Un señor muy rico, en los días amarraba un cuero de vaca a la parte posterior de la montura de un caballo, en él echaba sus morrocotas de oro y salía a asolearlas por toda su finca, lo que hoy en día es Vallecitos. Cierto día llegó de dar su paseo y le ordenó a su mayordomo que pelara la bestia así estando viva, el mayordomo ató la bestia y la peló cuando estuvo pelada don Juan Muñoz le ordenó que le echara sal para ver como brincaba, este obedeció, la bestia se paró maniatada y se tiro por un barranco donde murió. Al tiempo muere don Juan Muñoz dejando tres entierros repartidos en toda su finca, muchos aseguran que uno de ellos está en una gran piedra partida a la mitad que aún hoy existe en Vallecitos, que han tratado infinidades de veces en sacarlos y una nube de avispas y abejorros se lo impide; además un frío se apodera de ellos y son incapaces de mover un solo dedo, el otro se dice que está en el morro del Gallo; que sólo ven la luz que sale de allí y que nunca han encontrado nada, y del otro nadie sabe en dónde está. Hasta hace poco tiem-po algunas personas del lugar veían en las noches de luna llena, una figura humana con capa negra, sombrero negro y montado al revés en una mula sangrando, haciendo ruido con sus alforjas como si las llevara llenas de monedas.
martes, 5 de abril de 2011
La Leyenda De Juan Muñoz
Barbosa desde sus orígenes ha tenido relación con las mulas, la arriería y señores dueños de grandes extensiones de tierra con sus peones quienes deben obedecer ante las órdenes de sus amos, éstos muchas veces prepotentes quienes abusan de su poder; esta leyenda trata este caso, ocurrida en la vereda Vallecitos.
Un señor muy rico, en los días amarraba un cuero de vaca a la parte posterior de la montura de un caballo, en él echaba sus morrocotas de oro y salía a asolearlas por toda su finca, lo que hoy en día es Vallecitos. Cierto día llegó de dar su paseo y le ordenó a su mayordomo que pelara la bestia así estando viva, el mayordomo ató la bestia y la peló cuando estuvo pelada don Juan Muñoz le ordenó que le echara sal para ver como brincaba, este obedeció, la bestia se paró maniatada y se tiro por un barranco donde murió. Al tiempo muere don Juan Muñoz dejando tres entierros repartidos en toda su finca, muchos aseguran que uno de ellos está en una gran piedra partida a la mitad que aún hoy existe en Vallecitos, que han tratado infinidades de veces en sacarlos y una nube de avispas y abejorros se lo impide; además un frío se apodera de ellos y son incapaces de mover un solo dedo, el otro se dice que está en el morro del Gallo; que sólo ven la luz que sale de allí y que nunca han encontrado nada, y del otro nadie sabe en dónde está. Hasta hace poco tiem-po algunas personas del lugar veían en las noches de luna llena, una figura humana con capa negra, sombrero negro y montado al revés en una mula sangrando, haciendo ruido con sus alforjas como si las llevara llenas de monedas.
Un señor muy rico, en los días amarraba un cuero de vaca a la parte posterior de la montura de un caballo, en él echaba sus morrocotas de oro y salía a asolearlas por toda su finca, lo que hoy en día es Vallecitos. Cierto día llegó de dar su paseo y le ordenó a su mayordomo que pelara la bestia así estando viva, el mayordomo ató la bestia y la peló cuando estuvo pelada don Juan Muñoz le ordenó que le echara sal para ver como brincaba, este obedeció, la bestia se paró maniatada y se tiro por un barranco donde murió. Al tiempo muere don Juan Muñoz dejando tres entierros repartidos en toda su finca, muchos aseguran que uno de ellos está en una gran piedra partida a la mitad que aún hoy existe en Vallecitos, que han tratado infinidades de veces en sacarlos y una nube de avispas y abejorros se lo impide; además un frío se apodera de ellos y son incapaces de mover un solo dedo, el otro se dice que está en el morro del Gallo; que sólo ven la luz que sale de allí y que nunca han encontrado nada, y del otro nadie sabe en dónde está. Hasta hace poco tiem-po algunas personas del lugar veían en las noches de luna llena, una figura humana con capa negra, sombrero negro y montado al revés en una mula sangrando, haciendo ruido con sus alforjas como si las llevara llenas de monedas.
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