lunes, 9 de septiembre de 2019
La Culebrilla
Los habitantes de
zonas alejadas de grandes centros urbanos, cuando contraen
enfermedades, apelan a los servicios del “médico”, en reemplazo
del profesional al que ellos llaman doctor. Generalmente, se trata de
señoras ancianas, o viejitos carismáticos, conocedores de los
secretos de la medicina natural, que recetan los remedios más
insólitos. Entre los males que deben combatir se halla la
culebrilla, una infección dérmica, que según una creencia
generalizada entre nuestra gente campesina, solo la cura el “médico”.
Esta enfermedad provoca una erupción en la piel siguiendo una línea.
Se cree que cuando la línea (culebra) une sus dos puntas (la cabeza
se junta con la cola) tiene consecuencias fatales para el portador.
Una forma de curarla
es frotando un sapo sobre la culebrilla para que este absorba el
veneno. También se suele escribir con tinta en ambos extremos las
palabras Jesús, María y José. En nuestro Chaco, en la región
noroeste, simplemente se traza una línea con tinta china rodeando la
afección, cuidando de encerrarla y así evitar que se unan las
puntas. He visto trazar la defensa con una pluma de ave, con una
lapicera fuente, y hasta con una simple palito. Consultadas las
personas entendidas que realizaban la curación, afirmaron que no
debe utilizarse bolígrafo. De recopilaciones efectuadas por otros
estudiosos del tema, he tomado conocimiento que para realizar la cura
se debe tomar un jarro con un poco de agua y asiendo tres ramitas
recitar la siguiente oración tres veces por día durante tres días:
"Yo iba por un caminito, me encontré con San Pablo, me preguntó
que tenía, contesté que era culebrilla, ¿con qué se curaría?
Respondió San Pablo: con agua de la fuente y rama de... (nombre del
enfermo)".
Es probable que el
nombre provenga de la creencia de los antiguos gauchos de la Pampa
Húmeda (Sur de la Provincia de Buenos Aires y zona Este de La Pampa)
quienes suponían que su contaminación proviene del paso de una
víbora o culebra sobre la ropa extendida para su secado sobre los
cultivos (generalmente de trigo), o cuando durante los descansos
nocturnos de los reseros, extendían los componentes del apero y su
propia ropa para su oreado.
La medicina
científica afirma que el HERPES ZOSTER es una infección aguda
usualmente autolimitada topográficamente, que se produce por
activación del virus latente del que la mayoría somos portadores
VARICELLA-ZOSTER o Virus del herpes humano 3, del que se puede tener
inmunidad parcial luego de haberse enfermado con la secreción de las
pústulas de los pollos "chickenpox". Esta afección ataca
a los ganglios de las raíces posteriores de los nervios espinales
(sensitivos) y su área de inervación, produciendo dolor neurálgico
a lo largo del nervio afectado y la erupción cutánea del área
correspondiente a dicho nervio.
Es habitual que los
“médicos” o “médicas” (curanderos) del norte argentino
aconsejen a sus pacientes asistir durante tres jornadas a las
sesiones de curación para que el remedio sea eficaz. Éstos suelen
recitar oraciones mentalmente para fortalecer sus poderes,
solicitando la asistencia de sus referentes religiosos. Está muy
arraigada en los ambientes folk la creencia de que el doctor no tiene
conocimientos para combatir la enfermedad. Por esta sencilla razón
siempre que alguien contrae el mal se solicita el concurso de un
curandero. Sucede lo mismo con el empacho y el ojeo, que según una
tradición urbana y rural de estos tiempos, los mismos doctores
aconsejan llevar al enfermo ante la presencia del “médico”.
Comparando la
explicación que se dan nuestros paisanos respecto a los orígenes de
la mayoría de las enfermedades, con las de los europeos, no he
escuchado que asignen la presencia de estos males a la acción de
espíritus malignos, o brujas. En la Europa antigua (especialmente la
Edad Media) se justificaban las enfermedades achacándoles la causal
a la acción de brujas o espíritus traviesos, sobre todo en los
tiempos de mayor rigidez religiosa operada por el cristianismo.
Nuestra gente
campesina o montañés, ha desarrollado un conocimiento (folclórico)
extenso sobre las propiedades curativas de las plantas, y una batería
de prácticas rituales para combatir las enfermedades, como la
culebrilla, cuya verdadera causa desconocen.
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