El apóstol Juan se encontraba desterrado en La isla de Patmos cuando recibió las visiones audiovisuales de Apocalipsis.
La naturaleza de Apocalipsis
A. Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento, es un escrito de índole esencialmente profética, siendo esta obra el instrumento escogido por Dios para presentar revelaciones inspiradas en torno a numerosos eventos y circunstancias de la Era Cristiana, como, además, sobre la identidad, la naturaleza, las acciones y el destino de varias entidades espirituales o seculares-políticas.
Se hallan entre las profecías unas cuantas que describen gráficamente el espantoso desenlace final de la gran “Guerra Universal” entre dos poderosos contrincantes, a saber: Dios el Creador y Lucifer Satanás.
Esta misma “Guerra” es la que toma lugar también en la tierra entre las fuerzas del Bien y del Mal. Entre la iglesia verdadera fundada por Jesucristo y las organizaciones, tanto espirituales como seculares, que se oponen a ella y su mensaje de origen celestial.
B.Los siguientes dos textos inspirados identifican el contenido principal de Apocalipsis.
1. Apocalipsis 1:1. "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto…"
a) “Revelación” es el término inspirado que fija con precisión el contenido del libro de Apocalipsis. ¿Qué contiene esta “revelación”? El mismo versículo nos proporciona la respuesta. Contiene la manifestación de “las cosas que deben suceder pronto”.
b) ¿Qué propósito motiva a Dios a dar, mediante Jesucristo, esta “revelación”? También se contesta esta pregunta en Apocalipsis 1:1.
Se nos dice que Dios desea "manifestar… las cosas que deben suceder".
Allá en el siglo I, estando aún vivo el apóstol Juan, Dios previo, desde su trono en el cielo, “las cosas” que, para aquel tiempo, pertenecían al futuro. No habían sucedido aún, pero acontecerían en el futuro después de la fecha en que Juan recibió “la revelación”.
"…deben suceder", es decir, el Dios omnisciente, contemplando el espacio de tiempo desde el siglo I a través de los siglos subsiguientes de la Era Cristiana, discernía claramente “las cosas” que iban a pasar. Al menos las que él quería “manifestar” a la iglesia.
Ahora bien, tengamos presente que prever no es sinónimo de predestinar. Dios preveía que sucederían muchas cosas malas, como también cosas buenas, hecho que comprueba siquiera la lectura somera de Apocalipsis.
Mas, sin embargo, las malas se manifestarían, no porque la Deidad las programara o predestinara adrede, sino a consecuencia del pecado ya existente en el mundo desde la caída de Adán y Eva.
Sucederían a resultado del poder de Satanás en los seres humanos sometidos voluntariamente a él.
Ya que la “simiente corruptible” (1 Pedro 1:23-25) continuaría permaneciendo en la tierra también durante toda la Era Cristiana, se producirían, inevitablemente, cosas malas a lo largo de esta Era, pues “el árbol malo da frutos malos” (Mateo 7:15-10).
Además, algunas de “las cosas” previstas deberían suceder porque Dios mismo determinó intervenir providencialmente en ciertas situaciones humanas para que se ejecutara “lo que él quiso”(Apocalipsis 17:14-17).
2. Apocalipsis 1:3. "Las palabras de esta profecía." Esta expresión también pone de relieve el contenido céntrico de Apocalipsis. Fundamentalmente, su contenido es de "profecía", en contra distinción a revelaciones básicamente hortatorias (de exhortación), consoladoras o doctrinales.
El valor de Apocalipsis
El valor de Apocalipsis para quien lo lee. Nos parece oportuno explicar en esta sección el origen de nuestro Análisis de las profecías y visiones, y la meta que perseguimos en su desarrollo.
A. Resaltamos el valor de Apocalipsis. Muchísimas personas que leen aunque sea solo una pequeña porción de Apocalipsis, opinan que el libro es demasiado difícil de entender, aun indescifrable en las partes de alto contenido metafórico. Pronto se desorientan en su estudio, desanimándose, al tropezar con tantas exóticas figuras retóricas. Se escuchan exclamaciones tales como:
“¡Leer o estudiar ese libro es una pérdida de tiempo!”
“Cada comentarista interpreta el libro a su manera, presentando casi todos y cado uno explicaciones contradictorias.”
Pues bien, a la verdad, el libro no es fácil. Sin embargo, desde el primer versículo se destaca su importancia y valor para el lector, o la lectora, y, por ende, se infiere que entenderlo no es totalmente imposible. Consideremos:
1. Apocalipsis 1:3. “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas…” ¿Se da cuenta? ¡Leer u oír “las palabras de esta profecía” trae bienaventuranzas!
Pero, ¿cómo recibir bendiciones si casi todo el libro es, conforme a la apreciación de no pocos, un misterio envuelto en un enigma?
¿Cómo guardar “las cosas” de este libro si no son entendibles?
¿Con qué lógica “manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto” (Apocalipsis 1:1) si estas “cosas” no son comprensibles?
2. Apocalipsis 22:7 y 9. “Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.”
Instructivamente, el ángel que mostraba al apóstol Juan “estas cosas” se identifica, diciendo: “Yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro” (Apocalipsis 22:9). Recalcamos: ¿cómo guardarlas los humanos, o siquiera los ángeles, si no se pueden entender?
3. Apocalipsis 22:16. Apocalipsis fue dado por Dios para “testimonio… en las iglesias” (Apocalipsis 22:16). Pero, si este “testimonio” no es entendible, ¿con qué lógica darlo “en las iglesias”?
4. Apocalipsis 19:10. “El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apocalipsis 19:10). Esto quiere decir, a nuestro entender, que “la profecía”, y, por inferencia, su real y fiel cumplimiento, figura notablemente en el “testimonio” que Jesús da “en las iglesias”, y también como orientación o aviso para toda persona no convertida a Dios.
Sin embargo, este “testimonio de Jesús” solo traería confusión, aun burla, de resultar totalmente incomprensible. Surtiría el mismo efecto que hablar “lengua extraña”, sin interpretarla, en presencia de quien no la entienda. “No dirán que estáis locos?”(1 Corintios 14:9-11, 27-28).
