martes, 2 de octubre de 2012
Mary Ann y el Espejo Roto
Todo comenzó en Tetbury, una pequeña localidad de cierta
campiña inglesa situada a unos cuarenta minutos de Oxford. Se dice que allí,
hace muchos años, vivía una chica de deslumbrante belleza llamada Mary Ann
Sawford. Sus cabellos eran largos, ondulados y de un dorado semejante al oro,
su cuerpo era todo un monumento y su rostro tenía facciones tan bellas y finas
que parecía el rostro de un ángel. Por todo ello Mary Ann estaba acostumbrada a
ser el centro de atención, un imán que por donde iba monopolizaba las miradas
masculinas y que, con una sola mirada de sus ojos azul-zafiro, era capaz de
hacer que cualquier chico del pueblo caiga rendido a sus pies.
Pero su apariencia era sólo el bello envoltorio de un alma
insensible y algo cruel. Detrás de su rostro angelical latían una soberbia y
una arrogancia sin límites pues Mary, cegada por la vanidad y la
superficialidad, creía que por ser tan hermosa era superior a los demás,
mirando casí siempre con desdén a las otras personas, particularmente a
aquellas que no habían tenido la suerte de ser tocadas por la belleza. Fue así
que aquella detestable actitud de Mary consiguió que, con el tiempo, la envidia
que las chicas del pueblo le tenían acabase por transformarse en una peligrosa
combinación de celos y odio.
En su crueldad, Mary Ann encontraba un gran deleite en
amargarle la vida a una chica jorobada de nombre Elizabeth: la trataba con
apodos, le lanzaba bromas denigrantes, la dibujaba, entre otras cosas…Y todo
eso durante años. Un día cruzó los límites y humilló fuertemente a Elizabeth
delante de Robert, el chico que Elizabeth amaba. Esa noche Elizabeth lloró y
juró que ya había sufrido demasiadas humillaciones y que era hora de hacer
justicia y vengarse de Mary Ann. Quería hacerle algo horrible sin importar las consecuencias,
algo que le haga pagar por haber adoptado por tanto tiempo la actitud
aborrecible de la niña mimada en la que se había convertido…
Tres días más tarde Elizabeth fue arrestada después de
lanzar una sartén de aceite hirviendo al rostro de Mary. Mary Ann sobrevivió,
incluso conservó la vista…pero el precio fue muy alto, tan alto que ella habría
preferido morir: su rostro angelical quedó tan desfigurado por la severidad de
las quemaduras que parecía el de un monstruo infernal, su pecho y su cuello
habían quedado en un estado lamentable y había perdido una buena parte de su
dorada cabellera.
Dicen que la primera vez que vio su nuevo aspecto estuvo
toda la noche gritando, y que entró en una crisis nerviosa tan terrible que sus
alaridos estuvieron resonando por gran parte de Tetbury hasta casi entrada la
mañana. Jamás volvió a ser la misma: se había transformado en un ser
traumatizado y atormentado.
Pasaba todo el tiempo encerrada en su casa, no permitía
visitas. Cubrió con viejas sábanas todos sus espejos para así evitar el
suplicio de mirar su horrendo aspecto. Pasaba horas enteras peinándose el poco
pelo que le quedaba mientras se repetía una y otra vez que era la chica más
bella del pueblo. Cuentan que si pasabas cerca de su casa podías casi siempre
oírla sollozar, incluso dicen que a veces por las noches se ponía a gritar como
loca. Con el tiempo fue enloqueciendo cada vez más, aunque no permaneció mucho
tiempo mas entre los vivos, ya que después de que perdiera su belleza: un día,
incapaz de seguir aguantando su suplicio, Mary destapó uno de sus espejos y, al
ver su monstruosa imagen, comenzó a gritar, rompió el espejo y luego se cortó
las venas con uno de los pedazos del afilado cristal…
Pasados unos días se encontró su cuerpo desangrado encima de
los pedazos del espejo. Cuentan que nadie acudió a su funeral, el odio y
envidia que había despertado en vida la habían dejado sola en sus últimos
momentos.
Con el paso de los años empezaron a nacer extraños rumores
en Tetbury: se decía que el espíritu de Mary Ann estaba penando y que hasta se
podía invocar. Todo lo que había que hacer era estar solo en tu casa de noche,
escribir el nombre de Mary Ann en un espejo y luego acostarte. Supuestamente, a
la mañana siguiente encontrarías el espejo roto y verías que tu reflejo ha
desaparecido para siempre, y en su lugar aparecerá el rostro quemado de Mary
Ann en cada espejo a tu alrededor, el espíritu te estará vigilándo desde el más
allá mientras se peina su raída melena…
En un comienzo creerás que se trata de alucinaciones pero
luego la verás cada vez más: en el cristal de la ducha, en el vidrio de la
ventana, en la pantalla del ordenador, en tus sueños… Mas solo tú podrás ver el
rostro aterrador de Mary Ann, nadie más lo verá y si lo cuentas los demás pensarán
que estás loco y al final tarde o temprano acabarás tan trastornado como la
propia Mary Ann…
Seguirás viéndola hasta que un día te hartes y rompas uno de
los malditos espejos en que Mary Ann te observa peinándose. Pero cuidado: el
día que hagas eso, ten por seguro que morirás, ya que Mary Ann enfurecerá y
mientras duermes poseerá tu cuerpo y te obligará a suicidarte cortándote las
venas con los afilados restos del espejo igual que ella se quitó la vida
abandonando su sufrimiento en este mundo…
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