lunes, 9 de septiembre de 2019
San La Muerte
Tradicionalmente
todas las culturas, sin importar su grado de desarrollo, tienen miedo
a la muerte, lo que ha originado una serie de ritos que forman el
culto popular. Entiéndase como “popular” no lo marginal, sino
cuando la creencia se convierte en una adquisición colectiva, es
decir es creída o temida por un porcentaje muy alto de los
conglomerados humanos o de las poblaciones regionales. En toda el
área de influencia de la cultura guaranítica (Chaco, Formosa,
Corrientes, Misiones, Paraguay y parte de Brasil), hay un “santo”
muy popular, llamada cariñosamente EL PIRUCHO (flaco) al que se
rinde culto con demostraciones públicas de fe incluso.
Él es SAN LA
MUERTE. En Presidencia Roque Sáenz Peña, lugar de residencia actual
del autor, hay un santuario muy visitado en el Barrio Obrero. Se lo
representa de varias formas. Suele ser un esqueleto parado, tapado
con una capa negra o roja (para tapar su fealdad), corona de oro
portando una guadaña. Otras veces es un esqueleto sentado en
posición dubitativa sentado sobre un tronco siempre con la guadaña.
Otra forma de representarlo es un esqueleto dentro de un ataúd, pero
la más popular, la más querida, es una talla en distintos
materiales de un cráneo humano.
El San La Muerte de
nuestros días, es producto del sincretismo entre las vertientes
culturales de los guaraníes y las enseñanzas religiosas de los
misioneros Jesuitas (se comprueba la influencia decisiva de la
Iglesia Católica, en la comprobación que hice de las oraciones y
algunos ornamentos utilizados que son de esta confesión religiosa).
No olvidemos que estos intrépidos hombres de fe tomaban muchas veces
las creencias de los nativos, la reformaban y adaptaban para
transmitir su doctrina. (El caso palpable de esto es el afianzamiento
del quechua entre los aborígenes que habitaron Santiago del Estero.
Los Franciscanos y Jesuitas utilizaron este idioma aprendido en el
Perú por ellos para enseñar la nueva doctrina, y que ya había sido
trasladado por los miembros del imperio Inca a nuestro país) También
el rito actual tiene como ingredientes las características de la
idiosincrasia de cada región donde se asienta el Mito. Esta variante
la observamos en la fecha de celebración.
Cuando los Jesuitas
se asientan en la Provincia Guaranítica del Paraguay, traen desde
Europa el culto al Señor de la Resignación y la Paciencia. Se lo
representaba como un ser muy flaco, esquelético, sentado sobre una
piedra en actitud dubitativa. Era Jesucristo quien a pesar de poseer
el poder de cambiar el rumbo de la historia, esperaba con resignación
y paciencia se cumpla su destino de suplicio. De esta manera la
Iglesia Católica destacaba el valor y la humildad de un poderoso
para afrontar el sufrimiento, y por supuesto la profundidad de sus
convicciones. El respeto por el coraje y valor era una pauta cultural
de los guaraníes, por lo que este culto encajaba a los fines del
adoctrinamiento.
Entre los nativos
donde se originó este mito, los personajes más respetados
socialmente eran los Caciques (cacicazgo hereditario) y los Chamanes
(brujos o curanderos). Su ciencia se trasmitía a una persona por él
elegida. El Chamán (brujo) debía cumplir la altísima misión
encomendada por Tupá (Dios), de administrar la vida y la muerte de
sus contemporáneos, mediante la realización de curaciones o daño.
Cuando envejecía, debía elegir entre los jóvenes de su tribu que
consideraba merecedor de cumplir tan alto designio. Entonces el
elegido debía internarse en el bosque, sentarse sobre un tronco y
permanecer sin comer ni beber 7 días. Si resistía la prueba, la que
además tenía el ingrediente de ser tentado para abandonar la
empresa, y aguantar el miedo a las horrorosas apariciones que vería,
estaría en condiciones de ejercer su trabajo como ayudante de Tupá.
En una ocasión, ya
elegido el sucesor, el joven se despide de su novia y a pesar que
estaba prohibido le revela el lugar donde cumpliría la prueba. Se
interna en el monte, elige el lugar para soportar la prueba y espera.
Pasados los 7 días no regresa a la tribu. Su novia va a buscarlo y
lo encuentra esquelético y muerto. (Por eso es un esqueleto o muy
flaco) Llora desconsoladamente y se lleva de recuerdo una falange
(hueso de los dedos) como reliquia. Al llegar a su choza encuentra a
su madre enferma. Entre lamentos ruega a su amado, aferrándose al
huesito, que desde el más allá sane a su madre. Milagrosamente la
señora cura. Es otra explicación del porqué un muerto o esqueleto
hace el bien.
Suele representarse
de distintas maneras. Unas veces viste capa roja, a veces negra. En
algunos santuarios el devoto hace el pedido frente a la imagen
diciendo oraciones como el Padre Nuestro, el Credo u oraciones
especialmente creadas para el Pirucho, por supuesto haciendo siempre
la señal de la cruz (persignándose) al entrar y salir de la
capillita. Otras el poseedor de la imagen hace de intermediario ante
el poderoso Señor de La Muerte, pidiendo por el sufriente de males
físicos y del alma. En ambos casos debe ofrecer una ofrenda a cambio
del favor. De no hacerlo el santo es implacable con sus fieles
incumplidores y los castiga de manera que el sufrimiento se duplica.
