jueves, 1 de mayo de 2014
La ECM De Un Ateo
El Dr. George Rodonaia tiene un postgrado de maestría en
neuropatología y está doctorado en el mismo campo. Hace poco tiempo dio un
discurso dirigido a las Naciones Unidad enfatizando “el resurgimiento de la
espiritualidad global”. Antes de inmigrar de Rusia a E.E.U.U en 1989, trabajaba
de psiquiatra en el campo de la investigación, en la Universidad de Moscú.
La experiencia clínica cercana a la muerte, experimentada
por el Dr. Rodonaia, constituye uno de los casos de mayor difusión que se haya
registrado jamás. Tras ser declarado muerto en un accidente de coche en 1976,
lo dejaron en el depósito de cadáveres durante 3 días. No “volvió a la vida”
hasta que un médico le practicaba una incisión en el abdomen, como parte de la
autopsia.
Un aspecto que caracteriza la experiencia del Dr. Rodonaia,
así como la de numerosas personas, es que él experimentó una transformación
radical. Antes de tener la ECM el Dr. Rodonaia trabajaba de neuropatólogo y
además era un ateo declarado. Sin embargo, después de la experiencia se entregó
enteramente al estudio de la psicología de la Religión. Se ordenó cura en la
Iglesia Ortodoxa Oriental (Eastern Orthodox Church) y en la actualidad es
pastor asociado de la Primera Iglesia Metodista Unificada (First united
Methodist Church) en Nederland, Texas.
Lo primero que recuerdo de la ECM es que descubrí que me
encontraba en el reino de la oscuridad total. No sentía dolor físico; de algún
modo aún era consciente de mi existencia como George, y todo lo que me rodeaba
era oscuridad, una oscuridad absoluta y completa –la mayor oscuridad existente,
más oscura que cualquier oscuridad, más negra que cualquier color negro.
Esto es lo que me rodeaba y ejercía presión sobre mí.
¡Estaba aterrado! No estaba preparado para esto. Estaba en shock cuando
descubrí que seguía existiendo pero sin saber dónde estaba. El único
pensamiento que rondaba mi cabeza era: ¿Cómo puedo ser si no soy? Esto era lo
que me preocupaba.
Poco a poco conseguí dominarme y empecé a pensar en lo que
había sucedido y en lo que estaba pasando, pero nada ocurrió que me calmase o
relajase. ¿Por qué estoy en esta oscuridad? ¿Qué se supone que tengo que hacer?
En ese momento recordé la célebre frase de Descartes ‘Pienso, luego existo’.
Fue esto lo que me quitó un enorme peso de encima, ya que en ese momento supe
con seguridad que todavía estaba vivo, aunque evidentemente, en una dimensión
muy diferente. Luego pensé, ‘¿si existo, porqué no ser positivo?’ La idea que
me vino fue: soy George y estoy en la oscuridad, pero sé que existo. Soy lo que
soy. No tengo que ser negativo.
Pensé: ‘¿Cómo se puede definir lo positivo desde la
oscuridad? Bueno, lo positivo es la luz.’ De manera súbita estaba en la luz.
Era brillante, blanca, reluciente y fuerte. Era una luz muy intensa, como el
flash de una cámara, pero sin centellear y con el mismo brillo. Brillaba de
forma constante. Al principio el brillo de la luz me resultaba doloroso. No
podía mirarlo directamente hasta que poco a poco comencé a sentirme seguro y
cómodo. De repente, todo parecía estar bien.
A continuación empecé a ver moléculas volando de un lado a
otro, átomos, protones y neutrones, volando por. Por un lado, todo era un caos
total, pero lo que me resultó muy grato fue ver que este caos también tenía una
simetría propia. La simetría era maravillosa, unificada y completa, a la vez
que me inundaba de un gran bienestar. Vi delante de mis propios ojos la forma
universal de vida y naturaleza. En ese mismo instante desapareció la
preocupación por mi cuerpo porque tuve claro que ya no lo necesitaba más, que
en realidad era una limitación.
