De esta manera, volvieron luego hasta su creador para preguntarle cuál debía ser su comida, y entonces Kadjurukre (apurado porque estaba dándole vida a otros animales) les dijo en tono severo: Vayan a comer hojas y ramas de los árboles.
En la región misionera se cree que las correas hechas con el cuero de este animal transmite a quien la usa fuerza extraordinaria. Con polvo de sus pezuñas se hacía una infusión para los males del corazón, y para detener las hemorragias del parto.
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