viernes, 3 de enero de 2020
La Rosa Negra
En una ciudad de
Alemania, vivía un hombre sumamente acaudalado, que estaba casado
con una hermosa mujer. Los dos tenían un matrimonio sumamente
dichoso y vivían con grandes comodidades. Lograron procrear a tres
hijas muy bellas que incrementaron su felicidad. Nada les faltaba.
No obstante, años
después la mujer de aquel hombre contrajo una cruel enfermedad que
la obligó a permanecer postrada en cama. Su marido consultó a
muchos médicos e intentó hacer de todo para que pudiera recuperar
la salud. Pero mientras más se esforzaba, peor se ponía. Finalmente
ocurrió lo inevitable y la pobre murió, encargándole que cuidara
de sus hijas.
Al poco tiempo de su
fallecimiento, la hija mayor estaba a punto de cumplir dieciséis
años. Su padre fue a la floristería y pidió el encargado un ramo
con dieciséis rosas rojas para ella. Sin embargo el dependiente le
contestó que únicamente le quedaban quince rosas rojas y una negra.
El ramo fue preparado con dichas flores y al volver a casa, se colocó
sobre la mesita de noche de la muchacha.
A la mañana
siguiente, lleno de horror, su padre la encontró muerta en la cama,
en medio de un mar de sangre. La habían apuñalado sin piedad.
Con gran pesar se
volvieron a preparar los funerales y el hombre nunca logró dar con
el asesino.
Volvió a pasar el
tiempo. Esta vez, la segunda de sus hijas estaba por cumplir sus
catorce años. Al igual que la vez anterior, el padre se dirigió a
la floristería para encargar un ramo de catorce rosas rojas. Pero el
encargado le dijo que únicamente le quedaban trece rosas rojas y una
negra. El hombre tuvo un mal presentimiento, al darse cuenta de lo
similar de la situación.
A pesar de todo el
obsequio floral fue hecho, comprado y colocado en la mesilla de noche
de la adolescente. Cuando el sol salió, ella yacía sin vida entre
las sábanas, asesinada de la misma manera que su hermana mayor.
La niña fue
enterrada junto a su madre y a su hermana. Ahora solo quedaba la más
pequeña, quien dentro de poco cumpliría sus trece años. El día
anterior al aniversario, su padre volvió a presentarse en la
floristería, haciendo el encargo de trece rosas rojas.
No le sorprendió
escuchar que solo quedaban doce rosas rojas y una negra. Esa noche,
volvió a colocar el ramo en la habitación de la chiquilla, como de
costumbre. Solo que esta vez se sentó al lado de su cama a esperar,
con un hacha entre las manos. Era poco más de medianoche cuando,
atónito de terror, observó como una mano con un cuchillo salía
entre las flores para atacar a su hija.
El hombre empuñó
su hacha y la cortó de tajo por la mañana.
Al amanecer se fue
de nuevo a loa floristería, para buscar otro ramo de rosas para su
hija. El dependiente lo recibió nervioso y sacó trece rosas rojas.
El padre se fijó y
comprobó con amarga sorpresa que le faltaba una mano.
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