5. Conclusión. A la luz de estos textos, al autor de este Análisis le parece no solo razonable y beneficioso sino también absolutamente necesario escudriñar el libro de Apocalipsis asidua y pacientemente.
Aún más, se tiene como un deber impuesto implícitamente por Dios.
A esto se debe que este servidor viene esforzándose, hace tiempo, para cumplir con lo que percibe como “mi deber personal de entender, al grado máximo posible, las profecías y visiones del libro”.
Estimado amigo, respetada dama, le animamos a hacer otro tanto.
Personalmente, ya he podido comprobar que Apocalipsis es un enorme tesoro riquísimo y variado. Examinarlo poco a poco, explorando, visualizando, profundizando, aprendiendo, haciéndolo nuestro, redunda en bendiciones valiosísimas, siendo una de las más grandes la de certificar la veracidad del libro.
Y esto mismito se logra al presenciar nosotros el incuestionable cumplimiento de profecías proyectadas para el tiempo que vivimos, al igual que verificar el asombroso cumplimiento de profecías y visiones dadas, conforme a nuestra apreciación, para etapas anteriores de la Era Cristiana.
B. Para este Análisis de las profecías y visiones de Apocalipsis establecemos la meta siguiente:
Presentar las interpretaciones que, a nuestro juicio, son las más lógicas por ser las que mejor armonizan entre sí, concuerdan con las demás Escrituras inspiradas y se ajustan a los eventos ya transcurridos durante la Era Cristiana, como, además, a los acontecimientos y las circunstancias significativas del tiempo presente (primera mitad del siglo XXI).
A pesar de haber desarrollado el autor de este Análisis fuertes convicciones sobre el significado y la aplicación de las profecías y visiones, jamás pretendo que sea aceptada mi interpretación como la definitiva o la única admisible.
Lejos de declarar mi análisis “finalizado de una vez para siempre”, sigo investigando materias relacionadas y comparando otras interpretaciones con la que yo ofrezco, humildemente.
A propósito, este Análisis no es una mera recopilación o comparación de interpretaciones ya publicadas, sino mayormente el resultado de estudios e investigaciones originales.
En este Análisis, no pretendemos descubrir y refutar toda interpretación contraria a la nuestra. Hace ya muchos años, se me asignó la tarea de enseñar el libro de Apocalipsis a los alumnos de la Escuela de Estudios Bíblicos Avanzados de las Iglesias de Cristo en Puerto Rico. Esta obra resulta ser, pues, el fruto de intensos estudios efectuados durante largos años, acompañados por la ferviente oración de no defraudar ni instruir erróneamente al estudiantado.
Seguramente, cualquier estudioso perspicaz apreciaría la importancia de también estudiar, él mismo, ella misma, detenida y objetivamente todas las interpretaciones traídas ANTES de hacer cualquier evaluación.
III. El trasfondo histórico del libro de Apocalipsis.
¿Quién es el autor de Apocalipsis?
1. Dios es el autor. “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio… y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan…” (Apocalipsis 1:1).
Cuatro seres desempeñaron distinto papeles para hacer llegar a la iglesia, y, por vía de la iglesia, a la humanidad, el libro de Apocalipsis, circunstancia que también contribuye a revestirlo de aún más importancia. Los cuatro seres son:
a) Dios es quien concibe el libro y compone su mensaje.
b) Jesucristo recibe de su Padre el mensaje, llamándose el libro, precisamente, “la revelación de Jesucristo”.
c) Un ángel recibe de Jesucristo “la revelación”.
d) El apóstol Juan recibe del ángel “la revelación”.
2. El propio apóstol Juan afirma haber recibido la revelación.
a) Apocalipsis 1:1. "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan."
b) Apocalipsis 1:4. "Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono."
c) Apocalipsis 1:9. "Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo."
d) Apocalipsis 21:2. "Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido."
e) Apocalipsis 22:8. "Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas."
3. Los siguientes escritores del siglo II y de la primera parte del siglo III de la Era Cristiana atestiguan que el apóstol Juan recibió y escribió el libro de Apocalipsis: Justino Mártir, Ireneo, Clemente, Origen, Tertuliano e Hipólito.
¿Dónde fue escrito Apocalipsis?
"…en la isla llamada Patmos" (Apocalipsis 1:9).
1. La localización de Patmos, su tamaño y su topografía:
"Unos 100 km. al suroeste de Éfeso, 16 km. de largo por 12 de ancho, rocosa y sin árboles. Se informa que Juan fue desterrado allí durante la persecución bajo Domiciano en el año 95 d. C., suelto y permitido su regreso bajo el emperador siguiente, Nerva, en el 96 d. C. y que vivió hasta el reinado de Trajano que comenzó en el 98 d. C." (Compendio manual de la Biblia, Henry Haley, 609).
2. La razón por la cual Juan se encontraba en la isla de Patmos:
a) "…por causa de la palabra de Dios…" (Apocalipsis 1:9).
b) "…y el testimonio de Jesucristo" (Apocalipsis 1:9).
¿Cuándo fue escrito Apocalipsis?
En el año 95 d. C., o quizás en el 96.
1. La razón principal que nos lleva a concluir que Apocalipsis fuese escrito en el año 95, o el año 96, después de Cristo descansa en el testimonio de Ireneo, cristiano erudito, autor y apologista que vivió en el siglo II. Ireneo escribió, en su obra Contra herejías:
"La Revelación fue vista no hace mucho tiempo sino casi durante el tiempo de nuestra generación hacia el fin del reinado de Domiciano".
a) El emperador romano Domiciano reinó desde el año 81 d. C. hasta el año 96 d. C.
“Tito Flavio Domiciano (51- 96 d. C.), emperador romano (81-96). Era el segundo de los hijos del emperador Vespasiano, y hermano del emperador Tito, a quien sucedió. A pesar de ser popular entre el ejército, los senadores le odiaron por sus intentos de dominarles y en especial por su adopción del título de dominus et deus (‘señor y dios’).
En el 85, se nombró censor perpetuo, lo que le dio el derecho vitalicio de supervisar el comportamiento del Senado.
Después de la sublevación de Saturnino, y en particular durante los tres últimos años de su reinado, aterrorizó a la aristocracia, ejecutó a muchos de sus miembros por supuestos actos de traición y confiscó sus posesiones para hacer frente a sus crecientes gastos.
Expulsó de Roma a los filósofos y matemáticos, y persiguió a los cristianos.
El 16 de septiembre del 96, fue asesinado en una conjuración de los oficiales de la corte y de su esposa, la emperatriz Domicia.”
b) Ireneo, nacido cerca de año 140 d. C., era contemporáneo de Policarpo, asegurando haber escuchado a este predicar.
“San Ireneo (c. 140-202), prelado cristiano y padre de la Iglesia. Nació en Asia Menor y de niño escuchó predicar a san Policarpo, obispo de Esmirna, discípulo de san Juan Evangelista. En el 177 fue nombrado obispo de Lyon, cargo en el que logró muchas conversiones entre los galos.”
c) Policarpo, quien murió en el año 155 d. C., era, a su vez, contemporáneo del apóstol Juan por más de veintinueve años.
d) Conclusión importante. Ireneo tuvo amplias oportunidades personales para obtener directamente de Policarpo información fidedigna acerca del apóstol Juan, sus obras en el Reino de Dios y sus escritos.
e) Objeción a la conclusión. Se alega que el lenguaje de Ireneo en el idioma original es ambiguo, dando lugar a una interpretación diferente, a saber: que el pergamino de Apocalipsis, supuestamente ya existente desde antes del año 67 d. C., fuera visto en el año 95 ó 96 d. C., o que el propio Juan, como persona viva en la tierra, fuera visto.
f) Evaluación de la objeción. El contexto de la afirmación de Ireneo claramente indica que se trata de las visiones de Apocalipsis, y no del pergamino en el que las visiones fueran escritas.
“La Revelación fue vista”, escribe Ireneo. “Fue vista” armoniza perfectamente con el medio utilizado por Dios para transmitir las profecías, a saber: escenarios que el apóstol Juan vio transcurrir como en vivo.
Consideremos: el verbo "Vi" aparece por lo menos treinta y siete veces en Apocalipsis, y el verbo "Miré", al menos doce veces. Ciertamente, "la Revelación fue vista", tal y como dice Ireneo. Estas consideraciones invalidan, a nuestro parecer, la objeción.
g) La expresión "no hace mucho tiempo sino casi durante el tiempo de nuestra generación" la consideramos una evidencia inexpugnable de que Apocalipsis data desde el año 95 d. C. y no desde la década de los sesenta del siglo I.
Razonemos objetivamente. Ireneo nació cerca del año 140 d. C., datando sus obras literarias principales desde más o menos el año 180 d. C. (La enciclopedia británica, Tomo XII, Página 633, 1964).
Diciendo Ireneo “nuestra generación”, se dirige a la generación existente en el momento cuando compuso su escrito, o sea, la generación viva para los años del 130 a más o menos el 188.
Tomemos nota: para aquella generación de Ireneo, la sexta década del siglo I no era, en definitiva, “casi durante” su tiempo, habiendo transcurrida entre sesenta y cien años, o más, antes de su generación.
En cambio, el año 95 d. C. es más cerca, por más o menos treinta años, a la generación de Ireneo, que los años sesenta del siglo I. “…casi durante” durante el tiempo de Ireneo. Siendo relativo el adverbio “casi”, determinando contextos particulares su sentido.
Ireneo escribe sobre Apocalipsis.
Algunos datos pertinentes.
Ireneo nació entre el año 120 d. C. y el 140 d. C. Murió en el año 202 d. C.
Su obra Contra herejías fue escrita entre los años 182 d. C. y 188 d. C.
Los datos sobre su vida y sus comentarios sobre Apocalipsis se encuentran en Los padres eclesiásticos de la época antes del Concilio de Nicea, Tomo I, Páginas 309-567.
(Publicado en inglés por Wm. B. Eerdmans Publishing Company, Grand Rapids, Michigan, USA. Edición de junio de 1975.)
Ireneo escribió una refutación extensa de las herejías de su tiempo en la obra Contra herejías, presentando él en este libro interpretaciones sobre algunas profecías de Apocalipsis. Las citamos, no con el propósito de analizarlas detenidamente, sino para poner en claro que, para Ireneo, las profecías apocalípticas recibidas por el apóstol Juan NO fueron cumplidas antes del año 70 d. C.
Reiteramos: en cuanto a la fecha para cuándo el apóstol Juan recibiera las profecías de Apocalipsis, Ireneo dice: “La visión apocalíptica... fue vista no hace mucho tiempo, sino casi en nuestros días, hacia fines del reinado de Domiciano” (Tomo I de Los padres eclesiásticos, 559-560).
Ireneo alude a “todas las copias antiguas aprobadas” de Apocalipsis existentes en su tiempo (Tomo I de Los padres eclesiásticos, 558). Así que, se sobreentiende que no se trata de dos o tres copias nuevas sino de una cantidad de “copias antiguas”.
Comentarios de Ireneo sobre Apocalipsis
Ireneo afirma que los diez reyes (diez cuernos) aún no habían venido (Tomo I de Los padres eclesiásticos, 559), que el Imperio Romano (el reino que estaba en poder cuando vivía Ireneo) sería dividido entre ellos, que los diez reyes serían los “últimos” y que el “hombre de perdición” vendría sentado sobre ellos. Dice que los diez reyes son los diez dedos de la imagen que vio Nabucodonosor y que Cristo es la piedra pequeña que desmenuzó la estatua vista en la visión de Nabucodonosor, según revelada e interpretada en Daniel 2 (Tomo I de Los padres eclesiásticos, 553-555).
Opinó que el Anticristo se sentaría en un templo en Jerusalén y que su “tiranía” duraría tres años y medio, durante los cuales los santos serían perseguidos y vencidos (Tomo I de Los padres eclesiásticos, 553-554). Lo identifica como la primera bestia del capítulo 13 de Apocalipsis.
Con claridad inconfundible, Ireneo indica que, para él, las profecías de Apocalipsis no se habían cumplido, pues escribe: “Cuando venga el Anticristo...” (Tomo I de Los padres eclesiásticos, 557), y referente a la bestia dice: “Cuando venga...” (Tomo I de Los padres eclesiásticos, 558).
Refiriéndose a los diez reyes, explica que sería necesario esperar su aparición (Tomo I de Los padres eclesiásticos, 559).
Se deduce, por lo tanto, que Ireneo proyectaba la aparición de estos seres para un tiempo futuro a los años del 182 al 188 d. C., tiempo en el que escribió los textos citados. Definitivamente, no fijó el cumplimiento de las profecías para la década de los sesenta del siglo I.
Para Ireneo, se concentran en la bestia “toda suerte de iniquidad y de engaño... todo poder apóstata” (Tomo I de Los padres eclesiásticos, 558).
“También Lateinos tiene el número seiscientos sesenta y seis; y es una solución muy probable, siendo este el nombre del último reino de los cuatro vistos por Daniel. Pues, quienes gobiernan en el presente son latinos.”
Sugiere como “meritorio” el nombre “Titán”, el cual se deletrea en griego “Teitan”, dando sus letras el valor numérico de 666.
Añade: “Hay una probabilidad muy fuerte de que se llame Titán el (Anticristo) que ha de venir. Sin embargo, no tomaremos el riesgo de pronunciar positivamente al respecto”(Tomo I de Los padres eclesiásticos, 559).
2. A pesar del testimonio de Ireneo, algunos comentaristas insisten en que Apocalipsis fuese escrito antes del año 70 d. C., presentando los siguientes argumentos.
a) Argumento 1. Para el año 95 d. C., el apóstol Juan hubiese tenido noventa años de edad, o quizás más. Se deduce que hubiese sido demasiado viejo, y, por ende, físicamente débil, para recibir las extensas y complicadas revelaciones de Apocalipsis.
Respondemos:
(1) Quien sostiene este argumento pone en tela de juicio el poder de Dios de conservar a Juan fuerte en cuerpo, mente y espíritu para que siguiera activo en el Reino espiritual aun cuando ya muy avanzado de edad.
Quizás las palabras de Cristo en Juan 21:22 indiquen que Dios proyectara para Juan largos años de servicio. "Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a tí?" Es decir, "Si quiero que Juan viva largos años, aun a una edad muy avanzada, tengo potestad y poder para lograrlo".
(2) El historiador cristiano Eusebio de Cesarea (269 – 339 d. C.) anota, en su obra Historia eclesiástica, varias evidencias según las que el apóstol Juan, una vez fallecido el emperador perseguidor Domiciano en 96 d. C., salió de Patmos, yendo a vivir en Éfeso, donde permaneció unos años más ocupado en obras del Señor.
Sección XX, 9 de la Historia eclesiástica, por Eusebio
“9. Así pues, entonces, según una antigua tradición nuestra, el apóstol Juan, viniendo del destierro en la isla, pasó a vivir a Éfeso.”
Sección XXIII de Historia eclesiástica
“1. Por entonces [desde 96 hasta el reinado de Trajano: 98 – 117 d. C. 93], el apóstol y evangelista Juan, aquel a quien Jesús amaba, todavía estaba con vista en Asia y continuaba allí cuidando de la iglesia tras volver del destierro de la isla, una vez que hubo muerto Domiciano.
2. Bastarán los testigos para garantizar que entonces Juan todavía vivía, pues ambos son fidedignos y reconocidos en la ortodoxia de la iglesia. Se trata de Ireneo y de Clemente de Alejandría.
3. El primero, en algún punto del libro II de Contra las herejías [2.33], escribe lo siguiente: «Y todos los ancianos de Asia que mantienen contactos con Juan, el discípulo del Señor, dan testimonio de que lo transmite Juan, pues permaneció con ellos hasta los tiempos de Trajano».
4. También el libro III de la misma obra expone así: «Pero incluso la iglesia de Éfeso, puesto que la fundó Pablo y que Juan permaneció en ella hasta los tiempos de Trajano, es un testimonio verdadero de la tradición de los apóstoles». [3.3]
5. Por otro lado, Clemente indica el mismo tiempo, y añadió un relato, indispensable para aquellos que gustan de oír cosas hermosas y de algún provecho, a la obra que tituló ¿Quién es el rico que se salva? Así pues, tómala y lee lo que allí se halla escrito.” [El texto de ¿Quién es el rico que se salva? se puede leer en… www.editoriallapaz.org/historia_Juan_apostol_joven_Efeso.htm]
(3) En el contexto de años de vida y largo servicio en la iglesia de Cristo, Simeón, hijo de Cleofás (Lucas 24:18), hasta iguala o supera al apóstol Juan, pues ¡Simeón fue martirizado a los ciento veinte años de edad! Eusebio de Cesarea relata lo siguiente acerca de Simeón.
Sección XXXII de Historia eclesiástica
1. Una tradición sostiene que, en el tiempo del emperador cuya época estamos estudiando [la de Trajano: 98 – 117 d. C.], después de Nerón y Domiciano, resurgió en ciertas partes y en las ciudades una nueva persecución contra nosotros por causa de las revueltas del pueblo. En ésta, Simeón, el hijo de Clopás [Cleofás –Lucas 24:28], el cual ya indicamos que fue el segundo en ser instituido obispo de la iglesia de Jerusalén, nos hemos enterado que murió martirizado.
2. De esto es testigo aquel Hegesipo que ya hemos citado en diversas ocasiones. Añade que, claramente en ese mismo tiempo, Simeón sufrió una acusación y que fue atormentado por muchos días, y de muchos modos diferentes, hasta que, dejando consternado al mismo juez y a los suyos, alcanzó una muerte parecida a la Pasión del Señor.
[Hegesipo de Jerusalén: c. 110 – c. 180 d. C. Convertido a Cristo, Hegesipo escribió una historia de la iglesia primitiva, de la cual solo se conservan ocho porciones citadas por Eusebio de Cesarea en su Historia eclesiástica.]
3. Pero no hay nada como escuchar al propio autor, que refiere textualmente lo que sigue: «Por esto, claramente algunos herejes acusan a Simón, hijo de Clopás [Cleofás], a causa de ser descendientes de David y cristiano, y de este modo sufre el martirio a los ciento veinte años de edad, en tiempos del emperador Trajano y del gobernador Ático».
4. Hegesipo dice que sucedió que sus acusadores, cuando se investigaba acerca de la tribu real de los judíos, fueron apresados porque ellos también pertenecían a ella.
Calculando un poco, se puede decir que Simón vio y oyó en persona al Señor, tomando como prueba su larga edad y la referencia, en los Evangelios, a María de Clopás, el cual, como ya demostramos, era su padre.
(5) En el presente, no faltan cristianos de edad avanzada cuyas aportaciones a la obra del Señor siguen siendo sustanciales. Entre ellos figuran quienes redactan libros y artículos valiosos basados en sus largos años de estudio, oración, meditación, observación y experiencia.
b) Argumento 2 en contra de la fecha 95 d. C. para Apocalipsis.
Se observa que no hay alusión alguna en el libro de Apocalipsis a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., "el evento más importante, en términos religiosos, en dos mil años", a opinión de cierto comentarista (Burton Coffman, Comentario sobre Apocalipsis, Introducción, Página 5). Se concluye que el libro de Apocalipsis fue escrito antes de referido evento.
Analizamos este argumento.
(1) En primer lugar, ciertamente han transcurrido durante la Era Cristiana eventos más importantes para nosotros los cristianos que la destrucción de Jerusalén.
Por ejemplo: las persecuciones que sufrió la iglesia verdadera a manos de los romanos antes de la conversión de Constantino, el nacimiento y el desarrollo de la segunda bestia (la "gran apostasía"), las fieras persecuciones de la "madre iglesia apóstata” contra los cristianos verdaderos, la aparición y la obra de los "diez cuernos" o la iniciación y el desarrollo del Milenio.
En términos de su impacto directo sobre la iglesia, ¿no tienen estos eventos muchísimo más importancia que la caída de Jerusalén?
La destrucción de Jerusalén tuvo muchísimo más importancia para los judíos que no recibieron a Cristo como el Mesías que para la iglesia del Señor.
(2) Además, si Apocalipsis fue escrito antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70, se anticiparía la inclusión en el libro de profecías detalladas sobre aquel evento.
No habiéndolas, se deduce que, indubitablemente, la “revelación” de Apocalipsis fue recibida después de la destrucción de Jerusalén.
De hecho, no hay tales profecías en Apocalipsis.
En la próxima partida se trae el ejemplo de un comentarista que discrepa de esta afirmación, aplicando él muchas de las profecías de Apocalipsis precisamente a la destrucción de Jerusalén.
c) Argumento 3. En su comentario El libro de Revelación (The Book of Revelation. Noble Patterson Publisher-Distributor, PO. Box 7410, Ft. Worth, TX 76111, 1966), Foy E. Wallace, hijo, afirma que Apocalipsis fue escrito "temprano en el reinado de Nerón y antes de la destrucción de Jerusalén" (Página 29).
Sostiene que se trata de profecías sobre "el derrocamiento de la Jerusalén apóstata, la obliteración de la teocracia judaica con la demolición del templo, la caída calamitosa del judaísmo y el fin catastrófico del estado de Israel".
Propone que el triunfo de la iglesia sobre los poderes perseguidores "se simboliza mediante las escenas triunfantes de una resurrección y una entronización, ambas figurativas; y que... las visiones del Libro de Revelación fueron cumplidas en las experiencias de las iglesias de aquel periodo, no alcanzando el Apocalipsis el tiempo más allá de la era de las persecuciones romanas contra la iglesia" (Página 27).
(1) No obstante la aseveración del comentarista Wallace al efecto de que cualquier otra interpretación sería forzada, haciendo violencia al lenguaje del libro (Página 30), encontramos la suya conflictiva con realidades históricas, como, además, limitada en extremo la aplicación que él hace de las profecías y visiones apocalípticas, pues comprime el cumplimiento de la mayoría dentro de unos pocos años de la sexta década del siglo I, limitando todas al tiempo del Imperio Romano previo a la conversión del emperador Constantino.
(a) Por ejemplo, referente a la profecía de Apocalipsis 13:7, el comentarista Wallace dice que Satanás obró por medio de los emperadores romanos, en particular, por Nerón, para vencer a los santos mediante "la destrucción de Jerusalén, la ciudad sagrada y el templo santo" (Páginas 292-293).
Cabe preguntar: ¿venció Nerón a los cristianos de la década de los sesenta del siglo I? ¡De modo alguno! Mató sí a algunos, mas, sin embargo, ¡la iglesia siguió creciendo a pasos agigantados!
¿Resultó la destrucción de Jerusalén en la derrota de los santos de la década de los sesenta del siglo I? ¡Desde luego que no! Quienes quedaron vencidos eran los judíos incrédulos, y no, de modo alguno, los santos de la iglesia.
(b) El comentarista Wallace dice que la "tierra" (Apocalipsis 13:1) es "la gente de Palestina" (Página 295), y que la segunda bestia es "los perseguidores gobernantes de Palestina" (Página 296), ofreciendo una pequeña explicación enigmática sobre la "imagen" de la bestia, la que no armoniza con la descripción dada en el capítulo 13 de Apocalipsis.
Preguntamos: en la sexta década del siglo I…
¿Ordenaron los gobernantes de Palestina a los judíos a fabricar una imagen al emperador?
¿Mandaron a los judíos a matar a los cristianos que no adorasen al emperador?
¿Intervinieron para controlar absolutamente el comercio en Palestina, poniendo una marca tanto en los judíos como en los cristianos que no rindieran culto al emperador?
¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Cuáles son las evidencias?
(c) Disertando sobre la "gran ramera", el comentarista Wallace asevera que Jerusalén es la única ciudad que responde a las descripciones simbólicas del capítulo 17 de Apocalipsis, añadiendo que ella es la "madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra", y que la "tierra" de la profecía encierra tan solo a Judea y Palestina, nada más (Páginas 364-365).
Estimado lector, estimada, traeremos, con el favor de Dios, una interpretación más acorde con los hechos históricos, demostrando ampliamente que la Roma "espiritual", corrupta en doctrina y vida, hace mucho mejor el rol de "madre de las rameras" que la Jerusalén terrenal del siglo I.
(2) Las profecías detalladas sobre la destrucción de Jerusalén las encontramos en Mateo 24, Marcos 13, Lucas 17:20-37 y Lucas 21; no en Apocalipsis.
d) Argumento 4. Amparándose en los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis, se sostiene que, conforme a las siete cartas dirigidas a las siete iglesias de Asia, los judíos incrédulos seguían persiguiendo a los cristianos para el tiempo cuando el libro de Apocalipsis fue revelado, y se afirma que esta clase de persecución no fue efectuada después de la caída de Jerusalén de 70 del siglo I. Se deduce que Apocalipsis fuese escrito antes de la caída de Jerusalén en referida fecha.
