martes, 3 de septiembre de 2019
La Leyenda del Golem de Praga
En los juegos de
fantasía épica, a menudo se describe al golem como un ser animado
por obra de poderosos hechiceros o alquimistas que les otorgan un
aliento de vida con el objetivo de utilizarlos para proteger y
defender templos y santuarios de los invasores. Quizá muchos lo
desconozcan, pero el golem se originó en el folclore judío. Entre
las diversas leyendas que existen sobre estos seres míticos, ninguna
figura tanto como la de El Golem de Praga y su creador, el rabino
Loew. En torno a esta historia se han hecho libros, piezas teatrales,
cuentos e incluso producciones cinematográficas.
A finales de la Edad
Media, la ciudad de Praga se convirtió en uno de los centros urbanos
más importantes para el Sacro Imperio Romano Germánico, pero
también albergaba una enorme comunidad judía que congregaba a
estudiosos y místicos. El honorable rabino Judah Loew ben Bezalel
era uno de los miembros más famosos y distinguidos de la comunidad.
A pesar de ser
perseguido por su férrea defensa de los judíos, tuvo una vida
bastante extensa pues nació alrededor del año 1513 y murió en
1609. Sus seguidores lo admiraban tanto que solían llamarlo “el
venerable”.
Antecedentes del
golem.
En la versión
original en hebreo de la Biblia, la palabra “golem” aparece en
Salmos 139:16 y significa “sustancia sin forma”. En el hebreo
bíblico, la traducción era “ser en formación”. De acuerdo con
el Talmud, Adán (el primer hombre) fue un golem durante las primeras
horas de su existencia, sugiriendo que antes de recibir el aliento de
vida soplado por Yahaveh carecía de alma.
En otra leyenda, se
dice que el profeta Jeremías llegó a construir un golem. Mientras
que en un pasaje talmúdico, en Sanhedrin 65b, se cuenta la historia
de un sabio de Babilonia llamado Rava que llegó a construir un
hombre de barro y lo envió al rabino Zera, quien intentó entablar
una conversación. Al darse cuenta que este ser era incapaz de
expresarse o hablar, Zera lo corrió diciendo: “no eres más que
polvo, vuelve a él”, momento en que el golem se desintegró.
La mayoría de los
estudiosos serios de escrituras sagradas creen que estas leyendas
sobre la creación de vida son elementos simbólicos, y en realidad
pueden ser una referencia a un despertar espiritual, no a la creación
de un ser animado. Sin embargo, no faltan las personas que
interpretan estas leyendas de forma literal, y viven auténticamente
convencidos de que es posible crear estos seres a partir de la nada.
La religión judía
y su receta para crear golems.
En el Séfer Ietzirá
(Libro de la creación), un antiguo documento judío, destacan
algunas instrucciones para construir, crear y animar golems. En los
volúmenes más antiguos de este mismo tratado figuran algunos
comentarios de rabinos que aseguraban haber llevado a cabo este
ritual para proporcionar vida a objetos inanimados.
Casi siempre, el
golem es construido a partir de rocas, arcilla, barro o cuerdas que
le permiten sustentarse. A continuación, con las manos se construye
una figura que asemeja vagamente a la del ser humano. No es necesario
que el resultado sea perfecto, pues el objetivo no es hacer pasar al
golem por una persona, de forma que sus facciones terminan siendo
bastante torpes e imperfectas.
Existen muchas
técnicas para traer a un golem a la vida. Por ejemplo, hay una
versión donde se afirma que cualquier estatua puede ser animada si
su creador camina o danza en círculos alrededor mientras recita una
combinación de palabras en hebreo. La danza culmina cuando el
creador se acerca al oído derecho de la estatua y susurra el nombre
secreto de Dios.
Otra forma de dotar
de vida a estos seres es escribiendo una combinación de letras que
contengan los símbolos aleph, mem y tav (la combinación de estas
palabras forman el término emet, que significa verdad) en la frente
del golem. Después, un profundo soplo en la boca de la estatua hace
que respire profundamente y empiece a vivir. El tercer método, tal
vez el más conocido, es hacer una oquedad en el lugar donde estaría
la boca de este ser y depositar un pergamino con el nombre secreto de
Dios.
