observaba, sus movimientos cesaron y se quedó tendido en el suelo, sacudiéndose con espasmos, al tiempo que miraba hacia arriba con sus ojos muertos. Conan parpadeó y se limpió la sangre de la cara. Le parecía que la cosa se derretía y se desintegraba, convirtiéndose en una masa viscosa e informe.

Entonces llegó a sus oídos una confusión de voces, y la habitación se llenó de gente del palacio —caballeros, nobles, damas, hombres de armas, consejeros— que balbucían, gritaban y chocaban unos con otros. Allí estaban los Dragones Negros, enloquecidos de ira, maldiciendo, con las manos en las empuñaduras y juramentos en los labios. No se veía al joven oficial de la guardia por ningún lado, a pesar de que le buscaron afanosamente.

—¡Gromel! ¡Volmana! ¡Rinaldo! —exclamaba Publius, el consejero jefe, metiendo sus manos regordetas entre los cadáveres—. ¡Negra traición! ¡Alguien ha de pagar por esto! Llamad a los guardias.
—¡La guardia está aquí, viejo estúpido! —dijo imperiosamente Palantides, el comandante de los Dragones Negros, olvidando el rango de Publius en aquel tenso momento—. Será mejor que dejes de chillar y nos ayudes a vendar las heridas del rey. Da la impresión de que va a morir desangrado.
—¡Sí, sí! —gritó Publius, que era un hombre de ideas más que de acción—. Debemos vendarle las heridas. ¡Manda a buscar a todos los médicos de la corte! ¡Oh, mi señor, qué vergüenza para la ciudad! ¿Estás completamente muerto?
—¡Cerdo! —dijo el rey desde el lecho en el que le habían colocado.

Le acercaron una copa a los labios manchados de sangre y bebió como un hombre medio muerto de sed.

—¡Bien! —dijo con un gruñido—. Matar reseca la garganta.

Los hombres consiguieron detener la hemorragia, y la vitalidad innata del bárbaro se puso de manifiesto una vez más.

—Curad primero las heridas del costado —dijo a los médicos de la corte—. Rinaldo me escribió una canción de muerte allí, y la pluma estaba muy afilada.
—Deberíamos haberle ahorcado hace tiempo —farfulló Publius—. No se puede esperar nada bueno de los poetas... ¿quién es éste? Tocó con nerviosismo el cadáver de Ascalante con el pie.—¡Por Mitra! —exclamó el comandante—. ¡Es Ascalante, el conde de Thune! ¿Qué diablos le trajo aquí desde el desierto?
—Pero ¿por qué tiene esa expresión en el rostro? —preguntó Publius con un susurro, alejándose, con los ojos desorbitados y erizado el cabello.

Los demás permanecieron en silencio mientras contemplaban al proscrito muerto.

—Si hubieras visto lo que él y yo vimos —gruñó el rey, incorporándose a pesar de las protestas de los médicos—, no te sorprenderías. Lo verás con tus propios ojos si miras...

Se interrumpió en mitad de la frase, boquiabierto, señalando con un dedo el vacío. En el lugar en el que había estado el monstruo muerto, no se veía más que el suelo de mármol.

—¡Por Crom! —juró—. ¡La cosa se ha hundido con la materia hedionda de la que surgió!
—El rey está delirando —susurró un noble. Conan le oyó y profirió un juramento bárbaro.
—¡Por Badb, por Morrigan, por Macha y por Nemain! —dijo furioso—. ¡Estoy cuerdo! Era como una mezcla de momia estigia y mandril. Entró por la puerta, y los bribones de Ascalante huyeron al verle. Mató a Ascalante, que estaba a punto de atravesarme con la espada. Entonces vino hacia mí y lo maté... no sé cómo, porque mi hacha rebotó como si se hubiera tratado de una roca. Pero creo que el Sabio Epemitreus tuvo algo que ver con esto...
—¡Escucha cómo pronuncia el nombre de Epemitreus, muerto hace mil quinientos años! —se decían unos a otros en voz baja.
—¡Por Ymir! —exclamó el rey con voz tronante—. ¡Esta noche hablé con Epemitreus! Me llamó en sueños, y yo avancé por un corredor de piedra negra en el que había tallas de antiguos dioses, en dirección a una escalera también de piedra, en cuyos peldaños había figuras de Set, hasta que llegué a una cripta en la que había una tumba con un fénix tallado...
—¡En nombre de Mitra, mi señor! ¡Calla! —dijo el sumo sacerdote de Mitra, con el rostro ceniciento.

Conan sacudió la cabeza como un león agita la melena, y habló como un gruñido de bestia salvaje.

—¿Acaso soy un esclavo, para callarme porque tú me lo ordenes?
—¡No, no, mi señor! —repuso el sumo sacerdote temblando, pero no de miedo, ante la cólera del rey—. No tenía intenciones de ofenderte. Luego se acercó a Conan y le dijo algo al oído.
—Mi señor, esta cuestión está más allá de la comprensión humana. Sólo un pequeño grupo de sacerdotes conoce el secreto del corredor de piedra negra que manos desconocidas esculpieron en el negro corazón del monte Golamira, o acerca de la tumba protegida por el fénix en la que fue enterrado Epemitreus hace mil quinientos años. Y desde entonces ningún ser humano ha entrado allí, porque los elegidos, después de colocar al Sabio en la cripta, cerraron la entrada del corredor de modo que nadie pudiera encontrarla, y hoy en día ni siquiera los sumos sacerdotes saben dónde está. El pequeño grupo de acólitos de Mitra conoce sólo de oídas, por boca de los sumos sacerdotes, el lugar del reposo eterno de Epemitreus en el negro corazón de Golamira, y guardan celosamente el secreto. Éste es uno de los Misterios en los que se basa el culto de Mitra.
—No sé por medio de qué artes mágicas Epemitreus me llevó hasta él —repuso Conan—. Pero yo he hablado con él, y me hizo una marca en la espada. No sé por qué esa señal resultó mortífera para los demonios, ni qué magia había en ella, pero aunque la espada se rompió al golpear el casco de Gromel, el fragmento que quedó fue lo bastante largo como para matar al monstruo.
—Déjame ver tu espada —susurró el sumo sacerdote con la garganta seca.

Conan le enseñó la espada rota, y el sumo sacerdote lanzó un grito y se puso de rodillas.

—¡Mitra nos proteja contra el poder de las tinieblas! —dijo jadeando—. ¡En la espada está grabado el emblema del fénix inmortal que se cierne eternamente sobre su tumba! ¡Es el signo secreto que sólo él puede hacer! ¡Rápido, una vela! ¡Mirad otra vez en el lugar donde el rey dice que murió el demonio!

Éste había yacido a la sombra de un biombo roto. Arrojaron el biombo a un lado y alumbraron el suelo con la luz de la vela. En la habitación reinaba un silencio estremecedor mientras buscaban la señal. Poco después algunos caían de rodillas al suelo invocando a Mitra, y otros huían gritando de la habitación. Allí en el suelo, en el lugar donde había muerto el monstruo, yacía una sombra tangible, una enorme mancha oscura que no se podía borrar; la cosa había dejado su contorno claramente marcado con su sangre, y aquel contorno no se parecía al de ningún ser conocido en el mundo. Estaba allí, terrible y siniestro, como la sombra de uno de los dioses mono que se agazapan en los sombríos altares de los oscuros templos de Estigia.