miércoles, 1 de octubre de 2014
El Musgoso
Se
trata de un hombre que un día abandonó la vida en sociedad para
refugiarse en la Montaña... sólo sabe hacer el bien y, además, sin
poner condiciones... Nadie ha oído jamás la voz del Musgoso...
jamás se le ha visto pararse con nadie... pero en los montes de
Cantabria, todo el mundo lo respeta... y... son muchos los pastores y
vaqueros que le deben grandes favores... incluso la vida... El
Musgoso solo vive para hacer el bien en el monte... para avisar de
los peligros de la Naturaleza... del Ojáncano y de otros seres
malignos...
El
Musgoso es un hombre alto y delgado, de cara pálida... ojos pequeños
y hundidos... y barba negra muy larga... Viste una larga zamarra de
musgo seco... calza escarpines de piel de lobo... se cubre con un
sombrero de hojas verdes secas y... lleva a la espalda un zurrón de
cuero amarillo y brillante... en el que guarda una flauta negra de
madera desconocida...
Siempre
está andando lentamente... como si estuviera cansado... como si
viniera de un largo viaje. Pero nunca se detiene... Siempre se le ve
de lejos, por los caminos que bajan al valle... por las veredas que
rodean los arroyos... por los empinados senderos que suben hasta las
brañas más altas... por los vericuetos de los peñascales donde se
extravían las ovejas... Sin pararse siempre moviéndose con su
amplio vaivén de hombros... y con las manos escondidas en el pecho
como si tuviera frío.
Algunas
veces saca la flauta y... sin dejar de andar... toca en ella una nota
ronca seguida de otra más dulce... muy tristes... muy lentas...
inconfundibles... Por la noche nunca toca la flauta... durante la
noche, silba. Se trata de un silbido fuerte... largo... inconfundible
también... A veces pasan años sin que nadie vea al Musgoso... pero
la flauta y el silbido siguen oyéndose por los prados... los
bosques... y los barrancos cuando algo malo va a suceder.
El
Musgoso es el mensajero de todas las calamidades que amenazan a los
pastores... esos hombres callados y enigmáticos que viven meses
enteros en el monte... Cuando oyen su flauta... cuando de la
profundidad de las tinieblas oyen su silbido misterioso... cuando la
niebla espesa oculta totalmente el paisaje dificultando la visión en
los barrancos... aunque todo parezca estar en la más profunda
tranquilidad y calma... los pastores saben que el Musgoso les está
anunciando algún peligro...
Cuando
llega el frío gris del otoño y los montes se quedan solos... pues
los pastores y vaqueros bajan con sus rebaños y manadas a pasar el
invierno en las aldeas del valle... dejando vacías las pobres
cabañas... los improvisados apriscos... las fuentes... los
bosquecillos... y los riscos ya familiares... el Musgosos permanece
allí cual fiel guardián de esa casa inmensa... abierta al cielo...
sostenida por murallas de roca que es la alta Montaña...
Los
vendavales de Enero penetran en las cabañas llenándolas de toda la
inmundicia que arrastran... la furiosa ventisca arranca las
techumbres... el hielo agrieta las paredes... los aguaceros ciegan de
barro las fuentes... el paisaje entero se deteriora... Pero... el
Musgoso, pacientemente... lentamente... levanta las piedras caídas...
tapa los agujeros... repone las techumbres... las cubre de tierra
para que crezca la hierba... limpia el suelo... esparce ramitas
aromáticas y sanea las fuentes... de modo que... cuando al acercarse
la primavera... el monte empieza a llenarse de nueva luz... de voces
recias... de ladridos... de mugidos... de olores de establo que van
subiendo poco a poco hacia las cimas... los pastores vuelven a sus
antiguas cabañas como si volvieran a casa...
Y
la flauta o el silbo del Musgoso... eterno... inalterable...
incansable por caminos y senderos... vuelven a resonar en el monte.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario