domingo, 5 de mayo de 2013
La Crucifixión de Jesús
La Crucifixión de Jesús es un hecho narrado en los
Evangelios, que relata la muerte de Cristo en el Gólgota de acuerdo con la fe
cristiana. Jesús, a quien los cristianos consideran el Hijo de Dios y el
Mesías, según la tradición fue arrestado, Juzgado por el Sanedrín de Jerusalén
y sentenciado por el procurador Pilato a ser flagelado y, finalmente,
crucificado. En conjunto estos acontecimientos son conocidos como "la
Pasión". El sufrimiento de Jesús y su muerte representan los aspectos
centrales de la teología cristiana, incluyendo las doctrinas cristianas de la
salvación y la expiación.
Los cristianos han entendido tradicionalmente la muerte de
Jesús en la cruz como una muerte en sacrificio expiatorio con el cual logró
pagar por el pecado de la humanidad y hacer posible la salvación. La mayoría de
los cristianos proclaman este sacrificio a través del pan y el vino de la
Eucaristía, como un recuerdo de la Última Cena, y muchos también conmemoran el
evento el Viernes Santo de cada año.
Los detalles de la muerte de Cristo son narrados en formas
contradictorias en los Evangelios. Según los sinópticos, tras su detención
Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás, pero, según el
Evangelio de Juan fue llevado primero ante Anás, donde fue interrogado. La
tradición judía consigna la crueldad de la clase dirigente saducea: “¡Ay de mí
por la casa de Janín [Anás], ay de mí por sus calumnias!”. Jesús habría sido
condenado a muerte, según unos evangelios, por el entero Sanedrín reunido;
según otros, solo por allegados al sumo sacerdote. Según los evangélios
sinópticos Jesús habría sido ejecutado el mismo día de la Pascua judía,
mientras que en "según Juan" fue en la víspera de esa fiesta.
Luego de hallarlo culpable de blasfemia fue entregado en
manos de los romanos. A la mañana siguiente, pues los juicios romanos se hacían
antes del mediodía, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, el
prefecto-procurador romano. El Evangelio de Lucas añade que Pilato envió a
Jesús ante Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, que se encontraba de visita en
Jerusalén, algo históricamente correcto pues en la ley romana la jurisdicción
correspondía al lugar de origen del acusado. Herodes lo envió de nuevo a Pilato
al no hallarlo culpable de nada.(Lc 23:1-25). A pesar de lo anterior, la corona
puesta sobre Jesús y el letrero del cargo indican que fue condenado a morir en
la cruz bajo el cargo de sedición, al considerarse que se había proclamado rey,
lo que significa la aplicación de la Lex Iulia Lesae Maiestatis.
La actitud misericordiosa y vacilante de Pilatos descrita en
los evangelios, contrasta drásticamente con lo descrito por Flavio Josefo sobre
su personalidad violenta y actos de extrema crueldad. Además, el episodio que
presenta a Pilatos otorgando al pueblo la decisión de liberar o condenar por
aclamación a un reo acusado de sedición viola la ley romana y carece de
precedente. La supuesta "costumbre de liberar a un preso en las
fiestas" tampoco ha sido consignada por Josefo ni por Talmud, no siendo
histórica.
Antes de su ejecución se efectuó en Cristo un cruel preludio
de flagelación. Una revista de la Asociación Médica Estadounidense, The Journal
of the American Medical Association describe así la práctica romana: “Por lo
general el instrumento que se usaba era un látigo corto (flagelo, flagrum,
flagra horrible) con varias tiras de cuero sueltas o trenzadas, de largo
diferente, que tenían atadas a intervalos bolitas de hierro o pedazos afilados
de hueso de oveja [...] Cuando los soldados romanos azotaban vigorosamente vez
tras vez la espalda de la víctima, las bolas de hierro causaban contusiones
profundas, y las tiras de cuero con huesos de oveja cortaban la piel y los
tejidos subcutáneos. Entonces, a medida que se seguía azotando a la víctima,
las heridas llegaban hasta los músculos esqueléticos subyacentes y producían
tiras temblorosas de carne que sangraba”.
No se sabe cuántos latigazos recibió Cristo, pues según la
ley judía solo se daban 39 golpes, mientras que los romanos solían dar mucho
más. La humillación de Cristo, lo que incluyó que lo disfrazaran de rey con un
manto rojo, una caña en su mano derecha a manera de cetro y una corona de
espinas, parece seguir una costumbre de las legiones que escogían a un esclavo
en las saturnales de fin de año, para vestirlo de rey, humillarlo y luego sacrificarlo.
Los soldados romanos le escupieron y golpearon. Se burlaban de él diciendo:
«Saludos, rey de los Judíos».
Según los evangélios sinópticos, apenas sacado para ser
ejecutado se obligó a llevar su cruz a un hombre llamado Simón de Cirene. Fue
conducido hasta un lugar llamado Gólgota (aram.: Gûlgaltâ), que significa, en
arameo, «lugar del cráneo». El evangelio según Marcos dice que Jesús fue
crucificado a la hora nona o novena (2 a 3 de la tarde), mientras que el
evangelio de Juan dice que fue en la hora sexta (11 de la mañana a 12 del
mediodía).
Fue crucificado entre dos ladrones. Juan no menciona a Simón
sino que describe a jesús cargando su propia cruz. Afirma además que Jesús fue
crucificado entre otras dos personas, pero no dice que fuesen ladrones.
A diferencia del arte cristiano y de ciertas obras
cinematográficas, el reo tan solo cargaba una viga pequeña sobre ambos hombros,
a manera de yugo, llamada patíbullum, antenna o furca, la cual solía usarse de
viga transversal. Una cruz clásica completa se estima que habría pesado
alrededor de 100 kg, haciéndose imposible que un hombre debilitado por la
tortura pudiera cargarla.
La concepción popular cristiana de Jesús cargando la cruz
entera sobre uno de sus hombros se presenta bastante tarde en el arte
cristiano. La representación más antigua conocida, es cerca del 430 d. C. La
confusión deriva de que la palabra griega para cruz (stauros) se usaba en las
fuentes clásicas para referirse indistíntamente a cualquier parte constituyente
de la misma, y no necesariamente a una cruz completa.
Junto al reo a veces se colocaba un "titulus"
(gr.: Titlos) o inscripción del cargo. Los relatos de los evangelios narran
diversas versiones del contenido de la inscripción puesta sobre Jesús, pero
coinciden en que fue escrita en hebreo (o más probablemente arameo), griego y
latín, para ser leído por las multitudes de extranjeros que acudían a la Pascua
judía. En la versión de los evangelios de Marcos y Lucas el letrero decía
escuetamente: «El rey de los judíos». En el de Mateo «Este es Jesús el rey de
los judíos», y en el de Juan «Jesús el Nazareno el rey de los judíos», que en
latín es «Iesus Nazarenus Rex Iudæorum» (y de ahí la sigla INRI típica del arte
cristiano),
Era común que los grupos de ejecución estuvieran compuestos
de cuatro soldados y un centurión, y que estos pudieran reclamar los bienes de
la víctima como parte de su salario (expollatio). En efecto, la Biblia narra
que, tras crucificarlo, los soldados se repartieron sus vestiduras.
También, a diferencia de lo representado tradicionalmente en
el arte cristiano, el profesor Josef Zias, antropólogo de la Universidad
Rockefeller y ex curador del Departamento de Antigüedades y Museos de Israel,
cree que las crucifixiones en Judea no habrían sido en cruces muy altas, en
vista de que la madera más disponible para ejecuciones sería la de olivo y
estos árboles no son muy altos, lo cual sugeriría que las personas eran
crucificadas “a la altura de los ojos del observador”.
Según los Evangelios los romanos dieron de beber a Jesús
vino con hiel. En tiempos de Jesucristo, los soldados romanos bebían un vino
flojo, ácido o amargo, conocido en latín como "acetum (vinagre)", o,
cuando estaba diluido con agua, "posca". Probablemente esta fue la
bebida que se le ofreció a Jesús mientras estaba en la cruz. Según unos
evangelios, él rehusó el vino agrio mezclado y drogado con mirra (o hiel) que
se le presentó para aliviar su sufrimiento. Algunos piensan que este licor era
preparado por las mujeres de Jerusalén para aliviar los dolores de las víctimas
de crucifixión, y que los romanos aceptaban esto por condescendencia. Sin
embargo, otros dicen que, poco antes de expirar, si aceptó vino agrio puro de
una esponja que le acercaron a la boca.
Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó: «Eloí, Eloí, lamá
sabactani», que en arameo significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?». Sus últimas palabras antes de expirar fueron: «Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu». Las palabras finales de Jesús también difieren en los
evangelios.
Disposición de los clavos
El Evangelio de Juan, dice que a Jesús le clavaron las
manos, sin embargo, la palabra griega para mano, usada en el evangelio, es
"χείρ (kheír)", que se refiere tanto al antebrazo como a la mano.
Esta palabra utilizada en los evangelios traducida como “mano” es utilizada
también en Hechos de los Apóstoles donde se narra que las cadenas de Pedro
cayeron de “sus manos” siendo que éstas debieron de estar colocadas en sus
muñecas. Debido a esto, el doctor Frederick Zugibe, ex jefe médico forense del
condado de Rockland, Nueva York, cree que los clavos pudieron haber sido
colocados entrando en la palma, en la base del dedo pulgar y saliendo por la
muñeca, pasando por el túnel carpiano.
Respecto a cómo pudieron fijarse los pies de Cristo en la
cruz, los restos encontrados en 1968 en la localidad de "Giv'at
ha-Mivtar" (Ras el-Masaref), al norte de Jerusalén, entregan la única
pista antropológica concreta jamás encontrada sobre una crucifixión. El arqueólogo
V. Tzaferis revisó los restos, encontrando que en el hueso del calcáneo (talón)
del pie derecho del difunto aún se encontraba un clavo oxidado. Se trataba de
un joven que había sido crucificado entre el año 7 y 66 d. C. El profesor Nicu
Haas, antropólogo de la Universidad Hebrea y Escuela de Medicina Hadasha, de
Jerusalén, condujo una investigación que examinó los restos. Haas concluyó que
los dos talones habían sido clavados por un solo clavo.
