domingo, 5 de mayo de 2013
El Fichero de Delincuentes de los Objetos Extraños
Los objetos artificiales de alta extrañeza como la
"bola negra" en Rusia o la "bola Betz" difícilmente pueden
considerarse como únicos en su clase. Se tratan, sencillamente, de añadiduras
modernas a una colección de dispositivos de alta extrañeza que han sembrado la
superficie de nuestro mundo durante siglos. Después de su descubrimiento, estos
objetos son analizados, escudriñados y evaluados antes de caer en el olvido, o
desaparecer por completo, a menudo de manera extraña. El más famoso -y
controvertido- de ellos lo es, sin duda, el cubo de Gurlt.
Este cubo o paralelepípedo de color plomizo, con caras
ligeramente convexas, se descubrió en una veta carbonífera en Austria en 1865
cuya edad era de varios millones de años. Los estudiosos alemanes y austriacos
que examinaron el dispositivo no dudaron que era artificial ni que había sido
depositado en la veta en épocas más recientes. Cuando no fue posible adelantar
los estudios sobre el objeto, el cubo (bautizado con el nombre de uno de los
investigadores, el Dr. Gurlt) fue puesto a la vista del público en el museo de
Salzburgo.
Algunos científicos opinaron que el objeto, hecho de acero
al carbón, era de origen meteorítico y que había sido "reprocesado"
hasta alcanzar su forma cúbica, dejando sin contestar la interrogante más
significativa: ¿qué o quién era capaz de reprocesar metales durante la era de
los dinosaurios?
El extraño objeto aparentemente fue destruido durante el
bombardeo de Salzburgo en la Segunda Guerra Mundial, pero cuando un periodista
ruso visitó el museo de dicha ciudad en la década de los años 70 con miras a
escribir una nota sobre el objeto anómalo, el conservador del museo le informó
que "no existían pruebas normales" sobre la existencia del objeto: se
habían perdido todos los archivos del museo desde 1880 hasta 1910. El
periodista tachó el cubo de Gurlt de fraude, y así se le considera como tal
hasta el día de hoy.
Aunque resulta conveniente para todas las partes en el
asunto descartar el artefacto como fraudulento, el fallecido autor francés
Jacques Bergier, escribió sobre estos objetos detenidamente en su obra Las
visitas extraterrestres desde el pasado prehistórico hasta el presente (Signet,
1975). Bergier sugirió que los artefactos anómalos representaban los
sofisticados métodos de recopilación de datos de una civilización extrahumana,
agregando que tales objetos serían capaces de albergar una gran cantidad de
informacion mediante el grabado en los átomos de hierro. Bergier consideraba
que un cubo o cilindro con las dimensiones del desaparecido objeto estudiado
por Gurlt podría contener diez millones de años en datos, añadiendo que
radiaciones sutiles invisibles a nuestra tecnología podrían
"alimentar" dichos objetos hasta ser recuperados por sus dueños...
quienesquiera que sean.
Pero el peso de la carga no descansa sobre el desaparecido
cubo de Gurlt. Las selvas centroamericanas, por ejemplo, albergan enormes
esferas de piedra cuyo propósito se desconoce, a pesar de numerosas teorías que
las caracterizan como representaciones de sistemas solares extraterrestres,
dispositivos de recaudación de energía y otras posibilidades.
Si estos enigmáticos objetos representan la evidencia más
concreta de una presencia extraterrestre en el planeta Tierra, sería posible
entonces sugerir que la misión de muchos de los "aterrizajes de
OVNIs" consiste en recuperar tales dispositivos de recolección de datos,
que habrían sido depositados, lógicamente, en lugares de acceso difícil o dónde
la civilización humana aún no habría llegado. Sin embargo, los escépticos se
quejarían que de ser así, seguramente sería posible coger desapercibido a un
alienígena con las manos en la masa, por así decirlo.
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