Escrutamos este argumento.
(1) Leemos atentamente las siete cartas, preguntado: ¿Qué son las evidencias de una alegada persecución judía contra las iglesias?
¿Acaso lo que dice Apocalipsis 2:9? “Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.”
¿O Apocalipsis 3:9? “He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten.”
Observamos que en ambos textos se aclara que los que decían ser judíos no lo eran, sino que mentían.
(2) En realidad, los judíos incrédulos no desaparecieron de la faz de la tierra después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C.
Al contrario, entre ellos hubo tal resurgimiento después de aquella derrota aplastante que para el año 131 d. C., lograron montar contra el Imperio Romano otra tremenda confrontación sanguinaria.
Dadas estas circunstancias, es de suponerse que algunos de los judíos incrédulos del tiempo entre el año 70 y el año 135 siguieran oponiéndose no solo a Roma sino también a los cristianos.
3. A todo lo anterior añadimos las siguientes consideraciones.
a) Suponiendo que el apóstol Juan escribiera Apocalipsis antes de la destrucción de Jerusalén en 70 d. C. y que Jerusalén fuese “la gran ramera… Babilonia la grande”, ¿por qué enviaría Cristo siete cartas a las siete iglesias de Asia, y no una carta a la muy grande congregación de Jerusalén, más otras seis a distintas iglesias de Judea, Samaria y Galilea?
b) Escribiendo Juan el libro de Apocalipsis en la isla de Patmos durante los sesenta del siglo I, ¿cuánto tiempo se hubiera tomado para hacer copias, laboriosamente, a mano, en pergaminos, haciéndolas llegar a Jerusalén y todo el territorio de Israel, para que todas las muchas iglesias de todos aquellos entornos estudiaran el libro y lo interpretaran correctamente, tomando medidas a tiempo para no caer víctimas de los ejércitos romanos?
c) En las epístolas del apóstol Pablo escritas durante la primera mitad de la década de los sesenta del siglo I, no aflora evidencia alguna al efecto de que aquel apóstol tuviera conocimiento de la existencia del libro de Apocalipsis. Ni tampoco Pedro, en las dos epístolas escritas por él, incluidas en el Nuevo Testamento. Ambos apóstoles fueron martirizados durante el reinado de Nerón, más o menos entre los años del 64 al 67.El significado del vocablo Apocalipsis
1. El reconocido lexicógrafo Joseph Henry Thayer, D.D., define el vocablo griego ἀποκάλυψις (Apocalipsis) como sigue: "Poner al descubierto".
Según él, se trata de "la instrucción acerca de las cosas divinas antes no conocidas". Específicamente, en el caso del último libro del Nuevo Testamento llamado “Apocalipsis” se trata de "la revelación de las cosas futuras relacionadas con la consumación del reino divino."
(El léxico Griego-Inglés de Thayer, 62).
2. En su Léxico Griego-Español, Alfred Tuggy provee la siguiente información.
ἀποκάλυψις, εως, ἡ. Revelación, manifestación, apocalipsis. A) Revelación de una verdad en general (con objeto en gen.): Lc. 2:32; Ro. 16:25; Ef. 1:17. B) Revelación por medio de visiones, sueños, etc., (con el autor en gen.): 1 Co. 14:6; 1 Co. 14:26; 2 Co. 12:1; 2 Co. 12:7; Gá. 1:12; Gá. 2:2; Ef. 3:3; Ap. 1:1. (Ver C.). C) Revelación escatológica: Ro. 2:5; Ro. 8:19; 1 Co. 1:7; 2 Tes. 1:7; 1 P. 1:7; 1 P. 1:13; 1 P. 4:13. Ap. 1:1. (Ver B.)
3. Contrasta con estos léxicos la definición del Diccionario de uso del español, Tomo 1, Página 215, donde se afirma que Apocalipsis es el "Último libro del Nuevo Testamento, que se refiere a lo que ocurrirá al acabarse el mundo".
a) La expresión "lo que ocurrirá al acabarse el mundo" implica que las profecías de Apocalipsis no cubran los casi veinte siglos ya transcurridos de la Era Cristiana sino que se limiten solo a los eventos del fin del universo y del tiempo.
b) Infinidad de tratados, libros, sermones, sitios de Internet, etcétera, sobre Apocalipsis respaldan esta misma línea de interpretación.
Por ejemplo, el autor Louis Scoczek sostiene que todas las profecías de Apocalipsis se cumplen durante los últimos siete años de la existencia de la tierra, no aplicando él ninguna profecía apocalíptica a los veinte siglos ya transcurridos del cristianismo
Sin embargo, evidencias abundantes rinden insostenible esta tesis, las que serán presentadas con lujo de detalle en este Análisis.
4. "Apocalipsis" y "apocalíptico" figuran con frecuencia asombrosa en obras literarias y cinematográficas de actualidad, casi siempre en el contexto de eventos catastróficos de índole malévola que presagien el colapso total de civilizaciones o el fin violentísimo del mundo. Su uso obedece a las percepciones populares sobre el significado de “Apocalipsis” y el supuesto tiempo para el cumplimiento de las profecías.
5. Para el entendimiento correcto de Apocalipsis, tengamos presente en todo momento el significado básico de la palabra griega original: "poner al descubierto".
Aplicado al libro de Apocalipsis escrito por el apóstol Juan, esto quiere decir: "descubrir a la luz eventos y condiciones futuras".
Profundizándonos en las profecías y las evidencias de su cumplimiento, veremos que ese "futuro" comenzó a fines del siglo I, y no en la última mitad del siglo XX, o, como especulan algunos intérpretes, que todavía, a estas alturas, ni siquiera haya comenzado.
¿Cuánto tiempo cubren las profecías de Apocalipsis?
A. Anotamos, a continuación, algunas teorías respecto al tiempo que cubren las profecías apocalípticas.
1. Teoría. Cubren desde el reinado del emperador Nerón hasta el año 70 d. C., o sea, cubren tan solo unos pocos años de la sexta década del siglo I.
