viernes, 5 de octubre de 2012
El Perro de la Calle
Sara y Antonio disfrutaban de su luna de miel en México, se
habían casado apresuradamente porque ella se quedó embarazada, pero no por ello
se querían menos que el resto de recién casados. Llevaban años hablando de la
boda y el próximo nacimiento no hizo mas que acelerar un enlace que ellos deseaban desde hacía
tiempo.
Su viaje estaba resultando de lo más placentero, México les
cautivaba, ambos caminaban durante horas por las playas de Cancún hasta que el
sol caía, no habían visto un paraíso igual.
Una tarde mientras caminaban por la playa decidieron
alejarse un poco de la zona turística, a unos cientos de metros encontraron lo
que parecía un vertedero. Una zona sucia con un olor nauseabundo y un riachuelo
cubierto casi totalmente por espuma. Entre la basura vieron un pequeño cuerpo
moverse, un perrito chiguagua que parecía muy enfermo, tenía los ojos rojos,
probablemente por alguna infección, estaba muy delgado y apenas podía moverse.
La pareja que era amante de los animales no pudo quedarse indiferente,
recogieron al animal y lo llevaron al hotel.
No les quedaba mucho tiempo de vacaciones y sabían que las
normas del hotel eran muy estrictas con respecto a los animales así que no
pudieron llamar a un veterinario. Sin embargo el amor y atenciones que dedicaron
al perrito parecía tener sus frutos, lo alimentaron, limpiaron y al día
siguiente parecía haber mejorado mucho, pues ya podía caminar y abrir los
ojitos.
Enamorados del dulce animal decidieron que no podían
abandonarlo de nuevo a su suerte, mientras hacían la maleta para regresar a
España hablaban de lo bien que se llevaría con su gato Baltasar. Metieron al
perrito en un bolso y se dirigieron al aeropuerto.
Como Sara estaba embarazada no tuvo que pasar por los
filtros de seguridad por lo cual pudo pasar fácilmente al perrito escondido en
su bolso, el animal aún estaba tan débil que no podía ladrar por lo que sería
fácil llevarlo sin que nadie se diera cuenta.
Una vez llegaron a su casa, su gato comenzó a comportarse de
una manera extraña, tenía un comportamiento muy agresivo con el chiguagua, como
si estuviera asustado. Pensaron que serían celos y que pronto serían amigos.
Pasados unos meses nadie podría reconocer al chiguagua, el
pequeño animal que parecía un esqueleto cuando lo encontraron había ganado peso
y una poderosa musculatura, ya pesaba casi 8 kilos, un peso desde luego inusual
para un perrito de sus características. El gato estaba muerto de miedo y no
bajaba de los muebles para nada.
El chiguagua se había convertido en el rey de la casa.
Por otra parte Sara había tenido una niñita preciosa, debido
a la preocupación de las últimas semanas de embarazo y la alegría del
nacimiento la pareja casi ni se había percatado del comportamiento de sus
mascotas.
Hasta que un día Baltasar desapareció, el gato alguna vez
había realizado alguna escapadita en busca de gatitas en celo pero era la
primera vez que no regresaba en varios días. Antonio puso varios carteles por
el barrio con la foto del gato pero no dieron sus frutos, el gato se había ido.
Pasado un tiempo todo
parecía haber vuelto a la normalidad, su bebé con dos meses estaba cada día más
guapa. Su perrito ya pesaba 10 kilos y tenían un cuerpo rechoncho pero muy
fuerte, era una verdadera máquina de comer que nunca parecía saciarse.
Una tarde la comida del perro se acabó, por lo que Antonio
tuvo que salir a comprar mas mientras Sara cuidaba de su hija. La madre
aprovechando que el bebé se acaba de dormir se metió a la ducha. Mientras se
enjabonaba escuchó el corto llanto de su hija, pero a los pocos segundo se
calló de nuevo.
Cuando Sara salio de la ducha su niña había desaparecido, no
estaba en la cuna donde la había dejado. Como loca se puso a buscar por toda la
habitación, debajo de la cama, en los armarios… nada, ¡ La niña había desaparecido!.
Antonio que llegaba en ese momento encontró a su mujer
gritando y llorando de desesperación, juntos revisaron hasta el último rincón
de la casa, hasta que se dieron cuenta de que su perro tenía las patas llenas
de barro y sangre en el hocico.
Temiéndose lo peor salieron a su pequeño jardín donde
encontraron oculto detrás de un seto un agujero en la tierra, como una
madriguera. Aterrorizados por lo que pudieran encontrar cavaron con sus manos.
Bajo tierra encontraron el cadáver de su hija parcialmente devorada y los
restos de lo que parecía su gato desaparecido.
Antonio encolerizado fue en busca del perro y con un bate de
béisbol le golpeó varias veces matándolo en el acto.
La policía llegó pocos minutos después y desconcertados por
el caso llamaron a la perrera municipal para que se llevaran al animal, debían
comprobar si tenía rabia y podría haber contagiado a sus dueños u otros perros
del vecindario.
El veterinario al llegar al lugar de los hechos dejó a todo
el mundo estupefacto.
“Esto no es un perro, es una rata enorme”
Al parecer la rata había crecido junto a un riachuelo
contaminado por lo que había perdido el pelo, su increíble tamaño también
podría deberse a una mutación, motivo por el cual había crecido con un cuerpo
deformado que se podría asemejar al de un perro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario