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domingo, 1 de noviembre de 2020

¿Qué tiene que ver el Xoloitzcuintle con el Día de Muertos?


México tiene un perro nativo, con más de 7 mil años de vivir en este planeta, se considera una de las razas más antiguas del mundo pero, ¿qué tiene que ver el xoloitzcuintle con el Día de Muertos?

¿Qué significa xoloitzcuintle?

Xoloitzcuintle viene de itzcuintli que significa perro y xolotl, palabra que en el idioma náhuatl tiene varios significados. Según el diccionario de náhuatl de Wimmer (2004) xolotl significa “paje, servidor o esclavo”, según el de Molina (1571) es “siervo, mozo o criado” y según Clavijero (1780) es “criado, paje o, incluso, fiera”.

Por otro lado, Xólotl también es un dios. Es el dios del ocaso y es el nahual de Quetzalcóatl. Al ser el dios del ocaso también está relacionado con el paso al inframundo (pues es el momento en el que el sol se oculta). Se le representaba como un hombre con cara de perro.

¿Quién era el dios Xólotl?

Venus, el lucero del amanecer y del ocaso, recibía en náhuatl el nombre de Tlahuizcalpantecuhtli y era conformado por una dualidad (como toda la cosmología nahua) conformada por Quetzalcóatl y Xólotl. Quetzalcóatl, dios de la sabiduría, representaba la estrella de la mañana y Xólotl la estrella del ocaso: eran el mismo planeta pero dos aspectos diferentes de él.

Mientras Quetzalcóatl anunciaba la llegada del sol (el astro más importante para los mexicas), Xólotl anunciaba su retiro y su entrada al inframundo, es decir, Xólotl era quien se encargaba de acompañar al sol en su recorrido por el reino de la muerte de la misma manera que el xoloitzcuintle acompaña a los hombres por el Mictlán.

Según la estudiosa Mercedes de La Garza, en su artículo El carácter sagrado del xoloitzuintli entre los nahuas y los mayas, Xólotl además es la deidad de los gemelos y de todo lo relacionado con lo doble. Además era el dios patrón de los brujos.

Una de sus transfiguraciones era el guajolote (huexolotl) y el perro (xoloitzuintli). Ambas carnes eran consideradas sagradas y eran comidas en ocasiones importantes (y no regularmente como comúnmente se cree).

Xoloitzcuintles y su lugar en el inframundo

En el pensamiento nahua, había tres destinos para los muertos:
Si uno moría en la guerra o dando a luz terminarían en Tonatiuhichan (la casa del sol). Ahí vivirían en los jardines floridos libando el aroma y el zumo de las flores y al amanecer acompañarían al sol en su recorrido dando alaridos y golpeando sus escudos. En el amanecer los acompañantes serían los hombres y en el atardecer las acompañantes serían las mujeres.

Si uno moría ahogado, por rayos, lepra, gota, sarna, hidropesía o algo relacionado con el elemento acuso, su destino sería el Tlalocan (el lugar de Tláloc). Este paraíso estaba en la región oriental del universo. Ahí la vida era feliz y había árboles frutales, maíz y chía.

Por último, la gran mayoría que no morirían por las causas anteriores tendrían como destino el Mictlán, la región de los muertos. Este lugar era regido por Mictlantecuhtli (el señor del Mictlán) y su señora Mictecacihuatl. Ahí iban tanto los pipiltin (príncipes) como los macehuales (los plebeyos) y todos debían pasar varias pruebas y recorrer los nueve estratos subterráneos.

En el primer estrato era donde el xoloitzuintle era de mayor ayuda.

El primer nivel del inframundo era llamado Itzcuintlan, era un lugar habitado por xoloitzcuintles. Ahí, el muerto debía cruzar un río ancho llamado Apanohuayan. El muerto podía ser ayudado por su propio perro, pero si no había sido bueno con él en vida, no lo cruzaría y se quedaría sin liberar su tonalli ( el tonalli es una de las energías que constituyen a las personas y se ha traducido como “alma”).

Los xoloitzcuintles y la sociedad mexicana

Los antiguos mexicanos no solamente consideraban que los xoloitzcuintles los acompañaban en su viaje por el Mictlán, sino que también eran comidos por los antiguos habitantes del país en días especiales como banquetes de boda y funerales.

Según fray Diego Durán, en el capítulo XCVIII de su Historia de la Nueva España, existía un gran mercado de perros en Acolman, donde se vendían en un día hasta 1 400 perros.

Según fray Bernardino de Sahagún:

Los perros desta tierra tienen cuatro nombres: llámanse chichi y itzcuintli; también xochcocóyotl, y también tetlamin, y también tehuízotl. Son de diversos colores: hay unos negros, otros blancos, otros cenicientos, otros burós, otros castaños escuros, otros morenos, otros pardos, otros manchados. […] Son mansos; son domésticos; acompañan o siguen a su dueño. Son regocijados; menean la cola en señal de paz; gruñen y ladran. Abaxan las orejas hacia el pescuezo en senal de amor […] Otros perrillos criaban, que llamaban xoloitzcuintli, que penitus ningún pelo tenían. Y de noche abrigábanlos con mantas para dormir. [sic]

Los españoles por poco y terminan con la especie, por lo que los xolos se refugiaron en las sierras de Oaxaca y de Guerrero, en donde vivieron ocultos por muchos años.

Fue hasta la década de los 50 del siglo XX que la Federación Canófila Mexicana y la Federación Cinológica Internacional los reconocieron como raza y hasta ese momento se comenzaron a tomar medidas para conservar la especie.

Xoloitzuincle: el animal

Actualmente se le considera un perro hipoalergénico, es decir, que no produce alergia. Esto se debe a que tiene muy poco pelo. Su falta de pelaje le permite vivir sin pulgas.

Según estudios del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, el origen de esta raza se puede remontar hasta hace 7 mil años. De esta raza se habrían derivado otras como el perro peruano y el crestado chino.

Su esperanza de vida va de 12 a 14 años. Al ser una raza primitiva es difícil que tenga enfermedades o problemas congénitos. Su piel es delicada y naturalmente secreta aceites que la protegen del sol y los mosquitos.

Actualmente la especie es considerada como icono de la Ciudad de México.
Según la Federación Cinológica Internacional (FCI):

Es un perro silencioso y tranquilo, alegre, alerta e inteligente, desconfiado con los extraños, buen guardián y excelente compañero.

La FCI afirma que estos animales se presentan en tres variedades: la standard (con una altura de entre 45 y 55 cm), la intermedia (de 36 a 45 cm) y la miniatura (de 25 a 35 cm).

Los xoloitzcuintles tienen colores uniformes o manchas. Los hay negros, grises, rojizos, color bronce, etcétera. Pueden llegar a tener manchas blancas. Aunque su principal característica es la falta de pelo, algunos de ello sí tienen.

Debido a la mutación genética que los hace no tener pelo, también pueden tener ausencia de premolares e incisivos, es por eso que muchos lo conocen también por “chimuelos”.

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