jueves, 11 de diciembre de 2014
Jabalí de Erimanto
En la mitología griega, el jabalí de Erimanto era una
criatura que causaba estragos en todo el contorno y que vivía en Erimanto, un
monte de la Arcadia y la Élide (hoy se llama Olonos) y nombre, también, de un
afluente del Alfeo (hoy Diminiza o Azicolos). Era un jabalí enorme que se
alimentaba de hombres y de tal fuerza que con sus colmillos era capaz de
arrancar árboles de raíz.
El cuarto trabajo de Heracles
En el camino hacia Erimanto, Heracles hizo una parada para
visitar a su amigo el centauro Folo, quien en memoria de tiempos lejanos
compartió con él su comida y su vino. Pero los otros centauros, al oler el vino
que estaba especialmente reservado para ellos se enfurecieron de tal manera que
atacaron a Heracles, quien primero los rechazó y luego con sus flechas
envenenadas mató a varios de ellos mientras los demás se retiraban.
Mientras Heracles enterraba a sus víctimas, su amigo Folo
sacó una de las flechas de Heracles y la examinó asombrado de que algo tan
pequeño pudiese dar muerte a criaturas tan formidables, pero con tal torpeza
que la flecha se le cayó hiriéndolo en un pie.
Retomando el trabajo que tenía que finalizar, Heracles
encontró al jabalí y, persiguiéndolo durante varias horas, lo fue acorralando a
una zona cubierta de nieve donde, saltando sobre su lomo, lo ató con cadenas y
se lo llevó a Micenas vivo, cargándolo sobre sus hombros. Cazar a esta enorme
criatura fue el cuarto (tercero en algunas versiones, Pierre Grimal) trabajo de
los doce que Euristeo mandó realizar a Heracles.
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