2. Teoría. Cubren desde el reinado de Nerón hasta la conversión del emperador romano Constantino en el año 324 d. C.
3. Teoría. Cubren desde la década de los sesenta del siglo I hasta el año 476 d. C., fecha en que Odeacro, varón no ciudadano romano, ocupó el trono del Imperio Romano.
Curiosamente, se encuentra en muchas obras de índole histórica un error mayúsculo acerca de la fecha para el fin del Imperio Romano, a saber: que aquel Imperio cayera en el año 476 d. C., idea creída y propagada ampliamente hasta el sol de hoy.
Lo cierto es que el Imperio Romano no cayó hasta más de un milenio después del año 476, hecho comprobado por Edward Gibbon, Will Durant y otros historiadores de renombre. Sobre este particular se abunda mucho en este Análisis, particularmente en la exposición sobre los capítulos 13 y 17 de Apocalipsis.
4. Teoría. Con la excepción de las siete cartas a las iglesias de Asia, cubren desde más o menos la década de los sesenta del siglo XX (1960 - 1969), cuando muchos predicadores pentecostales y otros líderes religiosos comenzaron a predecir la inminente Segunda Venida de Cristo, hasta una “Tercera Venida” de Cristo, proyectada por ellos, para poner fin al mundo.
5. Teoría. Cubren desde algún punto en el futuro cercano, después del presente año (2020), hasta la culminación del plan de Dios para la raza humana y el universo, siendo esta la posición del Sr. Louis Scoczek, citado anteriormente, solidarizándose con él muchísimos expositores de actualidad.
6. Aseveración nuestra. Cubren desde el año 95 d. C. hasta el fin del mundo y del tiempo.
B. Para la determinación acertada de cuánto tiempo cubren las profecías apocalípticas Dios nos proporciona cinco indicaciones claves en pasajes del mismo libro de Apocalipsis. Apocalipsis 1:1; 1:3; 22:10; 1:19 y 10:5-7.
1. Apocalipsis 1:1. "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto".
a) ¿Qué quiere decir "pronto"?
(1) ¿Qué todas las profecías se cumplirían dentro de un término de tres meses, tres años, tres siglos o muchos siglos?
(2) Para nosotros los seres humanos, el elemento de relatividad es inherente en el adverbio "pronto", ya que este vocablo no identifica con precisión exacta algún tiempo determinado.
(a) El significado o sentido del adverbio "pronto" lo determinan el contexto verbal, como, además, aun ciertos gestos o el tono de voz.
(b) También determina el sentido de “pronto” nuestro peculiar concepto humano del "tiempo", pues esta dimensión es, para nuestra raza, limitada e incierta por naturaleza, debido por nuestros entornos materiales y temporales.
En cambio, para Dios, quien "es el único que tiene inmortalidad" (1 Timoteo 6:16), "pronto" no quiere decir, necesariamente, "casi de inmediato", "dentro de unas pocas horas, unos pocos días, unos pocos años, ni siquiera varios siglos o épocas", ya que para él "un día es como mil años, y mil años como un día" (2 Pedro 3:8).
2. Apocalipsis 1:3; 22:10. “El tiempo está cerca." Dado que esta frase aparece en el contexto de profecías, entendemos que significa: "El tiempo para iniciarse el cumplimiento de las profecías está cerca".
a) El elemento de relatividad también es atributo inherente del adverbio "cerca".
(1) ¿Cómo debe entenderse este adverbio? ¿"Muy cerca, a punto de comenzarse", como en la declaración del Juan el Bautista: "el reino de los cielos se ha acercado" (Mateo 3:2)?
Por cierto, el reino de Dios iba a manifestarse dentro de pocos días en la persona de Cristo y sería establecido entre los hombres dentro de aproximadamente tres años y medio después del anuncio de Juan el Bautista.
(2) O, ¿quiere decir "quizá después de muchos siglos", como en 1 Pedro 4:7, donde escribe el apóstol Pedro: "El fin de todas las cosas se acerca"?
Pedro no dice que el fin de Jerusalén se acerca sino "el fin de todas las cosas".
En su segunda carta, “todas estas cosas” abarcan los cielos, los elementos, “la tierra y las obras que en ella hay” (2 Pedro 3:10-11), y no tan solo Jerusalén o la tierra de Israel.
El apóstol Santiago anunció en el siglo I: "La venida del Señor se acerca" (Santiago 5:8). ¿Acaso escogiera el Espíritu Santo esta fraseología particular para advertir la inminente destrucción del templo judío y Jerusalén? Semejante aplicación no armoniza con la doctrina del Nuevo Testamento sobre la Segunda Venida de Cristo, la que siempre se relaciona con la resurrección de los muertos, la transformación de los vivos y la destrucción total del universo material.
b) El verdadero significado de "cerca" lo puede determinar solo el contexto de Apocalipsis.
3. Apocalipsis 1:19. "Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas".
a) La expresión "las que han de ser después de estas" indica, definitivamente, secuencia de tiempo, sin que haya un lapso prolongado de tiempo que separe "las que son" de "las que han de ser después". Primero, "las que son"; enseguida, "las que han de ser después", sin un intervalo largo de tiempo que los separe.
Entendemos que Cristo estaría afirmando que los eventos futuros revelados en Apocalipsis comenzarían a suceder inmediatamente después de la revelación de "las que son", o poco tiempo después de la revelación.
b) "…las que has visto." El apóstol Juan había visto:
(1) Un ser "semejante al Hijo del Hombre" (Apocalipsis 1:13);
(2) "Los siete candeleros de oro" (Apocalipsis 1:12);
(3) “Las siete estrellas”(Apocalipsis 1:16).
c) "…las que son." No se trata de las cosas que “son” en nuestro tiempo del siglo XXI sino de las que “eran” en el tiempo cuando Juan recibió las revelaciones. O sea, en el “presente” para él; el año 95 d. C.
