Los muchachos del barrio y más específicamente de la calle
Cochabamba y otras calles aledañas, nos reuníamos en plena esquina con la calle
Manuel Limpias, una gran ventana nos acogía para la tertulia de todos los que
acudíamos a ese lugar, los Tanakas, los Zeladas, los Peñarrieta, los Suarez,
los Letelier además de los Carranza que también llegaban desde el Puerto del
Topater.
Transcurrían los últimos años de la década del setenta y no
había noche que todos nosotros nos reuniéramos para contar chistes, cuentos y
para organizar nuestros equipos de futbol, así como para salir el fin de semana
en cacería de chaisitas, o las pesquería en el arroyo San Juan.
Aunque la ventana era grande apenas podíamos entrar la mitad
de los muchachos que asistíamos, es decir si llegabas tarde ya te tocaba
quedarte parado hasta que todos nos retirábamos, la tertulia iniciaba a las
ocho de la noche aproximadamente y terminaba cerca de la media noche.
Era el mes de Agostos del año 1977, un Surazo arreciaba la
ciudad y nosotros bien apeñuscau en la ventana tratábamos de calentarnos, una
especie de gata parida hacíamos para que podamos entrar más muchachos y
permanecer más calientitos todos.
Los cuentos iban y venían, el cuento de la mano peluda que salía en las ventanas del Kínder, el perro encadenau que salía en la escuela Campero donde actualmente es la Casa del Tamarindo, el descabesau que fuera asesinado en la esquina misma donde estábamos reunidos y así una serie de cuentos de ultratumba que mientras pasaban los minutos más nerviosos nos poníamos.
Eran aproximadamente las 11:30 de la noche y la energía
eléctrica se cortó por causa de que el viento junto los cables de alta tensión,
el apagón se produjo inmediatamente, todos quisimos retirarnos a nuestras casas
pero justo en ese momento llegó Don Lucho, era una persona mayor que nosotros y
que vivía en la misma calle muy próximo a lo que en ese entonces era también la
Plazuela Busch, llamada también Plazuela del Estudiante.
Don Lucho de aproximadamente uno treinta años de edad y que
era tío de los Tanakas nos detuvo casi en la oscuridad y nos dijo que nos
contaría un cuento, que según el propio narrador, les había acontecido en la
década de los años cuarenta, cuando Él era niño aun; inicio su cuento de esta
manera:
Allá por los años cuarenta, cuando yo tenía apenas 7 años de
edad, sucedió un accidente en el arroyo, una familia completa que intentaba
cruzar a la banda del arroyo en una canoa en horas de la noche, por alguna
razón desconocida naufragó, solo se salvó la señora Eduvige una señora que
siempre llevaba un vestido tan largo que incluso arrastraba el piso; su esposo
y sus cuatro hijos se ahogaron, solo ella logró agarrarse de la canoa y gritar
para que le presten socorro, lamentablemente la noche que era como esta, muy
oscura y la luz de los focos demasiado ínfima a tal grado que más allá de los
20 metros ya casi era imposible reconocer a alguien.
Los policías que cuidaban la carceleta que quedaba a media
cuadra del puerto donde ocurrió la desgracia, cuando escucharon los gritos de
la señora acudieron rápidamente con sus linternas, lamentablemente solo
pudieron asistir a doña Eduvige, los demás estaban para ese momento
desaparecidos, la noche transcurrió con las lamentaciones, llantos y sollozos
de la señora Eduvige.
Todo el barrio se levantó a buscar a esa familia pero sin
tener los resultados que los llevasen a encontrar a los desaparecidos, poco a
poco el cansancio fue haciendo presa a los buscadores, al final quedaron unos
cuantos más los tres policías, la señora Eduvige durante toda la noche se
lamentó y lloró a tal grado que según cuenta, sus gritos se escuchaban hasta la
calle 6 de agosto, esos desgarradores gritos y lamentaciones, sumado al frío
intenso y la obscuridad de la noche, penetraban hasta los huesos de todos los
vecinos.
Al día siguiente la búsqueda continuo, sin embargo solo
encontraron el cadáver de don Tenorio, que era el esposo de doña Eduvige, los
cuatro niños nunca aparecieron, sin embargo doña Eduvige cada noche salía en
busca de sus hijos, agarraba una canoa ella sola en plena oscuridad y salía en
busca de sus niños, ya a media noche comenzaban nuevamente las lamentaciones y
no paraba de llorar cuando menos hasta las cuatro de la madrugada, momento en
que según se cuenta, ella retornaba a su casa para descansar un poco y
nuevamente buscar a sus hijos; esta situación se prolongó por mucho tiempo, más
de tres meses el barrio de la calle Cochabamba y la avenida Busch tuvo que
soportar esas lamentaciones y llantos de doña Eduvige.
Al cabo de un tiempo, la señora Eduvige enloqueció a causa
de la pérdida de su familia, cada noche vestida con su gran bata negra y con un
velo en la cabeza, salía en busca de sus hijos, la señora Eduvige pasaba casa
por casa preguntando si alguien había vistos a su familia; de día y de noche
ella seguía la búsqueda, el tiempo fue pasando y la señora Eduvige con su bata
larga y color negro fue enflaqueciendo debido a que comía muy poco, sin embargo
la búsqueda de su familia aún seguía.
