miércoles, 7 de mayo de 2014
El Libro de Enoc (Segunda Guerra de los Ángeles)
El
Libro de Enoc (o Libro de Henoc, Libro de Enoch) es un oscuro libro
apocalíptico aceptado como canónico por la Iglesia Copta y negado
por todas las demás. Se piensa que fue compuesto alrededor del siglo
III a.C.
¿Quien
era Enoc (Henoc, Enoch)? Nada menos que el abuelo de Noé, el
constructor del arca, testigo de antiguas y extraordinarias
historias, a menudo sombrías y siniestras, que involucran a los
ángeles en una guerra casi desconocida. Pero no nos adelantemos.
Existen,
de hecho, cuatro Libros de Enoc, casi todos versiones posteriores que
aportan poco a las leyendas del original. El Libro de Enoc, tal y
como fue concebido, está dividido en las siguientes partes:
Libro
del Juicio:
Sobre
la bendición de Enoc a los justos, que vivirán cuando los réprobos
sean condenados.
Libro
de las parábolas (El mesías y el reino):
Anuncia
la venida del Hijo del Hombre, la caída de los reyes y el día del
Elegido.
Libro
del cambio de las luminarias celestiales (Libro astronómico):
Calendario
solar hebreo, acorde con el Libro de los Jubileos.
Libro
de los sueños:
Sobre
dos visiones apocalípticas y oníricas de Enoc. La primera anuncia
que la Tierra será destruida y la segunda es un repaso por la
historia de la humanidad hasta el apocalípsis.
Carta
de Enoc (Apocalipsis de las semanas):
Sobre
la historia universal resumida en diez semanas.
El
Libro de Noé:
Fragmentos
del Libro de Noé, perdido desde la antigüedad, aunque mencionado
muchas veces en los manuscritos del Mar Muerto. Profetiza sobre los
crímenes de la humanidad y la llegada de los tiempos mesiánicos.
Libro
de los Vigilantes (La Caída de los ángeles):
Este
es, sin dudas, el capítulo más interesante del Libro de Enoc. Aquí
se habla de una raza de ángeles con muy poca prensa: los Grigori, o
Vigilantes. No son demonios, pero tampoco ángeles que habitan en el
Cielo. Son, en toda regla, ángeles caídos, pero devotos de una
caída que poco tiene que ver con la soberbia o la libertad, y mucho
con los placeres carnales destinados a los hombres.
En
hebreo se los conoce como Bnei ha'elohim, los Hijos de Elohim, nombre
que los griegos tradujeron por Grigori (Egregoroi), cuyo significado
es Vigilantes u Observadores. El Libro de Enoc, así como otros
textos hebreos, señala que los Vigilantes descendieron a la Tierra
cautivados por la belleza de sus mujeres. La leyenda asegura que
mantuvieron relaciones sexuales con estas mujeres, de cuyos vientres
nacieron los Nephilim, los Gigantes, seres infames que desataron
violencia y ritos abominables sobre el orbe.
La
Segunda Guerra de los Ángeles.
La
Primera Guerra de los Ángeles tuvo un desarrollo desconocido, aunque
con un final rotundo: Satán y sus huestes fueron arrojados del
Cielo. Ahora bien, la Segunda Guerra de los Ángeles, mucho menos
conocida que la primera, no tuvo lugar en las amplias planicies
siderales, sino sobre el suelo áspero de la Tierra.
Satán
y sus ejércitos yacían en el averno. Los ángeles y arcángeles que
lo derrotaron reestablecieron el orden celestial. Es entonces cuando
los Vigilantes, atraídos por las mujeres humanas, abandonaron los
salones de Jehová y descendieron al mundo para saciar sus apetitos.
Poco
se sabe sobre esta raza de ángeles caídos. Sólo que son alrededor
de doscientos, y que nunca fueron enviados al infierno, a pesar de
haber traicionado la misión que Jehová les había encomendado, es
decir, custodiar la Tierra de posibles contraofensivas de parte de
Satán y sus generales.
De
estos 200 ángeles caídos apenas sobrevive un puñado de nombres.
Así los define el Libro de Enoc:
...Samyaza
era su líder, Urakabarameel, Akibeel, Tamiel, Ramuel, Dan'el,
Azkeel, Saraknyal, Asael, Armers, Batraal, Anane, Zavebe, Samsaveel,
Ertael, Turel, Yomyael y Azazel eran los prefectos de los doscientos
ángeles, y el resto eran todo con ellos.
