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lunes, 3 de septiembre de 2018
Leyenda del Alto Rey y el Aceite de la Cueva
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El jefe y brujo, era el propietario de mucha fortuna y de
héctareas de terrenos, en lo que hoy es Zaragoza, Soria y Guadalajara. El señor
enviudo se hizo cargo de sus tres hijos, estos eran envidiosos, codiciosos solo
querían la herencia de su padre.
Las peleas y enfrentamientos de los hijos eran duras, eso
causaba mucha tristeza al padre. Harto, le dio un ataque de ira que decidió
echarles una maldición, que pudieran verse y no hablarse, los convirtió en
altas montañas que los puso en cada extremo del territorio, para que lo vean
las otras tribus y sirva de ejemplo. Moncayo, Ocejón y Alto Rey los nombres de
las montañas, de sus tres hijos.
La ermita se encuentra en la cima de la montaña. En la parte
baja, de la ermita del Alto Rey, en el sur, una cueva, de donde salía el aceite
que venía del altar del santuario. El sacristán que cuidaba y vivía en la
ermita, a diario recogía en un traste el aceite, servía de combustible para las
lámparas para dar luz en el altar, compartía quehaceres con los monjes que
subían a rezar, llegó una época muy difícil de hambre y carestía, el sacristán
un día que no tenía que comer encontró un mendrugo de pan duro y le puso el
aceite y lo comió, Se cuenta, que desde aquel día, dejó de salir aceite y en su lugar agua.
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