Se refiere a las circunstancias doctrinales, morales, sociales y políticas que afectaban a las iglesias del siglo I. En particular, a las siete iglesias de Asia, provincia del Imperio Romano. De hecho, las siete cartas, pese a su brevedad, revelan mucho acerca del ámbito en el que se desenvolvían aquellas congregaciones.
d) "…las que han de ser." Estas cosas que "han de ser" no son exclusivamente las que serán después del tiempo presente (el siglo XXI), abarcando la frase "han de ser" todas las cosas que iban a suceder desde el tiempo cuando las revelaciones fueron dadas a Juan en 95 d. C. hasta el tiempo presente, como también algunas cosas que han de suceder durante el período que cubre desde el presente hasta el fin del mundo.
4. Apocalipsis 10:5-7. "El ángel que vi en pie sobre el mar... juró... que el tiempo no sería más, sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará.”
a) En este pasaje, claramente se anuncia el fin del tiempo, y, por ende, la consumación del plan (“misterio”) de Dios para la raza humana y el universo. “…el tiempo no sería más…” Partiendo de este hecho, se desprende el que los eventos profetizados mediante las primeras seis trompetas ocurrirían antes del fin del tiempo.
b) Al seguir desarrollando nosotros este Análisis, estudiaremos otras profecías parecidas a esta del “séptimo ángel” sobre el fin del universo y del tiempo.
5. Conclusiones.
a) Los parámetros de tiempo que establece, por un lado, la terminología "pronto", "el tiempo está cerca" y "las cosas que han de ser después", y, por el otro extremo, la que dice "el tiempo no sería más", nos llevan a la fuerte convicción de que las profecías de Apocalipsis cubren desde los últimos años del siglo I después de Cristo hasta el fin de todas las cosas materiales y del tiempo mismo.
b) En adición a los parámetros de tiempo fijados por las frases estudiadas, confirman nuestra conclusión las interpretaciones de las profecías que ofrecemos en esta obra. Veremos que las profecías realmente cubren el tiempo desde los últimos años del siglo I de nuestra Era hasta el fin del universo.
c) Cualquier otra posición sobre el tiempo que cubren las profecías apocalípticas carece, hasta donde hayamos podido verificar, de evidencias o argumentos convincentes que la respalden.
¿Para quiénes fue escrito Apocalipsis?
A. “Juan, a las siete iglesias que están en Asia…” (Apocalipsis 1:4).
“…los siete candeleros…” en medio de los cuales se para Cristo “son las siete iglesias” (Apocalipsis 1:20). “El que tiene las siete estrellas en su mano…” manda siete cartas a las siete iglesias en Asia (Apocalipsis 2 y 3).
Asumiendo que el “siete” sea el número profético de completitud, razonamos que aquellas “siete iglesias… en Asia” representaran, de una que otra manera, quizás a grandes rasgos, la totalidad de congregaciones en el siglo I, y, por extensión, representarían la totalidad de congregaciones en todo lugar y tiempo desde el año 95 d. C. hasta el fin del universo material y del tiempo mismo.
B. Reflexionando sobre todas las bienaventuranzas, profecías, enseñanzas, advertencias y orientaciones de Apocalipsis, a este servidor me parece del todo inconcebible que fuesen limitadas solo a las siete iglesias de Asia.
¿Todo Apocalipsis solo para aquellas siete iglesias de Asia? ¿Solo para el tiempo de ellas? Altamente dudoso. Aun irrazonable.
¿Qué no fuera para las demás congregaciones de aquel tiempo, las que estarían experimentando, sin duda, más o menos lo mismo que las iglesias de Asia? ¿Cuán lógico sería semejante concepto de Apocalipsis?
De la manera que las cartas inspiradas dirigidas por los apóstoles Pablo, Juan y Pedro a congregaciones particulares o individuos, son, en realidad, para la iglesia universal, asimismo el libro de Apocalipsis.
Pablo escribió dos epístolas a los corintios, pero las mismas contienen instrucciones aplicables universalmente a los cristianos.
Apocalipsis es para todo “el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas…” (Apocalipsis 1:2). Entonces, no tan solo para una porción selecta y muy limitada de la población global sino para todos los habitantes en el mundo enterno.
“Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor…” (Apocalipsis 14:13).
¿Las bienaventuranzas pronunciadas en Apocalipsis solo para los que murieran “en el Señor” en las “siete iglesias… en Asia”?
¿Solo para los de la década de los sesenta del siglo I?
¿Solo para los que murieran en el Señor antes del año 476 d. C.?
¡Claro que no!
Apocalipsis es para mí. Apocalipsis es para usted. ¡Apocalipsis es para todos!
Estimado estudioso de las Sagradas Escrituras, Apocalipsis es "alimento sólido" (Hebreos 5:13-14); también este "Comentario". Digerirlo todo requiere mucho tiempo, paciencia y gran concentración. Nuestra oración al Señor es que encuentre usted edificante este Análisis. Gustosamente, recibiremos sus observaciones, evaluaciones, sugerencias, inquietudes o correcciones, siempre y cuando respiren objetividad y sean respaldadas por textos bíblicos, argumentos lógicos o información histórica fidedigna.
Observaciones adicionales del autor.
Por importante que sea el estudio de Apocalipsis, y lo es, indubitablemente, un grado mayor de importancia tiene el estudio de la "sana doctrina" fundamental revelada en su totalidad por el Espíritu Santo (Juan 16:13).
"Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren" (1 Timoteo 4:16).
"Cualquier que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo" (2 Juan 1:9).
Una anomalía curiosa y preocupante de nuestra época es el afán descomunal que manifiestan muchos creyentes, incluso predicadores, evangelistas y pastores, por Apocalipsis y otros textos proféticos, sin haber aprendido ellos siquiera "los rudimentos de la doctrina de Cristo" (Hebreos 6:1)
Por ejemplo, que el bautismo bíblico es por inmersión y "para perdón de los pecados" (Hechos 2:38; 8:34-40).
"Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre... Y entonces los declararé: Nunca os conocí..." (Mateo 7:22-23). ¿Y por qué "nunca"?
Obviamente, porque jamás llegaron a creer y bautizarse como ordena Cristo en la Gran Comisión, diciendo: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo..." (Marcos 16:15-16).
Preciosa alma de Dios, respetuosamente le animamos a escudriñar no solo Apocalipsis sino a dedicarse al escrutinio cuidadoso y objetivo, con oración, de las Doctrinas fundamentales del evangelio.
Fuente: http://www.editoriallapaz.org/
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