martes, 1 de diciembre de 2020
El Santo Entierro
Eran las diez de la noche y Miriam estaba tranquilamente
tumbada en el sofá frente al televisor, cuando sonó el teléfono. Sin darle
apenas tiempo a pronunciar un diga, una voz metálica y aguda, como procedente
de un contestador automático dijo:
-Funeraria El santo entierro le recuerda que le queda un mes
de vida. Tenemos ofertas muy interesantes en nuestra web
elsantoentierro.blogspot.com. Entre ahora y benefíciese de un 5% de descuento
adicional.
La llamada se colgó. Miriam no daba crédito a sus oídos.
¿Qué clase de broma macabra era aquella? Era una broma de muy mal gusto, pensó.
En cualquier caso, no quiso darle mayor importancia y volvió a tumbarse frente
al televisor. Quizás, si hubiese tenido setenta años y una salud delicada,
aquella llamada le hubiese incomodado pero, a sus treinta y ocho, le pareció de
lo más absurdo.
Había pasado algo menos de una semana desde el incidente
cuando nuevamente, el teléfono sonó a las diez en punto de la noche.
-Funeraria El santo entierro le recuerda que le quedan
veinticinco días de vida. Tenemos ofertas muy interesantes en nuestra web
elsantoentierro.blogspot.com. Entre ahora y benefíciese de un 5% de descuento
adicional.
Esta vez fue ella quien colgó el teléfono antes de que el
mensaje concluyese. Un escalofrío recorrió su espalda. ¿Quién podía ser tan
retorcido? Descolgó nuevamente y busco en la memoria del teléfono desde que
número la habían llamado. Tomó un bolígrafo y empezó a copiar los números. 96
666 66... 66. Miró nuevamente el teléfono con la expresión desencajada. Era
correcto.
-¿Qué coño de teléfono era aquello? Pensó
Marcó lentamente los números y esperó. El mensaje de la
operadora no se hizo esperar.
-No existe actualmente ninguna línea en servicio con esta
numeración.
Aquella tontería estaba empezando a molestarle. Era cuanto
menos desagradable y, el hecho de que el teléfono no existiera todavía la
inquietaba un poco más.
Respiró hondo y recapacitó. No podía dejar que aquella
estupidez la incomodase de aquella manera. Eso era seguramente lo que pretendía
el artífice de tan retorcida gracia. Así que, con los ánimos renovados, volvió
a sentarse plácidamente frente al televisor.
Durante unos días Miriam se olvidó por completo de aquello.
El día a día de la oficina era bastante frenético en aquella época del año y,
para cuando llegaba a casa, era tan tarde que tan sólo le apetecía tumbarse en
el sofá con un bol de ensalada y una pieza de fruta.
Aquel día, la calma se vio interrumpida nuevamente a las
diez en punto al sonar el teléfono.
-Si diga
-Funeraria El santo entierro le recuerda que le quedan
veinte días de vida.Si llama ahora podrá beneficiarse de nuestra oferta
especial dos por uno. Visite sin falta nuestra web
elsantoentierro.blogspot.com. Seguro que encontrará todo lo que necesita.
Aquello ya pasaba de castaño oscuro. Había dejado de ser una
broma para convertirse en una auténtica pesadilla. Volvió nuevamente a mirar en
la memoria del teléfono desde qué número la habían llamado. Por segunda vez, el
número que aparecía en la memoria era el mismo de antes 96 666 66 66. Un número
inexistente y cuanto menos inquietante. Ahora empezaba a estar nerviosa,
intranquila. No es que creyera el contenido del mensaje pero empezaba a
afectarle. La única pista que podía seguir era la famosa web que se mencionaba
en el mensaje; elsantoentierro.blogspot.com . Así que se fue hacia el
ordenador, lo encendió y escribió el nombre de la web
elsantoentierro.blogspot.com . Ahí estaba. Jamás en su vida habría entrado por
placer en una web así.
Una bienvenida un tanto peculiar adornaba la página inicial
de aquella web.
Los servicios funerarios del Santo Entierro esperan que el
catálogo de productos aquí expuesto sea de su agrado. Les deseamos una feliz
navegación.
-¿Una feliz navegación?, Pensó. Hay que ser retorcido.
Miró la parte de abajo de la página y vio que había un
contador que marcaba el número 058640. Luego, recorrió todas las secciones de
la web tratando de encontrar algo que le diese una pista. Finalmente, vio al
pie de la página un teléfono y una dirección de correo.
©Real, Ilustre Funeraria de El Santo Entierro
C/ Milagros, 16, Madrid Tlfno: 91 272 60 59
E-mail:
elsantoentierro@elsantoentierro.com
Decidió llamar al número y probar pero, tal y como se temía,
el mensaje de la otra vez se repitió.
-No existe actualmente ninguna línea en servicio con esta
numeración.
También probó enviar un mail pidiendo explicaciones y, en
breves instantes, obtuvo una respuesta.
