jueves, 4 de octubre de 2012
La Estatua del Payaso
Una niñera debe quedarse a cuidar el bebé de una familia que
esa noche tiene una fiesta a la que no puede faltar. Antes de abandonar su casa
la mujer detalla los cuidados que requiere su hijo y le facilita un número de
contacto por si surge cualquier problema.
La chica ya ha trabajado durante semanas con el niño y tiene
experiencia con muchos otros bebés. Pero desde luego esta no es su casa
favorita, ya que el padre ha ido recopilando una colección de payasos de
juguete en sus diversos viajes. Los muñecos le producen escalofríos cuando debe
entrar al cuarto del niño para vigilarlo en su cuna.
La noche se presenta con normalidad hasta que de repente el
bebé comienza a llorar en su habitación, por más cuidados y atenciones que le
brinda, el niño no deja de llorar. La chica odia quedarse en ese cuarto porque
siente como si todos los muñecos con forma de payaso la miraran fijamente
mientras trata de consolar al bebé.
Para colmo el padre parece que ha comprado un nuevo payaso
casi del tamaño de un niño, una pieza terriblemente realista que han sentado en
la mecedora que muchas noches la niñera usa para calmar al niñito hasta que se
duerme.
La chica tras mas de una hora intentando que el bebé se
duerma decide llamar a sus padres para preguntarles si ha dormido la siesta más
tiempo del debido y si le dieron el biberón que le correspondía antes de irse a
la fiesta. Está desesperada por el incesante llanto de la criatura. La madre le
indica que no existe motivo por el cual el niño deba llorar, pero que en todo
caso le de un poco mas de leche y trate de dormirle meciéndole mientras
descansa sobre la mecedora, así ella también podrá descansar.
La chica le pregunta si puede retirar de la mecedora el
payaso nuevo y que donde debe dejarlo, la madre desconcertada le pasa de
inmediato el teléfono a su marido.
El señor le pregunta como es la figura que le dijo a su
esposa. Sin mediar mas palabras y profundamente preocupado le dice a la niñera
que coja de inmediato a su hijo y cruce la calle hasta la casa de sus vecinos,
una vez allí le debe llamar de nuevo.
La niñera asustada cumple las órdenes que le acaban de dar,
entra en la habitación del niño, le recoge de la cuna y sin girar la cabeza
hacia la mecedora para mirar al payaso se le lleva en brazos escaleras abajo
hasta salir a la calle. Al llegar a la casa de los vecinos llama nuevamente al
señor de la casa.
Este está realmente asustado y le contesta mientras conduce
su coche a toda velocidad hacia su casa. Le explica que él nunca ha comprado un
payaso de esas características y que probablemente alguien disfrazado entrara
en la casa para robar, al sentir que subía las escaleras se sentara en la mecedora
para confundirse entre la oscuridad.
La chica totalmente aterrorizada observa por la ventana de
la casa de los vecinos como a los pocos minutos el pequeño payaso escapa con
una bolsa probablemente llena de objetos de valor. Por suerte, una hora después la policía, gracias a su descripción, detiene a un enano
que al parecer trabajaba en un circo ambulante y acostumbraba a entrar en las
habitaciones de los niños para robar cualquier objeto de valor que encontrara mientras
las familias duermen.
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