martes, 1 de octubre de 2019
El Extraño Caso del Puente Uriburu
Los hechos no son
muy conocidos. Casi podría decir que es una "leyenda urbana"
que nació en los primeros años de este nuevo siglo.
Uso la expresión
"Leyenda urbana" porque carezco de toda prueba fehaciente
para hacer de este relato algo verdadero. Ni siquiera los indicios
que pudieron darme las personas involucradas pueden conferir a este
relato cierta veracidad ni pueden hacer de él una simple anécdota.
Tuve la oportunidad
de escuchar este relato en voz de tres personas que lo vivieron. Por
supuesto ninguna de ellas se conocían. Salvo en pequeños detalles
(nuestra mala memoria siempre da matices nuevos a lo que nos sucede)
los relatos son exactamente iguales. Para esta ocación solo
transcribiré uno, que creo es el más interesante y el más
detallado.
Esto sucedió en el
Barrio de Nueva Pompeya. Más precisamente en la intersección de las
calles Tilcara y Perito Moreno, un lugar por demás solitario y muy
cercano a los límites de la Capital.
Fernando (vamos a
llamar así a nuestro personaje) luego de una larga reunión familiar
en el Barrio de Boedo, volvía a su casa en Lanus. Es necesario decir
que Fernando sí había tomado alguna copa en esa reunión, pero no
demasíado como para atribuir lo que luego le sucedió a ese desliz
baquíco.
Venía solo en su
viejo Renault 12. Tomó la calle Tilcara para luego salir al puente
Uriburu. Era de madrugada, cerca de las cinco de la mañana. Notó
que esa larga calle era demasíado oscura y solitaria, así que por
precaución aceleró casi con indiferencia. En ese momento le
vinieron a la mente innumerables cosas. Perdió atención sobre el
camino y bajó levemente la cabeza. Cuando la levantó nuevamente
notó sorpresivamente como una niña muy rápidamente cruzó la calle
(unos dos metros antes de Perito Moreno) y se puso de frente al auto.
Fernando instantáneamente frenó, pero ya la niña estaba muy cerca,
el choque era inevitable.
El auto se deslizo
unos cinco metros. Fernando sintió un golpe muy fuerte e
inmediatamente imaginó lo peor. Salió ràpidamente del auto a
buscar a la pequeña. No encontró nada. Miró en todas las
direcciónes, debajo del auto, caminó unos metros pensando que a lo
mejor el choque la hubiese impulsado varios metros hacia algunos de
los lados, pero nada. El silencio de la madrugada se hizo mas
hiriente. Los ojos de Fernando brillaron de incertidumbre, tal vez de
miedo. Eso fue lo que sintió después, según me cuenta. Luego de
revisar una vez más volvió al auto y siguió su camino a casa.
El hecho terminó
ahí. Pero no sus circunstancias.
Me interesé mucho
en este asunto e hice una pequeña investigación. Visité el lugar
del hecho y pude hablar con algunos vecinos de la zona. Lo que ellos
me contaron fue esto.
Hace unos diez años,
es decir a mediados de los años 90, vivía sobre la calle Tilcara (a
pocos metros de Perito Moreno) una familia muy numerosa. Estaba
constituída por la Madre y cinco hijos. El padre había abandonado
la familia al nacer el segundo de sus cinco hijos, que eran cuatro
varones y una mujer que era la menor. La pequeña se llamaba Rebeca y
es el personaje central de esta historia.
Luego de que el
padre se fuera, la familia tuvo que vivir de lo que pudo. Dos de los
hijos mayores pedían ayuda en los colectivos aduciendo tener una
grave enfermedad. Los otros dos estudiaban, aunque eran más las
horas que pasaban en la calle que en la escuela. Solo quedaba la
pequeña Rebeca que no asistía al colegio para ayudar a su madre en
su humilde casa. Esta niña de unos nueve años de edad era
maltratada salvajamente por la madre. Era tratada como una sirvienta.
Apenas llegaban a la casa los hermanos mayores, Rebeca era golpeada
por ellos si no tenia listo lo poco de comida que había. En general
ella no comía, sino una dos o tres veces por semana. Esto fue así
por muchos años.
Cuando Rebeca
cumplió los doce años, intentó escapar pero sin existo. La paliza
que se ganó por esa osadía fue el principio del final.
Una noche de
invierno, luego de un día agotador de maltratos e indiferencia,
Rebeca empezó a preparar la cena. Era una sopa que había preparado
con un trozo de pollo que había comprado la semana anterior. Lo
sirvió y ella se quedó sin comer, como casi siempre. Se puso
enfrente de la mesa y ante la vista de todos bebió una gotas de
arsénico que había conseguido por algunos favores. La pequeña
Rebeca cayó inmediatamente al piso y luego de algunos segundos murió
frente a los ojos de su familia.
La noticia de la
muerte de Rebeca fue un gran dolor para el barrio. Y solo fue noticia
en una pequeña columna del diario "Crónica."
Pude conseguir una
foto de Rebeca que luego se la mostré a Fernando. Inmediatamente me
dijo que era la chica que se le había cruzado esa madrugada. Mi
sopresa fue grande y tadavía me sigo preguntando cual fue la razón
de esa aparición. Vecinos de la zona me dicen que todavía, en las
madrugadas frías de Julio, se la puede ver cruzando la calle o
caminando por el déposito de chatarra que se encuentra cercano al
lugar.
Esa es la historia.
Un poco triste tal vez. Espero que esa pequeña, este donde esté,
pueda encontrar el lugar que no encontró en este diminuto lugar que
llamamos tierra, continente, país, provincia, barrio...
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