domingo, 11 de septiembre de 2016
El Ojo Como Simbolismo De Recepción y Expresión.
La figura de un ojo puede simbolizar recepción, y por
consiguiente conocimiento, o por el contrario, expresión, y por consiguiente la
manifestación hacia el exterior del poseedor del ojo.
En el primer caso, cuando la imagen del ojo simboliza
recepción de información, el ojo abierto suele representar atención y cultura;
el ojo cerrado es la negación de esta entrada de información por indiferencia,
meditación, abstracción, sueño o muerte. Y la ceguera, que es una temible falta
de información, expresa la deshomologación del sujeto con sus semejantes
normales.
El sello de la Societas Ophthalmologica Europaea recoge en
su ojo, junto al simbolismo del conocimiento, la expresión directa del órgano
que la identifica. En una lágrima limitada por el nombre de la sociedad hay en
la parte superior un sol con un surfóculo en su interior y rayos luminosos
alrededor, sobre un fondo de cielo y nubes. Debajo aparece Zeus en forma de
toro, raptando a la joven Europa y llevándola sobre el mar Mediterrráneo a
Creta, donde engendraron a Minos.
Los sarcófagos egipcios tienen a veces pintados o en bajorrelieve
dos ojos normales o un ojo de Horus, a fin de que el difunto que contienen
pueda ver a su través el mundo que le rodea. Los ojo simbólicos citados
expresan principalmente el conocimiento. Los ojos múltiples enfatizan más esta
propiedad. Los ojos heterotópicos en posiciones claves, como las manos, aportan
el conocimiento visual a lugares anatómicos que carecen de él, como se expondrá
más adelante en el apartado de los ojos heterotópicos.
Curiosamente, el ojo que vigile la conducta humana en un futuro,
probablemente sea un chip cibernético intracorporal con forma de surfóculus. La
Historia de la humanidad ha mostrado que las doctrinas deontológicas suelen
predicar la bondad, y esto sin duda ha mejorado paulatinamente el mundo, pero
no ha impedido que continúe el abuso entre los hombres. La sociología basada en
la evidencia hace pensar que previsiblemente esto mejorará muy lentamente en el
futuro social inmediato. Por ello, es posible que en un futuro la ciencia cree
un chip cibernético que se introduzca obligatoriamente en todos los humanos
para identificar la exacta localización de ellos y de sus relaciones. El
control de esta información será fácil y práctico, y una regulación legal
obligará, cuando no se actúe contra la sociedad, a preservar la intimidad
personal. Esto cambiará gradualmente la conducta humana universal, hasta
convertir el respeto social en un hábito ético, e influirá decisivamente en la
práctica moral (mos, moris, la costumbre). Este chip —el ojo que todo lo ve—,
posiblemente tenga la forma lanceolar plana de un surfóculus, para facilitar su
implantación intracorporal.
En el segundo caso, cuando la imagen del ojo ojo simboliza
expresión, manifiesta y emite actitudes personales. El ojo visible se reduce a
la córnea y esclero-conjuntiva de la superficie ocular expuesta, y esto es muy
limitado para expresar los distintos estados de ánimo, porque sus posibles
cambios, como el tamaño pupilar y la congestión o dilatación de los vasos de
los trígonos episclero-conjuntivales expuestos no son prácticamente apreciables
a simple vista. Por ello, la principal expresividad del ojo aislado casi se
reduce a su posición: la orientación directa del ojo a un objeto o persona
indica atención, éxtasis o dominio. No mirar directamente indica indiferencia,
inferioridad o timidez. Mirar hacia abajo sumisión u obediencia. Mirar hacia
arriba, abstracción, introspección o elevación a Dios.
Pero el ojo es la parte más importante del cuerpo en las
interrelaciones personales, la primera parte que uno observa en otros. Por ello
la relativa inexpresividad de los globos oculares se ha corregido
complementándolos con la expresión de los párpados, las cejas, las lágrimas y
otras partes de la cara y el cuerpo. Así, la evolución filogenética y de los
usos culturales ha dado a los músculos de los párpados un rico repertorio de
expresiones para emitir información y para expresar cosas tan variadas como
órdenes, súplica, seducción, atención, fulminación, amor, miedo, ira,
benevolencia, etc.
En las mitologías varias se recoge la emisión de expresiones
de los ojos transformada en influencias que frecuentemente se exageran. Por
ejemplo, en la leyenda griega de las tres gorgonas, una de ellas, Medusa,
transformaba en piedra las cosas que miraba. Poseidon hizo el amor con Medusa
en un templo de Atenea, y Atenea despechada, decidió vengarse y ordenó a Perseo
matarla. Así, cuando Medusa dormía, Perseo mirándola no frontalmente, sino
reflejada en su escudo para evitar verla directamente, la decapitó. Perseo
recibió como premio las sandalias aladas.
En las culturas celtas también hay leyendas sobre el poder
emanado de los ojos. Así, entre los celtas irlandeses, el héroe Tricastal, del
Ulster, mataba a sus enemigos con sólo mirarlos. Y en la cultura hindú, el
tercer ojo de Shiva, el frontal, representa el fuego que puede quemar y
destruir lo que mira.
El mal de ojo es la influencia negativa que puede inducir en
una persona o animal la mirada de algunas personas envidiosas o maléficas. La
superstición del mal de ojo probablemente ya existía en pueblos prehistóricos,
pero la primera vez que se documenta históricamente es en las culturas
babilónica y egipcia. Posteriormente se ha comprobado que existió en todos los
pueblos y culturas, y actualmente persiste en gran parte de la población mundial,
especialmente en la campesina. Hay muchas formas de protegerse del mal de ojo,
y entre ellas, son importantes los amuletos, como el Batra Giwargis, etíope,
que tiene la curiosidad de incluir dos ojos, uno en sursumducción y el otro en
deorsumducción, cosa doblemente curiosa porque habitualmente se ha achacado a
los estrábicos una mayor capacidad de aojar. Pero el más conocido amuleto
relacionado con un ojo pertenece a la cultura mahometana y es la «mano de
Fátima». Fátima fue hija de Mahoma, y la representación de su mano con un ojo
en el centro de la palma, protege de sufrir este mal al que la lleva.
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