Cuando San La Muerte
está vestido con capa roja, se lo exhibe públicamente. Parado con
su guadaña a veces está al lado de él Santa Catalina. Otras veces
a los pies de la imagen de esta santa está incrustada una calavera
que representa al santo. En este caso solo se le pide el “bien”.
Es decir que sane algún ser querido enfermo, algún animal, un
campo, que los novios se reconcilien, que la esposa vuelva a
prestarle atención al marido, etc. El solicitante pide en persona el
favor. Cuando está vestido de capa negra, la mayoría de las veces
lo utilizan para hacer el mal. No permite el dueño del santuario que
se lo vea porque pierde el poder. En estos casos el curandero hace de
mediador y él diagnostica el “daño” que lleva la persona
encargándose de tramitar ante el santo.
La fiesta principal
la hacen en la mayoría de los santuarios cada 15 de agosto. (día de
la ascensión del Virgen María) No solo se rezan rosarios y
novenarios a la imagen. También se realizan multitudinarias
procesiones. Mientras dura el paseo de la imagen por el barrio, una
batería de rezadoras van orando casi en forma de letanías y grupos
chamameceros interpretan música. Nunca debe parar la música
mientras dure el circuito, porque se disgustaría el santo. Entonces
cuando un grupo finaliza una interpretación, inmediatamente comienza
otro de manera que no haya silencios entre cada canción. En Sáenz
Peña los festejos comienzan antes del 15 y finalizan después. Se
organizan comilonas, bailes, sesiones de rezo.
En cuanto a la
fabricación de amuletos (para portarlo como elemento protector)
existe una gran variedad de prácticas. He visto esqueletos
construidos en madera de yerba mate, quebracho colorado, palo santo,
huesos de animales o humanos. Tanto esqueletos parados con capa y
guadaña, como acostados dentro de un ataúd o simplemente la
calavera. El portátil es infalible cuando se lo construye un Viernes
Santo a las 12 de la noche. Le sigue en efectividad la calavera
fabricada con el plomo de una bala servida que haya dado muerte o
herido a un humano y por último la que se talla con el hueso de la
cabeza de un pajarito. Algunas personas se lo colocan debajo de la
piel para que no le penetren las balas, o para tener suerte siempre
en todo terreno y cualquier actividad. Siempre el que visita la
imagen le enciende velas rojas o negras según corresponda. También
en las procesiones se portan velas desnudas o en forma de luminarias.
León Cadogan en su
libro “Literatura de los guaraníes” publicado en 1965, dice los
Jesuitas en su lucha por desterrar el paganismo autóctono, a menudo
vestían los mitos indígenas con ropaje cristiano. Esto explica la
presencia de oraciones de la Iglesia Católica en los rezos y la
liturgia muy parecida, como la procesión, rezar novenarios, encender
velas, santiguarse ante la presencia de la imagen, pronunciar Amén
al final de una oración, etc.
Algunas oraciones
que recitan en letanía los seguidores de San La Muerte.
Señor Dios mío,
desde este momento, con entera conformidad y con ánimo resignado
acepto de vuestras manos cualquier género de muerte con que a Vos
plazca llamarme y castigarme, así como también todos los dolores, y
todas las angustias, y todas las penas que hayan sobrevenir en mi
último tránsito. Amén
Señor de la Muerte,
ruego que interceda por el Amor de Dios y que le inquiete el alma,
que no tenga reposo, que no pueda dormir, que no pueda estar
tranquilo en ningún lugar mientras no esté conmigo a mi lado. Señor
de la Muerte, ayudadme con los milagros de Dios y el poder que te ha
dado y conseguir lo que yo quiero y dominarle como yo quiero.
Protector mío. Amén
Santo Espíritu
Esqueleto de la buena Muerte Grande y poderoso más que un Sansón,
su majestad inexplicable; en todo momento de peligro y de justicia yo
te pido por Dios todopoderoso para que hagas alcanzar para que mi
amado (..... nombre de la persona) no pueda amar a ninguna mujer
soltera, casada, ni prostituta, que esté siempre pensando y soñando
por mí y en mí castígalo a este espíritu Santo Espíritu
Esqueleto de la Buena Muerte, al espíritu de mi amado larga tus
guadañas traémelo a mi lado sin capricho sin que yo lo adule, tú
que eres el poderoso de los vivos y de los muertos yo también me
valgo por tus milagrosísimas manos. Amén (A continuación deben
rezarse 3 Padrenuestros).
Cristo es Dios
milagroso padre de San Alejo y el Señor de la Muerte antepongo toda
mi esperanza para cumplir mi deseo, así como conseguiste ser Cristo
de gran poder y mérito, así te ruego me acompañe a conseguir la
amistad de (.... nombre de la persona) para verlo rendido en la
puerta de mi casa, que me quiera a mí sola de todo corazón, que no
me olvide ningún momento, que me pida perdón llorando de día, que
no pueda comer de noche, que no pueda dormir, que le de una
desesperación en término de tres horas y tres minutos, Cristo es
Dios milagroso por todos los siglos de los siglos. Amén
Poderoso protector
uno tanto en vida como después de ella, en todo acto de mi vida
concédeme vuestra protección así como Dios te concedió las
inmensas virtudes que todo lo que yo deseo, necesito o me conviene,
pues lo consiga bastante implorar sagrado nombre o devoción.
Poderoso Señor de la Muerte. Amén o... mate cosido...
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