Es
importante aclarar que estos ángeles cayeron por propia voluntad, no
fueron expulsados del Cielo. Descendieron como un viento gélido y en
las llanuras de oriente adquirieron cuerpos hermosos. Así enamoraron
a las mujeres más bellas de la Tierra, con las que engendraron a los
Nephilim, entidades ciclópeas e insaciables.
Citamos
nuevamente el Libro de Enoc:
Ellos
devoraron todo el trabajo de los hombres hasta que estos ya no
alcanzaron alimentarlos. Entonces los gigantes se volvieron contra
los hombres y los devoraron, y empezaron a pecar contra los pájaros,
contra las bestias y los peces, a devorar unos la carne de los otros
y a beber su sangre. Entonces la tierra acusó a los violentos por
todo lo que se había hecho en ella.
La
devastación fue tan grande, y tan descomunal la traición al Cielo,
que el arcángel Miguel se presentó humildemente ante el Hacedor y
expuso el caso en los términos más vivos. Acusó a los Vigilantes
(nada menos que los primeros ángeles guardianes) de haber desviado
su misión y encarnado la explotación, la opresión, la destrucción,
la guerra, la vanidad, la hechicería, la fornicación y el engaño.
El Libro de Enoc aclara que el clamor de los muertos acompañó el
reclamo de Miguel. (8:1-3) ...y como parte de la humanidad era
aniquilada, su clamor subió al cielo.
Las
palabras del arcángel fueron tan elocuentes, tan sincera su ofensa
por el comportamiento de sus hermanos, que Jehová lo autorizó a
reunir el viejo ejército que había desterrado a Satán y lo envió
a la Tierra.
El
arcángel Miguel, el mismo que había derrotado a Satán en combate
singular, lideró las huestes celestiales. A su derecha iba Sariel
(Uriel), a su izquierda Rafael, y Gabriel, como en otras ocasiones,
se limitó a llevar noticias del frente a las filas que aguardaban en
la retaguardia. La Segunda Guerra de los Ángeles, así lo asegura el
Libro de Enoc, fue breve y despiadada. Los Vigilantes y sus hijos,
los Nephilim, fueron vencidos por las espadas flamígeras forjadas en
duro acero divino, y, sobre todo, por la mirada encendida de Miguel,
cuyo fulgor y violencia quemaron a los rebeldes.
Los
Vigilantes fueron encadenados. Los Nephilim, en cambio, fueron
prolijamente exterminados. El Libro de Enoc señala que los primeros,
conociendo su derrota de antemano, rogaron a Enoc que intercediese
por ellos ante Dios, cosa que el abuelo de Noé, piadoso y
aparentemente desapegado de las tropelías cometidas, realizó con
toda la pasión de su oratoria.
Luego
el Libro de Enoc detalla la visita onírica de Enoc al cielo, y las
revelaciones majestuosas que allí recibió.
El
destino de los Vigilantes continúa siendo incierto.
El
Libro de Enoc estuvo perdido durante mil años, aunque se lo menciona
en innumerables ocasiones citando pequeños fragmentos. Por ejemplo,
fue citado por Justino Mártir, Atenágoras, Taciano, Ireneo,
Orígenes, Clemente de Alejandría, Tertuliano, Lactancio, y muchos
más. Incluso el Nuevo Testamento habla del Libro de Enoc en tres
versículos: Lucas 3:37; Hebreos 11:5; Judas 1:14.
El
Libro de Enoc fue ocultado y barrido del canon en el Concilio de
Laodicea (364). Posteriormente, la versión griega se perdió. La
última cita occidental proviene del monje bizantino Syncellus en el
siglo VIII. Luego cayó en el olvido.
Convertido
en mito durante mil años, aunque los francmasones escoceses siempre
aseguraron tener una copia, el Libro de Enoc reapareció en el siglo
XVIII. James Bruce, célebre viajero, obtuvo en Abisinia tres copias
del libro, traducidos al inglés en 1821 por Richard Laurence. De
aquel desgastado manuscrito hemos recuperado la Segunda Guerra de los
Ángeles, una historia que, según afirman los estudiosos, aún nos
reserva nuevos misterios.
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