Un reexamen posterior del hallazgo, hecho en 1985 por el
profesor Joe Zias y el doctor Eliezer Seketes, de la Universidad Hebrea y
Escuela de Medicina Hadasha, demostró que el clavo que Haas había supuesto de
17 a 18 cm. de largo, en verdad era de sólo 11,5 cm., con lo que cada pie fue
clavado de manera independiente a cada lado de la cruz. Adicionalmente, una
pieza de madera de acacia fue encontrada entre los huesos y la cabeza del
clavo, presumiblemente utilizada para mantener los pies clavados y que éstos no
se deslizaran a través del clavo. Bien podría haber sucedido así con Jesús.
Pero también The International Standard Bible Encyclopedia comenta: “Se ha
especulado considerablemente sobre [...] la cantidad exacta de clavos que se
usó. En las representaciones más antiguas de la crucifixión los pies de Jesús
aparecen clavados por separado (s. V), pero en las representaciones posteriores
están cruzados y fijados al palo vertical con un solo clavo”.
Por supuesto, lo anterior solo son posibilidades, ya que los
romanos podían ser muy ingeniosos en su crueldad. El historiador Judío Flavio
Josefo escribió que durante el asedio de Jerusalén (70 d. C.) los soldados
romanos “fuera de si de rabia y odio se divertían clavando a sus prisioneros en
diferentes posturas (allon allói skhémati)”.
La tradición cristiana también habla del uso de un posapies
o “suppedaneum” para fijar los pies de Cristo, algunos creen ver este tipo de
aditamento en el Grafito de Alexámenos, del s. II d. C., posiblemente una de
las más antiguas representaciones de la muerte de Cristo. Sin embargo no hay
mención en las fuentes de un supedaneum.
San Agustín escribe a este respecto: «La viga vertical de la
cruz, que asciende del suelo, en la cual el cuerpo estaba fijado». ¿Estaba
fijado el cuerpo entero? Claro está que solamente los pies estaban fijados al
fondo: pero él entiende o bien ‘adjunto’ o ‘apoyado’, aunque no sé si él quiso
escribir ‘apoyado’. No obstante, he oído que en dibujos y esculturas antiguas
indicios de este tablón son evidentes: yo no lo rechazaría precipitadamente,
indudablemente no de la cruz de Cristo; pero de otros lo haría con más osadía.
¿Pues qué trazas hay en los antiguos escritos?
Justo Lipsio, estudioso del siglo XVI, en su libro De cruce
libri tres
Otro componente sí mencionado en los clásicos es el
"sédile" o "asiento". El poste central es el
"estipe" o "pallus".
Posibles causas de muerte
Algunos investigadores han creído que la muerte de Cristo
pudo producirse como resultado de una “rotura del corazón”, debido a la
historia evangélica del agua y la sangre que fluye de la herida de Cristo.35
Según ellos, la ruptura cardiaca había estado relacionada a un daño miocárdico
previo que podría haber sucedido debido a un golpe en el pecho durante la
ejecución. Pero, también el relato sobre la sangre y el agua simplemente podría
ser un simbolismo o relato "milagroso" carente de significado
forense.
Una teoría de Pierre Barbet establece que la causa típica de
la muerte en la cruz era la asfixia. Pues, como todo el peso del cuerpo es
soportado por los brazos estirados, el condenado tenía severos problemas para
inhalar, debido a la híper-expansión de los músculos intercostales y del pecho.
Debido a eso los verdugos solían fracturar las piernas con mazos de hierro si
querían acelerar la muerte (crurifragium), pues así la víctima quedaba sin
sustento para poder levantarse y seguir respirando. Sin embargo, el doctor F.
Zugibe, de la Universidad de Columbia, ha concluido, luego de efectuar varios
experimentos en voluntarios desde 1980, que cuando alguien se encuentra suspendido
con los brazos de 60° a 70° desde la vertical, aunque se le presentan
dificultades en la respiración esta no le resulta imposible. Zugibe asegura que
el crurifragium, era utilizado solo como “golpe de gracia”, causando un shock
traumático severo o causando embolia grasa, pero de ninguna manera induciendo
la muerte por asfixia.
Hoy se cree que la muerte en una cruz podía suceder por
múltiples razones, como shock Hipovolémico, debido a la hemorragia causada por
los azotes y los clavos; o sepsis generalizada por las heridas infectadas.
También podía suceder por la combinación de una serie de otras causas como
deshidratación, insolación, cansancio crónico, que eventualmente podían llevar
a un paro cardíaco, etc. Por todo ello sería injusto afirmar que la muerte de
Jesús fue por una sola causa.
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