domingo, 7 de abril de 2019
La Maldición del Mítico Boliche del Este
Neuquén era un
boliche mendocino ubicado sobre el Acceso Este (Ruta 7) en la
localidad de Fray Luis Beltrán de Maipú, a unos30 kilómetrosde la
ciudad de Mendoza. El lugar era fantástico, abría los sábados y
era lo mejor de Mendoza. Lo fue durante varios años, desde 1991
hasta el 2004.
Neuquén tenía
cinco pistas, que iba desde una populosa pista de éxitos generales,
con escenario para bandas, hasta una ultra vip, únicamente para
destacados y agraciados menducos. Además el lugar tenía pistas
afuera, una al aire libre y otra techada, pileta gigante y un salón
para eventos enorme.
No solamente
llevaban bandas del momento, comoLa Barra, Rodrigo o Sombras, sino
que llevaban a rockeros del palo, comoLa Manchade Rolando, Turf y
Viejas Locas. Los Rancheros eran habitúes del lugar.
El precio de la
entrada no era barato, pero incluía dos tragos, una cerveza, un
pancho y un café… ¡era una cosa de locos! Y como quedaba al
medio, entre el gran Mendoza y la zona Este, el lugar se ponía hasta
las manos y se llenaba de gente que no se veía a diario (como pasa
ahora) y de todas las clases sociales. Iban los “nenes bien” de
la zona este, los “campechanos” que habían laburado toda la
semana en el campo, “los de la ciudad” hartos de los lugares
citadinos, “las de la ciudad”, cansadas de los mismos de siempre
y todo el mundo. “Los de ciudad” se volvían locos con las
“campechanas” y viceversa. Era un hermoso lugar y sobre todo, una
máquina de facturar.
Había un rumor que
se corría “tras bambalinas” y era de público conocimiento: el
dueño del lugar le había vendido el alma al diablo a cambio de que
Neuquén anduviese bien.
Recuerdo que en
aquella época me pasaban dos cosas, por un lado tenía pésima
suerte con las minas y por otro lado me encantaban las historias de
terror, por lo que cuando iba andaba más preocupado en conocer más
del mito que en levantar minitas. Y fue así como me enteré mucho
más de los que todo el mundo sabía. No puedo revelar mis fuentes
porque aún hoy trabajan en la noche, pero son confiables y ciertas.
La leyenda cuenta
que había un pacto entre el dueño del boliche y el diablo, lo que
pocos saben es que ese pacto tenía cláusulas, condiciones y
sanciones si no se respetaba. Se firmó entre dos partes, el dueño
del boliche, al que llamaremos alusivamente Jorge y Adramelec,
demonio de las finanzas y los negocios. El pacto aseguraba el éxito
desmesurado del boliche, lo cual estaba en vista de todos, era común
que entre cinco y siete mil personas fueran los sábados a bailar
ahí. Como contraprestación no solamente bastaba la entrega del alma
de Jorge a Adramelec, sino que se debían ir haciendo algunas
“modificaciones” y “reformas” oscuras al boliche.
Estas reformas
comenzaban con la creación de una serie de estatuas paganas, con las
diversas formas que Adramelec se presentaba a los humanos, que iban
desde un mulo hasta un pavo real. El pacto contemplaba seis estatuas
ubicadas de una manera muy precisa y detallada por el demonio. Las
seis estatuas debían estar distribuidas dentro del boliche de manera
tal que cinco formaran una estrella de cinco puntas y la sexta (y
última en instalarse) debía marcar el centro de esta estrella
demoníaca. Todas las almas que anduviesen por el perímetro de la
estrella iban a ser dominadas por Adramelec, sin consenso previo de
las mismas. Ese era el fin de la primera reforma. La segunda y más
espantosa reforma era la creación de un templo satánico en los
subsuelos del boliche, el cual se comenzó a construir a fines del
2003.
De no cumplir con
las obligaciones, Jorge no solamente iba a perder su alma y padecer
la quiebra absoluta del boliche y el embargo de todos sus bienes,
sino que iba a arriesgar su linaje. El mismo iba a ser borrado de la
faz de la tierra por Adramelec, eliminando a todos los hijos varones
que llevasen su apellido.
El pacto fue firmado
en Octubre de1992, amenos de un año de inaugurado, cuando el boliche
estaba casi en la ruina económica, con su fama por el piso y con un
público cada vez más reducido. Pero, poco a poco, la fama de
Neuquén comenzó a crecer a un ritmo vertiginoso y sus pistas se
abarrotaron de gente.
Y así arrancó el
93, con un boliche que rebosaba de gente, al cual iban miles de
personas, bandas y era una máquina de generar eventos… e ingresos.
Al ver su objetivo
logrado y sus bolsillos pesados de tanto dinero, Jorge olvidó el
pacto firmado. Le parecía desagradable la idea de las estatuas y
pensaba que todo bastaba con la entrega de su alma. Su vida había
dado un vuelco absoluto, ahora él y su familia andaban en las más
poderosas coupés, vivían en la mejor de las casas, se daba todos
los gustos y se codeaban con gente muy vip e importante. El cuerpo de
Jorge tocaba el cielo con las manos, al tiempo que su alma tocaba lo
más profundo del infierno.
La primera señal
que Adramelec le mostró a Jorge en reclamo del pacto fue un verano
en que él y su familia estaban en Cancún. Uno de sus hijos sufrió
una especie de “golpe de calor”, o “picadura” de algo
extraño, lo cual lo postró en la cama y lo tuvo más de un mes en
el hospital, sin que ningún médico especialista supiese que le
pasaba. Una noche en la que Jorge lo estaba cuidando vio como su hijo
se retorcía de dolor, por algo que le quemaba el pecho. Al acercarse
al pobre adolescente, Jorge pudo ver como en su pecho se dibujaba una
estrella de cinco puntas ardiente. Esa noche juró a Adramelec
comenzar con la instalación de las nefastas estatuas. Aquella mañana
su hijo “misteriosamente” amaneció sin ningún signo de
enfermedad.
La primera estatua
fue colocada en la entrada del boliche, donde había una flecha que
señalaba su locación. Al llegar a la puerta de Neuquén podíamos
ver una misteriosa flecha que en teoría señalaba el cielo. Lo que
nadie observaba (por la oscuridad de la noche) era que la flecha
señalaba la primera de las estatuas de Adramelec… una pequeña
gárgola observando todo.
Al poco tiempo,
Jorge nuevamente olvidó el pacto, aborrecía la idea de continuar
con la instalación de estas desagradables estatuas. Al tiempo
comenzó a tener pesadillas, horrorosos eventos en los que Adramelec
se le aparecía en forma de mulo y le recordaba lo que había
firmado. Entonces pasó el tiempo y Jorge continuó sin cumplir su
parte del pacto… y pagó caro su negación.
En julio del 97 el
mayor de sus hijos sufrió un trágico accidente automovilístico en
el que perdió la vida. No se encontraron rastros de colisión con
otro auto o frenadas, no venía en estado de ebriedad ni bajo los
efectos de ningún estupefaciente, misteriosamente por algún suceso
que ningún perito pudo determinar con exactitud, el auto en el que
viajaba se volcó y le quitó la vida de una manera desagradable e
instantánea. En el momento de reconocer el cuerpo, Jorge vio como en
el pecho del maltrecho cuerpo ardía una estrella de cinco puntas.
Esa misma noche se
instaló la segunda estatua, entre los sanitarios de la pista
principal. Justo donde Adramelec le dejó una marca imborrable, para
que jamás olvide de lo que le había costado esa segunda estatua.
Esa marca nefasta perdura aún hoy en el mismo lugar y no hay pintura
que la borre.
Neuquén crecía en
popularidad al ritmo que Jorge se hundía en un pozo de depresión y
espanto. Las pesadillas y los sucesos paranormales eran habituales en
la mansión de Jorge, lo que lo llevó a mudarse varios kilómetros
desde donde estaba. Todo se comenzó a poner muy denso… hasta que
empezaron a pasar cosas en el boliche.
Lo primero que
sucedió fue que la gente se desmayaba dentro del lugar, se comenta
que las almas más puras no podían tolerar la atmósfera demoníaca
del ambiente, los superaba y los desmayaba. No era normal que aún en
invierno y con tanto espacio la gente se desplomase así sin más.
Luego se comenzaron
a ver espectros errantes en los patios y en los techos de la pista de
Rock Nacional. Era impresionante el recambio del personal de
maestranza, pagasen lo que pagasen, nadie toleraba ir más de una
vez, por los ruidos y las cosas espantosas que pasaban antes del
ingreso de la gente y luego al quedarse ordenando todo. Por algún
motivo que ningún técnico pudo develar, pero que nosotros, los que
sabíamos la verdad siempre intuimos, a las tres de la mañana (hora
del diablo) se cortaba un instante la luz y entre los gritos de la
multitud se escuchaba un lamento atroz de fondo. Sinceramente era
tétrico.
El temple de Jorge
toco fondo cuando en el invierno del 99 una parejita que había ido a
besarse a la zona de la piscina sufrió un terrible evento. María
Estévez murió ahogada en el fondo de la piscina. Su novio, Hernán
Siarrochi, nunca pudo contar lo que vio. Hoy es un paciente más del
Hospital Psiquiátrico El Sauce. Según los informes en la denuncia
policial asentada en la comisaría 27, el musgo que había en la
piscina la tomó de los pies y la llevó al fondo. La autopsia revela
muerte por ahogamiento, pero los médicos contaron en aquel entonces
que había una importante cantidad de musgo en los pulmones de la
desgraciada María. Por este evento Jorge instaló la tercera estatua
hacia el norte de las inmediaciones, donde jamás creció el pasto.
La misma no se veía desde adentro del boliche sino que había que
darse la vuelta por atrás y era un horrible pavo real con las plumas
sin pelos.
Los rumores cobraron
fuerza cuando una seguidilla de accidentes ocurrieron en la puerta
del boliche, uno de ellos se cobró la vida de tres jóvenes que
quedaron desparramados por la calle, luego de esto se instaló la
cuarta estatua en la pista vip, ubicada a la derecha del boliche. Era
una serpiente enroscada en una cruz. El ánimo de Jorge no era el de
instalar todas las estatuas, por eso demoraba el cumplimiento del
pacto y al parecer, Adramelec lo sabía. Poco a poco la popularidad
del boliche fue decayendo y los pocos presentes vivíamos con mayor
frecuencia sucesos sobrenaturales y apariciones extrañas. Fue ahí
cuando sucedió la trágica anécdota de los chicos de San Martín
(esta la puedo contar en otra nota).
De no ser por la
muerte del hermano varón de Jorge, la quinta estatua jamás se
hubiese instalado. El extraño evento tuvo lugar un domingo, luego de
un asado de la familia en el boliche, en diciembre del 2003. Como de
costumbre se juntaron todos a almorzar y uno a uno se fueron
marchando. El hermano de Jorge se quedó tomando sol. La mañana del
lunes lo encontraron colgado de la higuera de los jardines. Este
hecho nunca se hizo público y solo los allegados a la fuente de
información tuvimos acceso. Tantas muertes iban a ser la ruina del
lugar. Por este motivo la quinta estatua se instaló ahí mismo,
donde Adramelec señaló dejando la sangre y la orina del hermano de
Jorge en el piso para siempre, sobre la nefasta higuera del jardín.
La construcción de
la última estatua se puso en marcha, al tiempo que se comenzó a
hacer el templo del subsuelo. Los obreros que trabajaron en él
cuentan que era una especie de pentágono con un altar en el medio de
piedra, todo pintado de negro y con estacas que hacían de decorado.
Varios de los habitúes podíamos ver como entre la pista de Rock
Nacional y el quincho se iba montando une enorme estatua como de una
cabra con enormes cuernos rectos. La estrella de cinco puntas estaba
formada, esta sería el centro de la estrella, de esta manera se
cerraba el pacto infernal.
Hacia fines del
verano del 2004 la estatua estaba terminada y era espantosamente
real. El artista que talló la estatua amaneció muerto enla
Terminaldel Sol, un extraño paro cardíaco a sus jóvenes treinta y
dos años… Ninguno de los obreros que ayudaron a ponerla de pié
quiso estar presente para la inauguración informal. Aunque jamás
ninguno la había visto por estar cubierta con una tela blanca, todos
sentían una sensación de temor e inseguridad desde que comenzaron a
trabajar en la obra que la circundaba. Incluso uno a uno los obreros
del templo del subsuelo fueron enfermando. Cuenta la leyenda que un
martes Jorge fue solo al boliche para quitar el telón y de esa
manera poder vivir en paz nuevamente y al quitarlo, fue tan horrible
la sensación que le causó ver la demoníaca estatua, que él mismo
la destrozó con un pico.
Ese martes, el menor
de sus hijos, el único varón que quedaba en la familia (su hermano,
el que se suicidó, murió sin hijos) fue víctima de un terrible
accidente en el acceso Este, a escasos kilómetros del boliche, donde
perdió la vida en el acto.
Aquel fin de semana
Neuquén estaba cerrado por duelo, duelo que duró para siempre. El
pacto se había roto y Jorge había pagado con su alma y su linaje…
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