Estimada Miriam,
Su número personal es el 058640. Ahora que ya ha cogido
número para su entierro, le rogamos escoja el féretro y los arreglos florales
que desee para tan feliz acontecimiento.
Gracias por su interés en nuestros servicios.
Atentamente
Santo Entierro S.A.
-¡Joder! Exclamó levantándose de un brinco. Esto no puede
estar pasando en realidad.
Empezó a dar vueltas por todo el salón mordiéndose las uñas.
¿Cómo podía parar aquel sinsentido? Habría algún modo de averiguar quien estaba
detrás de todo aquello. Seguro que la policía tendría más de un caso de ese
tipo en sus expedientes resueltos.
A la mañana siguiente se pidió el día libre y se acercó a la
comisaría del barrio. Tras más de media hora de conversación con el jefe de
policía Miriam decidió mostrarle la web en cuestión.
-Escriba, escriba... elsantoentierro.blogspot.com
El hombre en cuestión, no sin una cierta desconfianza,
tecleó aquella dirección. La respuesta no se hizo esperar.
The Web site cannot be found
-¡No puede ser! Seguro que ha tecleado algo mal. Vuelva a
probar.
El jefe de policía la miró con cara de paciencia y volvió a
teclear de nuevo la dirección.
-elsantoentierro.blogspot.com y ahora...Intro.
The Web site cannot be found
-Mire señora. Probablemente no ha sido más que una broma de
mal gusto. Vuelva a casa y tranquilícese. Seguro que si no se han cansado ya,
lo harán en breve.
-Pero, le juro que ayer entré en esa web...
-Si yo no lo dudo pero...ya ve. Déjelo estar, de verdad. Y
ahora, si me disculpa. Tengo mucho trabajo.
Miriam volvió a casa cabizbaja. Quizás tenía razón el
policía y ya se habían cansado. Era probable que tras su entrada en la web la
hiciesen desaparecer sin más. Si lo pensaba fríamente lo ocurrido no era tampoco
tan grave. Si no llamaban más, aquello no pasaría de ser una mera anécdota
curiosa que contar a sus nietos en las noches de Halloween.
Pasaron diez días y Miriam consiguió olvidarse del suceso
totalmente. El teléfono no había vuelto a sonar y la web en cuestión parecía
estar desactivada. Aquel día estaba especialmente cansada. Llegó a casa sobre
las nueve, se puso el pijama y tras mordisquear una manzana verde de las que
quedaban en la nevera, se dirigió a la cama. Ya había apagado la luz cuando el
teléfono sonó.
-Tan sólo le quedan diez días de vida y aún no ha reservado
su ataúd. ¿Acaso prefiere la incineración? Seguimos estando a su servicio en
elsantoentierro.blogspot.com
Miriam empezó a chillar y un ataque de pánico hizo mella en
su ser. Le faltaba el aire, notó que la vista se le nublaba y el corazón
aceleraba sus latidos de forma alarmante.
Cayó desplomada sobre la alfombra de su habitación.
-Abra los ojos. ¿Me oye? Señora Díaz, si me oye intente
contestar.
Tenía frío y le dolía la cabeza. Trató de abrir los ojos y
al hacerlo descubrió que una luz intensa le enfocaba.
-¿Me oye?
-Sí. Respondió medio aturdida
-Está usted en el hospital. Perdió el conocimiento y lleva
cinco días inconsciente.
-¿Cómo?
-La portera de su bloque fue quien nos avisó.
-¿Cinco días?
-Sí, cinco días.
-Sólo quedan cinco entonces...
-Perdón, creo que no la entiendo. ¿Sólo quedan cinco que?
-Mi teléfono, la funeraria... balbuceó con voz angustiada.
-No sé de que me habla. Miré, trate de calmarse. Hemos de
hablar.
-¿Hablar?
-Sí, verá. Tras la caída le hemos realizado un escáner y hay
algo que no va demasiado bien.
-¿Que no va... bien?
-No sabemos si ya estaba ahí, o lo ocasionó la caída, pero
debe usted saber que tiene un edema en el lóbulo frontal derecho.
-¿Un edema... ?
-Bueno, a veces acaban por desaparecer pero, es una
situación delicada...
-¿Delicada...? Miriam se echó a llorar.
-La dejaré un rato sola. Trate de descansar ¿Vale? Dijo el
médico mientras salía de la habitación.
Miriam estaba aturdida. Era demasiada información de una
sola vez. Su cabeza era incapaz de procesar lo sucedido. Mientras daba vueltas
en su cabeza a lo que había dicho el doctor, el teléfono de la habitación sonó.
Miriam lo miró durante unos segundos aterrada pero, como siempre, lo descolgó y
lo acercó a su oído.
-¿Va a querer el ataúd de caoba o de pino? ¿Servicio Básico
o Premium? Tan sólo le quedan cinco días... y no tiene tiempo que perder.
Miriam nunca salió viva de aquel hospital.
Cuenta la leyenda que a todo aquel que ose entrar en la web
corre el riesgo de que se le asigne un número.
http://elsantoentierro.blogspot.com/
¿Te atreves?
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