Los sucesos de esta experiencia converguían, de forma que me
resultaba difícil situarlos secuencialmente. El tiempo, en la forma en que yo
lo conocía, se había parado: el pasado, el presente y el futuro se fusionaron
en una unicidad atemporal de la vida.
vida
En algún momento experimenté lo que se denomina “repaso del
proceso de la vida” ya que en un instante vi mi vida desde su comienzo hasta el
fin. Fui partícipe de los dramas ocurridos durante mi vida, como si una imagen
holográfica de mi vida pasase delante de mí. No tenía conciencia de pasado,
presente o futuro, sólo del ahora y de la realidad de mi vida. No empezaba por
mi nacimiento y continuaba hasta mi vida en la Universidad de Moscú. Todo
aparecía de una vez. Ahí estaba yo. Esta era mi vida y no sentí ningún
remordimiento o sensación de culpabilidad por las cosas que había hecho. No me
sentía de ninguna manera concreta frente a mis errores, faltas o logros. Sólo
sentía mi vida por lo que es, y estaba contento con ello. Acepté mi vida tal y
como es.
Durante este tiempo la luz irradiaba una sensación de paz y
alegría en mí. Era algo muy positivo y me sentía tan contento de estar en la
luz. Comprendí el significado de la luz y descubrí que la leyes físicas que regulan
la vida humana no eran nada si se las comparaba con esta realidad universal.
Conseguí ver que que los agujeros negros son sólo una parte de ese infinito que
es la luz. Logré ver que la realidad se encuentra en todas partes. Esto no sólo
se refiere a la vida en la tierra, sino a la vida infinita. Todo está
interconectado y resulta ser sólo uno. Sentí que la luz y yo eramos uno y que
todo en el universo y en mí estaba bien.
Mientras me encontraba inundado de estas cosas tan buenas y
de la maravillosa experiencia, alguien empezó a hacer un corte en mi estómago.
¿Te imaginas? Lo que ocurrió es que me llevaron al mortuorio. Fui declarado
muerto y me dejaron 3 días allí. Se abrió una investigación sobre la causa de
mi muerte y enviaron a alguien para que me practicase una autopsia. Cuando
comenzaron a abrirme el estómago noté como una gran fuerza se apoderaba de mi
cuello y me empujaba hacia abajo. Mi cuerpo estaba frío y comencé a tiritar.
Inmediatamente pararon la autopsia y me llevaron al hospital donde estuve nueve
meses unido a un respirador durante la mayoría del tiempo.
Poco a poco recuperé la salud. Nunca volví a ser el mismo y
lo único que quería hacer para el resto de mi vida era adquirir sabiduría.
Movido por esta nueva inquietud, me matriculé en la Universidad de Georgia e
hice un segundo postgrado de maestría en Psicología de la Religión. Me ordené
sacerdote en la Iglesia Ortodoxa Oriental. Con el tiempo vine a América (1989)
donde trabajo de sacerdote asociado a la Primera Iglesia Metodista Unificada en
Nederland, Texas.
Cualquiera que haya vivido una experiencia similar con Dios,
que haya tenido semejante sensación de conexión con la realidad, sabrá que sólo
hay una única labor importante en la vida y esa es amar; amar la naturaleza, a
las personas, a los animales, la creación en sí, sólo por el hecho de ser.
Tratar a la creación de Dios con un gesto de generosidad y compasión es la
única forma de existencia que tiene valor.
Son muchos los que recurren a personas que hemos tenido
experiencias cercanas a la muerte creyendo que tenemos respuesta a todo. Pero
sé que esto no es cierto, al menos no en su totalidad. Nadie desenmascarará las
grandes verdades de la vida hasta que finalmente nos unamos con la eternidad,
en el momento de la muerte.
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