viernes, 11 de octubre de 2019
Mezcalito, Dios Chamánico
Carlos Castaneda era
un estudiante de antropología de la Universidad de Los Ángeles que
en el verano de 1960 estaba de vacaciones en México y fue al norte
del país a encontrarse con un Chamán. Hasta aquí todo es cierto,
pero a partir de este momento, la línea que separa la realidad de la
alucinación se convierte en una extensa franja en la que ambas se
mezclan quedando impregnadas la una de la otra durante varios años,
incluso durante toda una vida.
Ocho botones de
peyote, masticados uno tras otro con su acérrimo sabor, a pesar del
rechazo del paladar y resistiendo el impulso de tomar el más mínimo
trago de agua, conducen Carlos, luego de reiterados intentos, a un
mundo subjetivo en el que después de un largo sendero se encuentra
con su dios particular, que en todos los casos y en sus diversas
formas, es el mismo dios llamado Mezcalito.
Estos hongos, aparte
de toda su aura mística, son básicamente psicoactivos que desde
tiempos ancestrales acompañaron a la cultura chamánica de México
en sus largas travesías por desiertos inhóspitos y noches de calmas
tertulias. Alrededor del peyote se formó una profunda filosofía
religiosa mitológica. En ella, Mezcalito es el dios particular, que
está en cada uno y que se presenta cuando uno está preparado para
recibirlo. Mezcalito es a su vez, protector y guía en el camino del
hombre.
Carlos Castaneda
escribió varios libros sobre su experiencia y describió con lujo de
detalles cada una de esas apariciones además de las enseñanzas
adquiridas en este trayecto por el camino de la sabiduría chamánica
en la que un trasfondo mitológico sostiene al peyote como una chispa
necesaria en la iniciación en esta misteriosa filosofía. Para estos
chamanes, Mezcalito enseña que existen cuatro enemigos naturales del
hombre que son el miedo, la clarividencia, el poder y la vejez, con
los que, uno tras otro, al igual que los botones de peyote, se
enfrentará incansablemente a lo largo de su vida.
Mezcalito es un
claro ejemplo de que lo que es un dios para algunos puede ser una
simple alucinación para otros y que un profeta puede ser un maestro
o un loco según los oídos que lo escuchen. Filosofía para unos,
locura para otros. Realidad y visión mezclándose para dejar una
enseñanza muy clara: Los únicos realistas son los visionarios.
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