miércoles, 9 de octubre de 2019
La Leyenda Celta de la Calavera
Existe una leyenda
antigua que cuenta la historia de un hombre viejo y cascarrabias,
dueño de una granja en Irlanda. Tal era su carácter y mal pronto
que un día discutió con su único hijo de una forma desmesurada
dejando de hablarse con él. Desafortunadamente, el hijo murió pocos
años después de forma repentina. El padre sentía tanto odio y
rencor dentro por aquella discusión del pasado que ni se presentó
en el funeral.
Pasó el tiempo, y
el carácter del granjero se fue agriando un poco más. No obstante,
cumplía con sus obligaciones como ciudadano. Así pues, cuando murió
uno de sus vecinos, el viejo cascarrabias acudió al cementerio a
presentarle sus respetos.
Cuando la ceremonia
fúnebre terminó, el granjero paseó por el cementerio. De repente
vio algo que le sobresaltó. Una calavera brincó al camino y con un
crujido inquietante se dispuso a mover la mandíbula para hablar.
Mañana- le susurró- pasaré la noche en tu casa. La única
condición es que tú vuelvas más adelante a hacerme compañía a
este mismo cementerio.
Que duda cabe que el
granjero se asustó bastante ante la llegada de ese ser tan extraño
y su misterioso mensaje. Decidió invitar al cura del pueblo para que
pasara esa tarde con él en su casa. Así pues, al día siguiente,
cuando estaban en la mesa disfrutando de la cena, se escucharon tres
golpes secos en la puerta de la casa. A pesar de que nadie abrió, de
repente una calavera apareció encima de la mesa. Así permaneció
durante un buen rato hasta que finalmente desapareció.
El granjero decidió
cumplir la parte del trato que le correspondía, casi más por miedo
a que la calavera se enfadara que por honor. Se metió pues en el
cementerio para buscar a su extraña compañera. Al lado de la
iglesia encontró de repente a dos hombres enzarzados en una pelea
con palas y guadañas. Cuando se dieron cuenta de la intrusión del
extraño se giraron lentamente preguntando -¿Buscas una calavera
descarnada? Mira a ver en este campo de al lado, buen hombre.
El granjero estaba
asustadísimo, esos hombres parecían salidos del mismísimo
infierno. Así que decidió correr en esa dirección. Cuando llegó a
dicho campo encontró una pelea bastante importante entre un hombre y
una mujer. Ambos lo miraron y le dijeron -¿Busca usted un cráneo
blanqueado?… Se acaba de ir al campo de aquí al lado.
El granjero no podía
soportar más el miedo, estas escenas eran absolutamente tétricas y
aterradoras así que salió corriendo al campo de al lado. Al llegar
encontró una casa de madera y se introdujo sin pensarlo. En su
interior había una dama y una criada. La dama estaba congelada y
caminaba de un lado a otro desconsolada. Intentaba acercarse
constantemente al fuego pero la criada le daba empujones para que no
lo hiciera. Al notar la presencia del extraño, la dama se giró y
con una mirada de cuencas vacías susurró –Si buscáis la
calavera, la encontrareis en la habitación de al lado.
Esta imagen fue más
de lo que el granjero pudo soportar. Corrió desesperado hacia la
habitación hasta que consiguió entrar y cerrar la puerta.
Finalmente allí estaba la calavera, con 3 mujeres tras suya. Al
verlo la calavera ordenó a uno de los bultos que había tras él
–Mujer, Dale de cenar a nuestro invitado– La mujer se desplazó
cual zombi entregando al granjero un poco de pan negro y una jarra
muy sucia llena de agua. El hombre no probó absolutamente nada.
En ese momento la
calavera gritó nuevamente al segundo bulto tras él –Mujer, da la
cena a nuestro invitado– La segunda mujer se arrastró literalmente
a la mesa y colocó una comida que tenía pero pinta que la primera.
El hombre tampoco comió esta vez. Finalmente, la calavera volvió a
gritar otra vez al tercer bulto –Mujer, da la cena a nuestro
invitado– Esta vez el hombre pudo ver como la mesa se llenaba de
deliciosos manjares, y por tanto sí comió.
Tras el festín, la
calavera se aproximó al granjero con el fin de tener una
conversación –Voy a explicarte lo que has visto esta noche,
hombre. Los primeros hombres que viste, fueron en vida vecinos que
luchaban entre sí por tierras. Ahora tienen que luchar entre sí por
siempre; El hombre y la mujer eran pareja casada en vida, y solían
enfrentarse continuamente en su casa. Ahora tendrán que hacerlo
hasta el fin de los días;
La señora de la
casa que estaba muerta de frío fue durante su vida una mujer muy
cruel con sus sirvientas. Ahora deberá sufrir la venganza hasta el
día del juicio final; y por último, estas tres mujeres son mis tres
esposas. La primera fue mala conmigo, la segunda peor y la tercera me
cuidó muy bien; Tú, desgraciado no fuiste al funeral de tu hijo y
si al de un extraño. ¿Cuánto tiempo crees que ha pasado desde que
saliste de casa?- Ayer por la tarde salí de mi casa para buscarte,
respondió el granjero. – No, aquí llevas 700 años. Una
oportunidad te daré, ve a ver la tumba de tu hijo y arrepiéntete
para ver si puedes obtener así el perdón eterno.
El hombre se
encaminó decidido a la tumba de su hijo, lleno de miedo por todo lo
que acababa de vivir. Una vez la encontró se arrodillo con lagrimas
en los ojos y pidió perdón una y otra vez. En ese momento, el suelo
se abrió y salió una mano. Sujetó la suya y los espíritus del
padre y del hijo ascendieron juntos al cielo.
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