La naturaleza de un
golem.
Independientemente
del método socorrido para animar a un golem, los relatos son muy
claros: una vez creados por un rabino, se convierten en seres vivos,
aunque construidos con materia bruta. Obedecen las órdenes de su
creador y son inmunes a cualquier herida, únicamente se desvanecen
ante la voluntad expresa de la persona que los construyó.
De acuerdo con las
leyendas, la fuerza vital que sustenta al golem y la resistencia de
su cuerpo lo vuelven una máquina indestructible. Su fuerza es
equivalente a la de decenas de hombres y sus puños son capaces de
pulverizar una pared o echar abajo una casa entera. El golem anda con
lentitud, toda vez que su cuerpo es pesado y carece de
articulaciones, pero mientras se desplaza no emite sonido alguno.
Sus pasos son
enteramente furtivos e incluso en el silencio de la noche logra
desplazarse por las calles sin ser percibido. Son famosos por su
capacidad para entrar y salir de cualquier lugar, incluso aquellos
que están vigilados. Posiblemente el golem esté provisto de alguna
capacidad sobrenatural que le permite desplazarse por cualquier lugar
cuando realiza una misión.
¿Pero, cuál era el
propósito de crear un golem o, mejor aún, porqué los rabinos
simplemente no crearon múltiples de estos para defender a su pueblo?
Estas preguntas pueden responderse si regresamos a la historia del
rabino Loew.
La leyenda del Golem
de Praga y el rabino Judah Loew.
Para empezar, es
necesario comprender que para cualquier hombre, incluso aquellos con
incontables virtudes y capacidad mística notable, está prohibido
crear vida. Dios es el único que puede generar vida a partir del
barro. Una acción tan grave sólo puede verse justificada cuando
muchas vidas corren peligro y la creación de un golem resulta su
única salvación.
De acuerdo con la
leyenda, el rabino Loew recibió permiso divino para construir su
golem utilizando fórmulas cabalísticas que le fueron transmitidas
en los sueños. Estos sueños fueron una especie de premonición para
que Loew protegiera a los judíos de Praga contra los progromos que
tendrían lugar.
En aquella época,
el Sacro Imperio Romano Germánico estaba a cargo de Rodolfo II un
monarca que, aunque ilustrado, permitía los ataques y persecución a
los judíos de Praga. El rabino soñó con una invasión que culminó
en la destrucción de la sinagoga de Praga durante la Pascua de 1580.
Ese fatídico día, un sacerdote llamado Taddeush incitó a la
población del lugar y dirigió una multitud enardecida a incendiar
el templo.
Para evitar esta
tragedia, Loew empezó a construir el golem con varios meses de
antelación. Pero incluso con la aprobación de Dios y su vasto
conocimiento, las cosas no le resultaron fáciles. Aunque había
recibido las fórmulas cabalísticas, el rabino habría de descifrar
cada pasaje. Además, tendría que pronunciar una serie de poderosas
palabras (Zirufim) que únicamente podían emplearse en rituales cada
ciertas generaciones y podrían llevarlo a la perdición.
El poder que
desencadenaría podría volverse contra el propio rabino y cobrarle
no sólo con su vida, sino con la de todos aquellos a los que amaba.
El ritual.
Para fabricar al
golem, Loew solicitó la colaboración de un par de asistentes: su
cuñado Kohen (un judío descendiente de una antigua orden
sacerdotal) y uno de sus pupilos, un levita (judío descendiente de
los ciervos que laboraban en el templo). Explicó a los colaboradores
que necesitaría cuatro elementos – tierra, agua, aire y fuego -,
así como rituales específicos dedicados a cada uno de estos.
Sus ayudantes serían
la representación del agua y el fuego, el rabino sería el aire
mientras el golem la tierra. Cada uno de estos elementos fue
debidamente purificado, pues cualquier error podía llevar a su
destrucción. Iniciaron el ritual dando lectura a varios capítulos
del libro sagrado (La Torá) y del Séfer Ietzirá que el rabino
había transcrito de sus sueños. A continuación, el grupo se
encaminó a las aguas del río Moldava, en las inmediaciones de
Praga.
Allí, bajo la luz
de las antorchas empezaron a dar forma al cuerpo del gigante con el
barro extraído de los márgenes. Al terminar, el imponente golem se
alzaba frente a ellos, con el rostro observando el firmamento. Los
hombres se pusieron en sus pies, observando aquel rostro sin
expresión.
Kohen dio siete
vueltas alrededor de la escultura en sentido antihorario mientras
recitaba el Zirufim de fuego. Entonces el barro empezó a calentarse
hasta que se volvió incandescente. El levita ejecutó otras siete
vueltas en torno al golem en sentido horario, y recitó el Zirufim
del agua. El calor disminuyó a medida que un rocío se adhería al
cuerpo enfriándolo con un silbido.
Después, el rabino
Loew caminó alrededor de aquella escultura siete veces en una
dirección y siete veces a la inversa, posteriormente depositó en la
boca del golem un pergamino con la inscripción Shem Hameforash, el
nombre de Dios. Se inclinó hacia el este, oeste, norte y sur y
entonces sopló el Zirufim del aire.
A continuación, los
tres hombres no dejaban de repetir: “y él respiró en su boca, el
soplo de la vida; el ser ganó el ánimo para vivir”.
El defensor de los
judíos en Praga.
Según la leyenda,
el golem abrió los ojos y volteó para contemplar su creador. Lo
vistieron con un manto de lana de oveja y lo llevaron a la sinagoga
antes de que saliera el sol. En las semanas posteriores, el golem
llevó a cabo su misión de erradicar a los enemigos de los judíos
en Praga.
Loew envió a su
creación en la oscuridad de la noche para que asesinara a un
sacerdote rencoroso. Un grupo de personas, profundamente molestas por
lo sucedido, se dio cita en la sinagoga para exigir justicia. Varios
inocentes fueron heridos en el proceso y habrían terminado
incendiando el templo de no ser porque el rabino dirigió al golem
para que hiciera frente a los invasores. El golem no tuvo piedad y
todos los agresores quedaron muertos.
La leyenda empezó a
diseminarse por Praga junto con el rumor de que un ser sobrenatural
protegía a los judíos del lugar. A pesar del odio, aquellos que
habían perseguido a los judíos no tenían el valor de atacar la
sinagoga.
El triste final del
Golem de Praga.
Y así pasaron
muchos años pero, aunque el golem haya tenido éxito protegiendo a
los judíos, la historia no tendría un final feliz. A medida que
pasaba el tiempo, el golem se hacía cada vez más fuerte y
destructivo. Cuando murió el rabino Loew, este ser adquirió
voluntad propia y se fue haciendo rebelde. Cierta noche, salió de la
sinagoga que protegía a las calles donde mató a varios inocentes.
Algunos dicen que el
golem fue escondido en el sótano del templo y la entrada sellada con
tabiques y concreto. La entrada a este lugar quedó prohibida durante
varios siglos y nadie tenía permiso de ingresar. Otra versión dice
que el golem fue liberado y una vez que probó la libertad, vagó por
Europa Occidental hasta que decidió hundirse en el Danubio cuando
descubrió que nunca encontraría paz y que sólo representaba un
peligro para los demás.
Esta historia se
volvió sumamente Popular en la ciudad de Praga. Frankenstein o el
moderno Prometeo, la famosa novela de Mary Shelley, se habría
inspirado en la historia del golem de Praga. Entre el siglo XVIII y
XIX se popularizaron varias historias y cuentos sobre este ser. En
1915, el cine mudo adaptó la historia en una producción alemana
titulada Der Golem.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario