Fue elegida entre 600 aspirantes para protagonizar uno de los papeles más recordados de la historia del cine de terror. Se convirtió en estrella a los 14 años. Pero nunca volvió a ser la misma, sufrió depresión y adicciones, y todavía carga con las secuelas traumáticas de su actuación.
La secuencia dura poco más de un minuto, desde que la madre
escucha los gritos de la niña pidiendo ayuda en su cuarto, pero es imposible de
olvidar. Chris MacNeil encuentra a su hija en la cama, fuera de sí, maldiciendo
y con un crucifijo entre las piernas ensangrentadas. Cuando quiere acercarse,
es empujada con una fuerza bestial contra la pared. Entonces, la cabeza de
Regan MacNeil gira 180 grados y se dirige a su madre con voz gutural: “¿Sabés
lo que hizo la cerda de tu hija?”
Se trata de uno de los papeles más fuertes y controversiales de la historia del cine: una niña de 12 años poseída por el demonio. Cuando en agosto de 1972, la actriz preadolescente Linda Blair fue elegida para interpretarla entre 600 aspirantes, el exhaustivo casting, en el que superó a otras actrices prodigio como Melanie Griffith y Laura Dern, tenía sentido: el foco de El Exorcista –considerada por muchos la mejor película de terror de todos los tiempos, y hasta hoy la segunda más taquillera del género–, estaba puesto en Regan.
A los 13 años, la carrera de Blair, que había comenzado a
los cinco como modelo y ya le había dado cierta popularidad como imagen de los
catálogos de Macy’s y una serie de publicidades de The New York Times, parecía
encaminarse definitivamente hacia la actuación. No imaginaba entonces que nunca
lograría librarse del estigma diabólico del film que la hizo famosa en todo el
mundo.
Había otra razón para ser tan rigurosos en la búsqueda de
una intérprete que estuviera a la altura del personaje: tenía que poder
encarnar al mismo tiempo al bien y al mal y tener el temple para tolerarlo. El
guionista y productor de la película, William Peter Blatty –autor a su vez del
bestseller en el que está basada–, cuenta en el documental biográfico sobre
Blair Didn’t you used to be Satan? (1996) que nunca esperó que realmente
encontraran una chica “normal” de esa edad capaz de hacerlo. “Piensen en lo
shockeante de la trama, del lenguaje, en la escena de la masturbación con el
crucifijo… ¡Dios mío!”.
De hecho, también se había barajado para el rol a Jamie Lee Curtis, pero su madre, la actriz Janet Leigh, consideró que era demasiado joven para hacerlo. Linda, en cambio, sorprendió al director, William Friedkin, desde las primeras entrevistas. Cuando le preguntó si había leído el libro, Blair dijo que sí: “Es sobre una chica que es poseída y hace un montón de cosas malas”. “¿Cosas malas como qué?”, preguntó Friedkin. “Empuja a un hombre por la ventana de su cuarto, le pega a su madre y se masturba con un crucifijo”. “¿Sabés lo que es eso? ¿Lo hiciste alguna vez?” Blair se rió: “Obvio, ¿vos no?”.
Según Blatty, él y el director tenían un acuerdo tácito para
proteger a Blair durante el rodaje, pero, en cierto punto, se dieron cuenta de
que “simplemente era imposible”. La filmación duró once meses en los que la
niña estuvo expuesta al stress de convivir con una macabra muñeca de ella misma
en tamaño real y de someterse a interminables sesiones de maquillaje para verse
como una posesa. También a los duros métodos de Friedkin, que incluyeron
colgarla de un arnés para una escena en la que levita y cae con fuerza y por la
que le quedaron secuelas en la columna de por vida.
En la serie Cursed Movies, Blair contó recientemente que
sufrió en el set la fractura de una vértebra y tuvo que ser operada mucho
tiempo más tarde, después de padecer dolor crónico durante años. “En ese
momento no recibí asistencia médica, no llamaron a un doctor. Creyeron que
estaba actuando”. Sus gritos en la película son de dolor real.
Se dice que, mientras el rodaje se retrasaba, el propio Friedkin habría sido responsable de la campaña de marketing que comenzó a asegurar que una maldición perseguía a la película. Aunque algunos hechos ayudaron a plantear la duda: tal vez meterse con el diablo no había sido buena idea. Las primeras señales de alarma se encendieron al inicio de la filmación, cuando un incendio destruyó el set en Nueva York. No hubo que lamentar heridos, pero algo llamó la atención del staff: la única parte del estudio que no sufrió daños fue el cuarto que se usaba para las escenas del exorcismo de Regan.
Los temores aumentaron tras una seguidilla de muertes de
varias personas relacionadas con el equipo. Entre las bajas se contaban el
actor Jack MacGowran y la actriz Vasiliki Mailiaros, cuyos personajes también
morían en el film. También murieron el encargado de la refrigeración
(fundamental porque se filmó con temperaturas bajo cero para que se viera vapor
real saliendo de las bocas) y un sereno, y el abuelo de Linda, entre otros.
Hasta miembros del elenco, como Ellen Burstyn, la madre de Blair en el guión,
empezaron a creer en la maldición. Así, comenzó a ser frecuente ver en el set
curas reales mezclándose entre los de ficción para tirar agua bendita. Por
entonces, Burstyn le regaló a Blair una pulsera con una herradura para
protegerse del demonio que la acompañaría en sus años más difíciles.
Tras el estreno de El Exorcista, en diciembre 1973, se reportaron desmayos, vómitos, infartos y por lo menos un aborto espontáneo en las salas de proyección. En todas partes se acusaba a la película de causar trastornos mentales en los espectadores y hasta fue usada como argumento de la defensa de un asesino que dijo que había quedado poseído después de ver el film. Pese a eso, era un boom absoluto de público: la gente hacía cola para ver a esa chica en trance vomitando verde y blasfemando. La imagen de Linda se convirtió inmediatamente en un sinónimo del diablo.
Trascendió entonces que la joven actriz había tenido un
brote y había sido internada en un psiquiátrico. Para acallar los rumores,
Warner Bross, responsable de la producción, la mandó a una gira promocional. El
documental sobre su vida la muestra en el tour, afrontando las preguntas de la
prensa con sólo 14 años: “Linda, se dice que el film te afectó
psicológicamente, ¿cuál es la situación?”. Ella se ríe, entre los nervios y la ingenuidad:
“Creo que la gente sintió que iba a traerme problemas, pero no es así”.
Las versiones acerca de que estaba loca o poseída no se detuvieron. Si había estado al resguardo de la prensa durante todo el rodaje, ahora era ella, en lugar de los protagonistas adultos de la película, la encargada de responder sobre Dios, la fe, la religión y satanás. “Hice mi trabajo sin preguntar quién era el diablo, fui profesional –confesaría mucho después–. Pero terminó la película y mi historia cambió”.
Ser la cara más tangible del demonio complicó bastante su
vida cotidiana: “Ya no podía ir al supermercado, ni a una tienda, ni a ningún
lado. La gente me veía y se moría de miedo. No podían separar la película de la
persona: me miraban como si fuera el diablo”. Pronto comenzó a ser acosada por
grupos religiosos y fanáticos que aseguraban que estaba poseída y la amenazaban
con secuestrarla. Tuvo que esconderse en las casas de los amigos de sus padres
y Warner contrató guardaespaldas que la siguieron durante los seis meses
posteriores al estreno. Eso le dejó un trauma que no superó: “Creo que es una
de las principales razones por las que nunca tuve un hijo: tenía terror de que
lo secuestraran”.
Drogas, internaciones y un desnudo en Playboy
Los trascendidos de que sus padres habían hecho un pacto con el diablo fueron abonados con el éxito de El exorcista, que recibió diez nominaciones al Oscar, incluyendo Mejor Actriz de Reparto para Blair. También se alzó con el Globo de Oro. Pero aunque había impresionado a la crítica y catapultado su carrera a la fama, su actuación había dejado una huella tan indeleble en la audiencia que era difícil que fuera considerada para otro rol que no fuera el de una chica en peligro. Así lo demostraron sus siguientes dos películas, la polémica Nacida Inocente (1974), en la que era abusada por sus compañeras en un centro de menores, y Sarah T. Retrato de una adolescente alcohólica (1975).
Con 15 años, su vida real comenzó a parecerse cada vez más a
esas ficciones que protagonizaba cuando se puso de novia con el actor y
cantante Rick Springfield, diez años mayor que ella. La diferencia de edad que
se evidenciaba cada vez que se mostraban juntos en estrenos y fiestas de
Hollywood fue un escándalo incluso para los estándares de la época. En su
biografía, Late, Late at Night, él confesó: “Fui su primer amante y ella era
una aprendiz entusiasta. Compartimos el amor por los perros y el sexo, por
separado, no en combinación. La mayoría de las veces no salíamos del
departamento. Acudimos a ciegas e inocentemente a la masacre de los medios. Nos
impactaban los artículos indignados en la prensa sobre nuestro asunto.”
Su relación con el guitarrista de Lynyrd Skynyrd, Gary Rossington, no fue menos escandalosa. Había ido con él al funeral del cantante de la banda, Ronnie Van Zant, en 1977, cuando una redada policial terminó con Linda acusada de posesión y venta de anfetaminas y cocaína. Tenía 17 años y sería condenada a tres de libertad condicional.
Pasó nueve de esos meses en un centro de rehabilitación y el
resto del tiempo haciendo apariciones públicas en las que daba mensajes a los
jóvenes sobre los peligros de las drogas, como parte de sus tareas
comunitarias. Ese mismo año se estrenó El hereje, la secuela de El Exorcista,
que fue recibida con pésimas críticas. Blair había engordado y la prensa se
burlaba incluso de su peso. Por entonces fue ingresada en un psiquiátrico por
depresión.
Su noviazgo con el músico Rick James, conocido por sus
orgías y su adicción al crack, en 1981, volvió a marginarla de las grandes producciones
de Hollywood. Terminó por aceptar papeles en películas de Clase B y thrillers
eróticos y hasta posó desnuda para Playboy para demostrar que había recuperado
su figura. De alguna manera, la batalla entre el bien y el mal dentro del
cuerpo de la niña que encarnó se seguía librando en el suyo.
Mucho antes de aquel casting que cambió su vida, Blair
montaba a caballo y soñaba con ser veterinaria. Sólo con el tiempo pudo volver
a las fuentes: en 2004 creó la fundación sin fines de lucro Linda Blair WorldHeart
Foundation, que rescata y rehabilita animales abandonados. Cambió su
alimentación y, tras trece años de vegetarianismo, en 2001 se hizo vegana y
escribió un libro sobre su experiencia. Hoy a sus 62 años recién cumplidos, el
22 de enero, la crema de arvejas que vomitaba en su papel de Regan MacNeil
sigue siendo uno de sus platos preferidos.
“¿Usted también cree en la maldición de El Exorcista?”, le preguntaron diez años atrás –a sus 52– en una entrevista con El País en la que es descrita descarnadamente como con “cuerpo de niña con bíceps, cara estirada a lo Brazil y una intensidad en la sonrisa y en la mirada totalmente demoníaca”. “Para mí, el diablo no es cosa de broma –responde Blair–. Pero es la gente la que no me deja olvidar de El exorcista. La fama hizo mi vida imposible”.
Fuente:Infobae.com
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