sábado, 6 de octubre de 2012
Taquimilán y El Mito de un Vecino Pueblo Fantasma
Los habitantes de esta localidad del norte neuquino aseguran
que en invierno y en la base del cerro aparecen figuras en hilera que se
asemejan a casas. Se presume de un fenómeno natural desconocido.
Hace más de medio siglo, un niño de cinco años vio por
primera vez lo que hoy todos llaman “el pueblo encantado” o “el pueblo
fantasma”.
Las leyendas populares adquieren fuerza cuando se sustentan
en el tiempo por transmisión de generaciones. Algo de eso pasó en Taquimilán,
localidad del norte neuquino de poco más de 1.600 habitantes, cercana a la
ciudad de Chos Malal. Sin embargo, y a decir por los oriundos de estos pagos, lo
que sucede aquí superaría la categoría de mito, dado que se trataría de un
fenómeno natural pero que nadie puede explicar.
Durante algunos días de invierno, en la base del cerro,
distante 500 metros de donde termina Taquimilán, los pobladores divisan una serie
de figuras en hilera que se asemejan a casas.
La imagen permanece entre 15 y 20 minutos y luego se esfuma.
La aparición, aseguran, se da a última hora de la tarde o
minutos antes del amanecer.
El niño que descubrió por primera vez este fenómeno se llama
Rafael Cerdán, quien nació y vive actualmente en Taquimilán y que hoy tiene 62
años. “Antes me decían que era loco, que tenía visiones, pero ahora lo
comprobaron todos; no sólo en Taquimilán, la gente de Chos Malal también vio
estas casas, han venido turistas de Neuquén y Río Negro que las pudieron
observar”, asegura.
Lo que alude Cerdán fue captado en su momento por el viejo
canal de televisión estatal ATC y los últimos registros fotográficos datan de
hace tres años. Del tema se ocuparon personalmente los funcionarios de la
comuna, que elaboraron un video que exhibe lo que ellos denominan “el pueblo”,
y hasta acaparó la atención de investigadores que trabajaban en la Universidad
Nacional del Comahue (UNCo).
El lugar
Cerdán camina hasta el final de la última cuadra de tierra,
se para, respira y señala sin dudar en el horizonte el lugar donde los
habitantes de Taquimilán divisaron una y mil veces la imagen que acaba de
describir. A esta altura del año el frío
es intenso, hiela los huesos. Allí está el típico paisaje agreste pero no menos
bello de esta región de la provincia: una generosa extensión de estepa
patagónica rodeada por cerros, cuyas laderas adquieren diferentes colores y
texturas según el grado de luminosidad.
Cuando se lo consulta respecto a si es la puesta o salida
del sol la que podría generar un efecto visual, lo niega. “Muchas veces se vio
en días nublados; además, en invierno cerca de las siete de la tarde, que es
cuando suele aparecer esta imagen, el sol ya se fue. El día tiene que estar
especial, no debe haber ni siquiera una brisa, nada, ahí aparece, cuando
empieza a haber un poco de viento no se ve más”, afirma Cerdán.
“Las casas son todas iguales, tienen una puerta y una
ventana y son de los distintos colores que el cerro tiene a lo largo de toda la
base, alrededor de tres kilómetros. Hasta el momento no se sabe a qué se debe
esto, a pesar de que hace tantos años que se lo ve, lo seguro es que ahora
nadie puede negar que existe”, remarca con insistencia.
Mitos y leyendas
Aquí abundan los mitos y las leyendas vinculados al tema.
Nadie se atreve a aseverar pero no hay contradicciones en los relatos de hechos
que habrían acontecido alrededor de la aparición de este poblado fantasma.
Uno de ellos refiere al testimonio de un campesino que en
las primeras horas de la mañana circulaba a caballo por la zona en cuestión y
que, de pronto, se encontró en medio de una calle. La anécdota cuenta que todo
duró segundos y que cuando apareció el sol la situación volvió a la normalidad.
Otro relato asegura que en el lugar se habrían reunido en
tiempos de la campaña del desierto los líderes de distintas comunidades
indígenas, perseguidos por el ejército que comandaba en ese entonces el general
Julio Roca, y que allí estarían enterrados objetos de valor pertenecientes a
estos pueblos originarios.
Creencias, especulaciones o sólo habladurías. Lo cierto es
que esa imagen casi espectral vive en las retinas de lo habitantes de
Taquimilán, como parte de una historia envuelta en un misterio que se resiste a
ser revelado.
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