El 6 de agosto de 1945 se hizo patente el inmenso poder del átomo. Toda una ciudad, Hiroshima, quedó arrasada por un ingenio ató-mico. Pocos días después, Nagasaki corría una suerte similar. Ambas bombas habían sido desarrolladas en el célebre Proyecto Manhattan, en el estado norteamericano de Nuevo México.
A partir de entonces, la carrera por poseer la bomba atómica llevó a las grandes potencias a desarrollarla en pocos años. La Unión Soviética fue la primera en unirse al funesto y selecto club. Después lo hicieron Francia, el Reino Unido, China, India, Israel, Pakistán, Corea del Norte... Pero muy pocos saben que la España de Franco estuvo a punto de fabricar la bomba, cuyos primeros pasos se dieron en 1958.
En ese año fue construido el primer reactor nuclear experimental, llamado Coral 1, en las instalaciones de la antigua Junta de Energía Nuclear (JEN), hoy Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT).España había salido del aislamiento internacional y contaba con las segundas mayores reservas de uranio de Europa. Sin embargo, la tecnología necesaria para crear un ingenio nuclear no podía conseguirse, por razones obvias, desde el exterior.
El primer estudio serio sobre la viabilidad del proyecto fue llevado a cabo en 1963. El director de la JEN, José María Otero Navascués, encargó al doctor en física Guillermo Velarde que acometiera el desarrollo de un diseño efectivo. Sus conclusiones fueron tajantes: España, por sí sola, no podía fabricar la bomba. Pero un golpe de suerte para el gobierno franquista hizo que esa falta de tecnología se solucionara de un modo inesperado. En el célebre episodio de Palomares (Almería), España recuperó y estudió algunos restos de las cuatro bombas nucleares perdidas por un avión militar norteamericano.
A principios de la década de los setenta, según un informe del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, España disponía al fin de la tecnología y el plutonio para fabricar la bomba ató-mica. Incluso llegó a existir un programa secreto, aprobado en 1971 y con un presupuesto de 8.700 millones de las antiguas pesetas, para realizar el primer ensayo nuclear en el protectorado del Sahara. Sin embargo, España nunca fabricó la bomba atómica. En 1973, los foros internacionales discutieron la conveniencia de que España poseyera ingenios nucleares. Las presiones de Estados Unidos no sirvieron para disuadir al gobierno de Franco de seguir adelante con el proyecto. Pero en diciembre de ese mismo año, el presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, era asesinado. Oficialmente se trató de un atentado de ETA, en lo que se denominó Operación Ogro. Algunos no creen esa versión.
Meses después del asesinato, un informe secreto de la CIA reconoció que España era capaz de fabricar la bomba atómica. Ni siquiera la muerte de Franco frenó esa decisión. A principios de 1976, el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, aprobó la construcción de la bomba en las instalaciones del Centro de Investigación Nuclear de Soria (CINSO).
La única debilidad del proyecto estaba en el refinamiento del uranio, imprescindible para hacer funcionar las centra-les nucleares. España no disponía de instalaciones propias, capaces de ese proceso, y dependía del exterior. Las amenazas internacionales de frenar la producción eléctrica nuclear española hicieron que, al fin, se desistiera del proyecto en 1977.
Fuente: 100misteriossinresolver
No hay comentarios:
Publicar un comentario