Los indios hopi, herederos de los míticos anazasi, dividen el tiempo en mundos. El nuestro es el Cuarto Mundo, de un total de siete, y podría llegar a su fin en estos tiempos. El Primer Mundo se inició cuando el Gran Espíritu creó a los seres humanos y les dio la Tierra. Pero, cuando éstos se apartaron de su senda, el Gran Espíritu condujo a los suyos a lo más profundo del Gran Cañón y destruyó al resto a fuego y gases tóxicos, mediante erupciones volcánicas.
El Segundo Mundo duró más que el primero. Se inició con los supervivientes del Primer Mundo, que aprendieron la lección, pero no lo suficiente, ya que volvieron a alejarse del Gran Espíritu. En esta ocasión, la destrucción de los «desviados» se debió al hielo, y quedaron menos supervivientes que en el Primer Mundo. Aunque los que se salvaron medraron rápidamente en el Tercer Mundo y se ex-tendieron por toda la Tierra, volvieron a ser destruidos, esta vez por gigantescas tormentas (¿el Diluvio Universal?).
Al Tercer Mundo le sucedió el siguiente período, el nuestro, en el que el ser humano se desarrolló hasta nuestros días. Un tiempo de avances y tecnología que, en muchos casos —como el de las armas de destrucción masiva—, una vez más no agrada al Gran Espíritu. La destrucción del Cuarto Mundo se deberá a la acción conjunta de los cuatro elementos (terremotos, erupciones, tormentas e inundaciones) y se supone inminente, aunque algunos humanos sobrevivirán en modernos sistemas de estasis, quizá criogénica.
En las antiguas «piedras proféticas», los hopi predijeron la aparición de los conquistadores occidentales: «Llegarán hombres montados en extraños animales, que tirarán de cajas» (los europeos y sus carros). También los trenes o los coches: «Algún día las cajas se moverán por sí mismas.» Los cables del telégrafo o el teléfono: «Se verán telas de araña en el cielo que servirán a las personas para ha-blar entre ellas.» La II Guerra Mundial: «Dos potencias sacudirán la Tierra [...] El símbolo de una será el sol naciente y de la otra el signo de las cuatro direcciones.» La bomba de Hiroshima: «Una potencia arrojará una calabaza de cenizas desde el cielo que hará hervir las aguas y matará a los peces.». E incluso la llegada del Apolo XI a nuestro satélite: «Llegará el día en que el águila caminará sobre la Luna.»También los apaches tienen sus profecías. A principios del siglo XX, el anciano Lobo Acechante predijo la destrucción de la humanidad. Ésta vendría anunciada por cuatro signos, que pueden servir para evitar la «purificación» si se comprenden a tiempo y se endereza el comportamiento humano.
En sus visiones, Lobo Acechante presenciaba una terrible hambruna en África y la extensión de una plaga que nacería en los monos, y que claramente hace referencia al sida (primer signo); luego veía unos amenazadores agujeros en el cielo, que pueden asimilarse a los de la capa de ozono o a las fracturas en el escudo magnético terrestre, anunciadas recientemente por la NASA (segundo signo); más tarde el cielo mismo se volverá rojo sobre toda la Tierra, tanto de día como de noche (tercer signo), y, por fin, el hombre matará al hombre, el agua escaseará, morirán los animales y los cultivos, habrá canibalismo y las obras humanas serán reducidas a ruinas por la ira del Gran Espíritu, y así la Tierra se curará del hombre. Si se llega a la cuarta señal, sólo sobrevivirán quienes estén en contacto con la tierra y vivan como nómadas.
El tercer signo aún no se ha cumplido, pero podría tratarse de la gran tormenta solar anunciada por los astrónomos para los próximos años, y que podría destruir los sistemas electrónicos y de comunicaciones mundiales. En un escenario como éste, la humanidad podría retornar a una nueva Edad Media, pero con una población mucho mayor y sin recursos suficientes ni la tecnología para mantenerse.
Fuente: 100misteriossinresolver
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