domingo, 5 de octubre de 2014
La Moza del Agua
Habitan
en los manantiales y remansos de los ríos. Son pequeñísimas y
lucen una estrella sobre la frente... Descalzas, con capas de plata,
cada alborada, salen a tender las madejas de oro que hilan por la
noche...
Son
unas muchachitas que viven en suntuosos palacios en algunas fuentes y
ríos de Cantabria. Por su hermosura y riquezas se parece a las
Anjanas, pero las mozas del agua no tienen tantos poderes, pero son
riquísimas.
Son
muy pequeñitas y se cubren con capitas de hilo de oro y plata.
Tienen rubias las pestañas, las cejas y el pelo, que recogen en
largas trenzas. En la mano derecha llevan unos anillos blancos y en
la muñeca izquierda un brazalete de oro con franjas negras.
Los
días de sol salen del agua y extienden sobre la hierba para que se
sequen unas madejillas de hilo de oro que han hilado durante toda la
noche en sus palacios. Pues las mozas del agua nunca duermen.
Mientras las madejillas se secan, se cogen de la mano, y en corros
cantan y bailan llenas de alegría. Mientras van bailando, brotan de
cada pisada unas florerillas que flotan en el aire como la espuma. Se
dice que si alguien consigue coger una antes de que se deshaga, será
feliz toda la vida.
Cuando
las madejas están secas, las recogen y se disponen a volver a sus
palacios sumergidos, pero a veces, hay algún joven que coge un cabo
suelto de una de esas madejas. Entonces las mozas del agua tiran
todas juntas de la madeja y arrastran al muchacho al agua, pero éste
no se ahoga, sino que ellas le llevan a su palacio y allí tiene
derecho a elegir a la más bella y casarse con ella. Ahora ya
pertenece al reino de las aguas y no volverá a tierra más que una
vez, el día más largo del año. Sale de las aguas con su esposa y
con ella recorre los senderos de los bosques, dejando junto a un
árbol o encima de una roca un anillo, un broche o un collar.
Estas
joyas son invisibles para todos, excepto para las doncellas
virtuosas, de modo que éstas enseguida ven las joyas y las guardan
durante toda su vida, pues son una especie de talismán que les
confiere la cualidad de curar cualquier enfermedad con el agua de un
río o de una fuente.
La
mayor parte de las curanderas que quedan en Cantabria deben sus dones
a una de estas joyas que encontraron de jovencitas.
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