Aunque con frecuencia se dice que porteaba las almas por el río Estigia, como sugiere Virgilio en su Eneida (libro VI, 369), según la mayoría de las fuentes incluyendo a Pausanias (x.28) y más tarde Dante (Inferno) el río que en realidad transitaba Caronte era el Aqueronte.
Caronte era el hijo de Érebo y Nix. Se le representaba como un anciano flaco y gruñón de ropajes oscuros y con antifaz (o, en ocasiones, como un demonio alado con un martillo doble) que elegía a sus pasajeros entre la muchedumbre que se apilaba en la orilla del Aqueronte, entre aquellos que merecían un entierro adecuado y podían pagar el viaje (entre uno y tres óbolos). En Las ranas, Aristófanes muestra a Caronte escupiendo insultos sobre la gente obesa.
Era muy raro que Caronte dejara pasar a un mortal aún vivo. Heracles, cuando descendió a los Infiernos sin haber muerto, no hubiera podido pasar de no haber empleado toda su fuerza para obligarle a cruzar el río, tanto a la ida como a la vuelta. rama de oro que proporcionaba la sibila de Cumas. Virgilio narra en la Eneida (libro VI) el descenso de Eneas a los Infiernos acompañado de dicha sacerdotisa.
Otro mortal que logró «cruzar dos veces victorioso el Aqueronte» (Gérard de Nerval, Muchachas de fuego) es Orfeo, quien encantó a Caronte y a Cerbero para traer de vuelta al mundo a su amada muerta, Eurídice, a quien perdió definitivamente en su viaje de vuelta. Psique también logró hacer el viaje de ida y vuelta estando viva.
Homero y Hesíodo no hacen ninguna referencia al personaje. La primera mención de Caronte en la literatura griega parece ser un poema Minio, citado por Pausanias. Dicho poema atribuye a la leyenda de Caronte un origen egipcio, como confirma Diodoro Sículo. Los etruscos mencionan también a un Caronte que acompañaba a Marte a los campos de batalla.
Dante Alighieri incorporó a Caronte en La divina comedia (libro III, línea 78). Aquí era el mismo que su equivalente griego, pagándosele un óbolo para cruzar el Aqueronte. Es el primer personaje con nombre que Dante encuentra en el infierno, apareciendo en el tercer Canto del Infierno.
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