sábado, 3 de septiembre de 2016
El Caso De La Mujer Que Paría Conejos.
La Inglaterra del rey Jorge I (1660 – 1727) rebosaba de
rarezas, falsedades y charlatanes. El propio rey Jorge era un poco bicho raro,
nunca se preocupó de aprender inglés y mantuvo a su esposa 32 años en prisión.
Pero para cosas fuera de lo común, nada puede hacer sombra a la famosa historia
de Mary Toft Godalming y sus bebés conejo.
En septiembre de 1726 Mary comenzó a dar a luz a conejos. El
cirujano local, John Howard, respondió a las súplicas de sus familiares y se
apresuró a la casa de Mary, donde para su enorme sorpresa, asistó al parto de
nueve de estos animales. Todos nacieron muertos, y en realidad venían al mundo
en porciones y no de una sola pieza. No obstante, esto no disminuía el asombro
del hecho en si. ¡La señora Toft paría conejos!
Jon Howard escribió excitadísimo a otros hombres de ciencia
del país, urgiéndoles a ayudarle a investigar el insólito fenómeno. Pronto, dos
hombres prominentes enviados por el mismísimo rey llegaron para investigar. Se
trataba de Nathanael St. Andre, cirujano anatomista del monarca, y Samuel
Molyneuxm secretario del Príncipe de Gales. Mary explicó a estos ilustres
hombres que recientemente había sufrido un aborto, pero que durante el embarazo
había tenido unas ansias tremendas de comer carne de conejo. Tras varios
intentos infructuosos de cazar varios conejos, había soñado con que tenía a
varios en su regazo. Lo siguiente que supo es que estaba dando a luz conejos.
En presencia de los doctores, Mary continuó dando a luz a
más conejos. Los hombres realizaron experimentos para verificar el fenómeno.
Por ejemplo, tomaron un pedazo de pulmón de uno de los conejos y lo sumergieron
en agua para contemplar que flotaba. Esto significaba que el conejo debía haber
respirado aire antes de su muerte, lo cual por supuesto no podía haber sucedido
dentro de un útero. Sorprendentemente, los doctores ignoraron esta evidencia y
decidieron que no había “conejo encerrado”. Para ellos Mary daba a luz conejos
sin ningún asomo de engaño.
El 29 de noviembre Mary fue trasladada a Londres. Para aquel
instante su caso se había convertido en toda una sensación nacional y en la
capital, una enorme multitud rodeaba la casa en la que la alojaron. En cuanto
la mantuvieron constantemente vigilada, Mary dejó de dar a luz conejos y su
caso comenzó a desentrañarse.
Pronto aparecieron testigos que afirmaron haberles
suministrado conejos al marido de Mary. Más tarde, cuando un famoso doctor de
Londres llamado Sir Richard Manningham amenazó a Mary con la necesidad de
hacerle una inspección quirúrgica para examinarle el útero en nombre de la
ciencia, Mary decidió sabiamente confesar.
Explicó que simplemente se había insertado los conejos
muertos en el útero cuando nadie miraba, y que su motivación era el deseo de
adquirir fama con la esperanza de recibir una pensión real. Poco después fue
encarcelada por fraude, pero la liberaron sin juicio. Se dice que logró dar a
luz a un niño normal poco después de un año tras los sucesos.
John Howard y Nathanal St. Andre, los dos cirujanos que la
habían creído y defendido con pasión, tuvieron que mudarse muy lejos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario