domingo, 5 de enero de 2020
Las Voces del Panteón
Debería comenzar
diciendo que nunca me había pasado nada realmente paranormal, hasta
que viví la siguiente experiencia, de la que cada vez que me
acuerdo, puedo sentir como me hiela la sangre.
Vivo en Brooklyn, en
el estado de Nueva York. Mi auto necesitaba una reparación, así que
fui a una tienda en Red Hook, donde trabaja el mejor mecánico que he
conocido. Mientras esperaba a que terminaran con la inspección de mi
automóvil, caminé hasta un banco en la calle. Decidí entonces
llamar a mi tía, algo que hago con frecuencia. En ese instante, me
dí cuenta de que el Cementerio de Greenwood estaba justo en esa
calle. Greenwood es un lugar enorme, el cual también alberga el
monumento a la Batalla de Brooklyn, un hecho de guerra
revolucionario.
Fue el sitio
turístico natural más visitado en la década de 1800 y durante el
cambio de siglo, superado solo por las cataratas del Niágara.
Siempre quise ir allí, ya que es muy hermoso y funciona como parque
público. El mecánico me volvió a llamar, así que puse a mi tía
en espera y me dijeron que mi automóvil estaría listo en dos horas.
Aquí es donde decido visitar el cementerio.
Caminé por ahí
hablando con mi tía por teléfono durante aproximadamente una hora,
leí en voz alta las lápidas antiguas y me maravillé de lo hermoso
que era realmente aquel lugar.
—No es de extrañar
—le dije a ella—, que la gente pague 17,000 dólares para ser
enterrada aquí.
Justo cuando
finalizan mis dos horas libres, me levanté del banco en el que
estaba sentado, en la cima de una de las muchas colinas.
—Desde aquí puedo
ver exactamente hacia donde está la salida —le dije a mi tía
mientras bajaba por la colina.
Empecé a quejarme
de lo empinadas que son las colinas, cuando ella me hizo una broma
acerca de asegurarme de que las puertas aún estuvieran abiertas,
pues había escuchado de gente que se había quedado encerrada en el
mismo cementerio.
De repente, de la
nada, surgió un sonido de silencio, como si alguien nos estuviera
ordenando que nos callaramos. Inmediatamente después, cientos de
voces distorsionadas, todas ininteligibles, hablaron al mismo tiempo.
Decir que estaba sorprendido y confundido, francamente es poco.
Ninguno de los dos pudimos oírnos más, solo aquellas voces
distorsionadas, interrumpidas ocasionalmente por un «shhh» bastante
claro y duro, como si alguien estuviera molesto por el ruido.
Me quedé escuchando
durante mucho tiempo, pensando que tal vez había una interferencia
con el teléfono celular. Pero había tantas voces al mismo tiempo y
estaban tan distorsionadas, que empezaba a dudar que se tratara de
interferencia normal en la línea telefónica. Escuché aquello
durante al menos 2 minutos, tratando de comprender lo que decía al
menos una voz, sin éxito.
Tengo que decir
decir, soy un escéptico bastante grande. Pero esto fue algo que no
puedo explicar, algo que me dejó bastante mal y aun hoy sigue
dándome escalofríos.
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