Yací y Araí ambulaban por los bosques aspirando su aroma placidamente, cuando de pronto, frente a ellas, terrorifico, con las sanguinolentas fauces abiertas y las pupilas fulgentes, apareció un poderoso yaguareté. Ya iba a lanzarse sobre ellas_aunque diosas, al adquirir forma humana habian perdido sus virtudes_cuando derepente una silvante flecha se clavó en un costado del animal.
Bramó éste de dolor y de rabia, y apesar de su herida, que manaba sangre, lanzóse contra quien lo habia herido, un indio ya viejo que se ocultaba tras un grueso tronco, teniendo un arco en una mano, y una aguda flecha en la otra.
Saltó el tigre y lo esquivó el hombre con el proposito de cargarlo de nuevo; pero no dió lugar la fiera que tornó a saltar sobre él; mas hábil el hombre,agachose, y a tiempo que el animal pasaba sobre su cabeza, clavóle el dardo en pleno corazón. Cayó el Yaguareté fulminado.
En tanto, Yací y Araí ya habian tenido tiempo de ponerse a salvo cobrando sus prístinas formas de luna y de nube; y así, cuando el indio salvador buscó a las mujeres, no pudo hallarlas.
desolló al yaguareté y encaramóse contra un árbol porque la noche se acercaba.
Allí en sueños se le aparecieron ambas deidades; le digeron quienes eran,y que en agradecimiento a su buena accion, ellas le habían hecho nacer una nueva planta: Caá, e indicáronle como habría que hacer uso de ella , tostándola, porque era venenosa. el indio creyó que fuse aquella cosa de sueños, mas al despertar, ya de día, vió en el sitio indicado por las diosas que una nueva planta levantábase en vez de la maraña antigua.
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