Morrigan es, en si misma una diosa muy compleja pues esta compuesta por una Tríada como sucede con otros dioses o diosas celtas. Morrigan es la diosa de la guerra y de la muerte y hasta se podría agregar de la destrucción. Pero también representa la renovación; la muerte que da a luz a una nueva vida, el amor y hasta el deseo sexual. De más esta decir que tanto la vida como la muerte están muy unidas en el universo celta. Morrigan es doncella, madre y viuda.
No olvidemos la importancia del número tres (3), la triada, es un símbolo de la Totalidad y la eternidad, entre otras simbologías. Morrigan forma parte de una tríada con dos nombres más: Badbh (deidad de las batallas) y Macha(deidad de la Soberanía). Es la misma diosa con diferentes aspectos y facetas. Incluso se la relaciona con la “Gran Diosa Blanca” “La Gran Madre”, “La Diosa Luna”, “La Reina de las Hadas”, que era Dana ( Dé Ana) (Diosa Ana, o Anu), en su aspecto más sombrío, o con Nemain que es una deidad de la locura y el panico en la guerra, en cualquier caso Morrighan forma una Trinidad. Si tomamos la triada con Dana, Badh y Macha representaría una trinidad del Destino y en conjunto son llamadas “La Morrigan”, tres aspectos diferentes de la misma Diosa.
La Morrigan es la diosa de la muerte que asume la forma de un cuervo(es metamorfa y puedo convertirse en lo que desee pero su forma preferida es de cuervo o la corneja que son aves muy parecidas y carroñeras).
En las leyendas irlandesas Morgan, es La Morrigan a la cual se invocaba a la batalla por medio de una incitación de los cuernos de guerra o de los graznidos de los cuervos. Los cráneos de los caídos en batalla eran llamados “las bellotas de La Morrigan”, es decir, de la Diosa del Destino humano.
Fue amante de reyes, ayudó a los Tuatha dé Danann en sus batallas. Está escrito que intentó seducir a Cuchulainn, héroe celta, presentándose como una atractiva joven, dado que éste era el mejor guerrero celta irlandés de una época y quien repartía más muerte en sus combates. Sin embargo, fue rechazada por éste, desdeñándola por acudir al fragor de la batalla. La Morrigan consternada le atacó, cambiando de forma, anguila, lobo, vaca, pero Cuchulainn siempre la vencía, al final lo llevó hacia su destino. Descendió sobre él, como mensajera de la muerte que es, en forma de cuervo, cuando ya estaba herido a punto de morir, atado a un árbol. Y más de una vez se le presentaba a los guerreros en forma de esta ave avisándole de su inminente muerte.
Pero sus profecías no siempre son mortuorias, sino que en ocasiones sus sabios consejos son tenidos en cuenta, como ocurrió cuando aconsejó al Daghda, para tratar con los fomorianos, enemigos de los “Tuatha dé Danann”.
Se decía de ella, que cuando los soldados celtas estaban en el campo de batalla y veían o escuchaban a La Morrigan sobrevolando, sabían que había llegado el momento de trascender; Entonces daban lo mejor de sí realizando todo tipo de actos heroicos, enardeciéndose en la batalla y despreciando la propia muerte. La muerte para los celtas significa un comienzo en el Otro Mundo de ahí el termino de “trascender”. Lo peor en la batalla, no era morir, sino caer prisionero o quedar tullido.
En la cultura Celta la muerte representa la trascendencia de la vida y el inicio de un nuevo ciclo. Pero aún en este aspecto sombrío, otorgaba una gran seguridad a los guerreros.
También la escuchaban arengando a las masas y se imitaban sus gritos que infundían además de ánimo en quien los emitía, espanto en el rival.
De igual forma es símbolo del amor carnal y hasta de cierta promiscuidad sexual, pero carente en todo momento de culpa, dado que los antiguos celtas no veían el sexo como algo de lo que se debía sentir vergüenza propia o ajena, ni inmoral, ni lleno de pecado o culpa.
En una ocasión se presentó esta diosa triple, por Samhain, ante el Daghda, dios de la Tribu y a horcajada sobre un río tuvieron una relación sexual. No en balde, es diosa de la fertilidad y del emparejamiento, así como deidad soberana, identificándose y uniéndose a la Tribu a la Tierra de Irlanda en la simbología del coito con el Daghda, Dios de la tribu.
Cuando aparece en los arroyos, lavando los ropajes de aquellos que van a morir, como acaeció con Cuchulainn, es vista como el heraldo de la muerte y es llamada el “lavador del vado”.
Otra lectura que podemos entresacar de las deidades femeninas celtas, y de La Morrigan , en concreto, es la gran importancia y relevancia de lo femenino, en todas sus facetas, en unas gentes que no obstante, dejaban buena constancia de sus cualidades viriles, pero respetando el papel femenino e incluso igualándolo al del hombre, en todos los aspectos positivos o negativos. Con casi todos los derechos y obligaciones. No en balde se dice, que para la época en que vivieron, las mujeres celtas eran las que estaban más en igualdad de condiciones entre los pueblos paganos de aquellas épocas, por encima de griegos y romanos específicamente, a los que se considera hoy en día, casi como los civilizadores de la Europa “bárbara”.
Ella misma profetizó el fin del mundo de la siguiente manera:
“Veremos un mundo que no me querrá; habrá veranos sin pétalos, ganado sin leche, mujeres sin pudor, hombres sin valor, conquistas sin ningún fin… Bosques sin árboles, mares sin habitantes, juicios en falso contra hombres ancianos y sabios, malos defensores corruptos, todo hombre, un traidor; todo hijo, un ladrón. El hijo irá a la cama del padre, el padre a la cama del hijo. Cada uno de sus hermanos lo será por ley. No buscará a ninguna mujer fuera de su casa…En un tiempo malo, la indecencia engañará a su padre, a su hermana defraudará…”
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