La Señora Eduvige, al cabo de un año y medio falleció y los
vecinos del barrio tuvieron que hacerse cargo del entierro, esas cosas siempre
fueron así, la solidaridad y la cooperación de los vecinos era muy alta, a tal
grado de costear todos los gastos que conllevan este tipo de situación,
lamentablemente ese año la inundación fue muy grande y no había lugar para
enterrar a doña Eduvige, el cementerio estaba lleno de agua.
Trinidad apenas tenía unas cuantas manzanas habían quedado
exentas de la inundación, solo había un lugar donde se pudiera enterrar a doña
Eduvige, finalmente los vecinos tuvieron que aprobar su entierro en el lugar de
Higiene y Sanidad que para ese entonces aun había en cada manzana.
En la propia calle Cochabamba y a media cuadra
aproximadamente de la Av. Busch, había un pasillo que ingresaba hasta el lugar
de Higiene y Sanidad de dicha manzana, este era un pasillo bien largo que
ingresaba desde la calle hasta llegar al centro de la manzana donde todos los
vecinos llevaban su basura para quemar, allí todos o la gran mayoría de los
canchones confluían y por ende todos respetaban ese lugar como un terreno que
sin pertenecer a nadie era al mismo tiempo propiedad de todos los del barrio.
El pasillo tenia aproximadamente un metro y medio de ancho y
uno cuarenta metros de largo, al final del mismo el terreno aunque no muy
grande servía para llevar la basura y quemar la misma, nótese decía don Lucho,
que antes como no había empresa de recojo de basura, todos acudíamos al terreno
de Higiene y sanidad para deshacernos de la basura que cada casa producía.
Doña Eduvige y por consenso del vecindario y por no haber
lugar seco para enterrarla, fue entonces enterrada en ese lugar, allí cavaron
una fosa y dieron cristiana sepultura a doña Eduvige, lamentablemente la lluvia
no permitió que el cura de la catedral llegue para darle a doña Eduvige la misa
que le correspondía, los vecinos apurados antes que se llene el poso de agua,
introdujeron a doña Eduvige en el mismo y luego lo taparon con tierra, de esta
manera doña Eduvige no tuvo el sacramento de la misa como despedida.
Pero el cuento no termina ay -decía don lucho-, y todos los
pelaos que nos encontrábamos en la ventana, escuchábamos muy atentos y exigiendo
que continuara con el cuento, don lucho siguió entonces con su narración; a
partir del siguiente día del entierro de doña Eduvige en el terreno de Higiene
y sanidad, y especialmente las noches oscuras y con sur, así como esta, los
lamentos y sollozos de doña Eduvige no calmaron, en todo el pasillo se
escuchaban los gritos desesperados de esa señora, inclusive según cuenta mi
madre -dijo don lucho-, muchas personas vieron que doña Eduvige salía del
pasillo llorando y con su bata larga de color negro, el viento que soplaba de
sur, hacia flamear la bata de doña Eduvige quien no dejaba de lamentarse, ella
salía de ese pasillo y se encaminaba hasta la orilla del arroyo donde se
introducía al agua y luego desaparecía.
Esta situación se repetía cuando menos una o dos veces a la
semana, los vecinos del barrio estaban muy asustados por todo lo que ocurría,
tuvieron que pedir al padre de la catedral que fuera al lugar del entierro y le
haga una misa para que el alma de doña Eduvige pueda descansar con tranquilidad,
recién después de más de seis meses que se repetía la salida de doña Eduvige
del pasillo indicado, el cura fue al terreno de Higiene y Sanidad y llevó
adelante una misa con la presencia de la mayoría de los vecinos del Barrio,
allí todos clamaron y pidieron a doña Eduvige que descanse en paz y
tranquilidad, para que también todos los vecinos puedan dormir tranquilos.
La Misa que se llevó a cabo en ese terreno y parece que dio
resultados, pues doña Eduvige no salió más y sus lamentaciones y llanto dejaron
de escucharse por mucho tiempo.
Ya eran las doce de la noche, y nadie quería moverse de la
ventana, todos apeñuscados seguíamos escuchando a don lucho y el cuento de la
“Batuda” que según el mismo la había conocido cuando era pequeño nos había
impresionado, en ese momento que aún seguía oscuro pues la energía eléctrica no
había sido repuesta, se escucharon unos gritos y lamentos frente a donde
estábamos sentados, es decir por donde ahora es la cooperativa Cactri Limitada,
realmente eran lamentos espantosos y desesperados que calaron profundamente en
todos los muchachos que estábamos sentados en la ventana, hasta a don lucho le
entró un tremendo miedo, todo estaba muy oscuro y los gritos y llantos seguían
y se escuchaban a solo treinta metros, es decir cruzando la calle.
En esos momentos salió mami Ely de su casa que también había
escuchado las lamentaciones, pero ella estaba provista de una linterna,
rápidamente llegó a donde estábamos nosotros y nos preguntó si sabíamos quién
era la gritona, don lucho dijo, debe ser la Batuda que salía años atrás, seguro
que es ella que se acordó de sus hijos y viene a buscarlos, –no creo en eso-
dijo mami Ely, acompáñenme al frente y verifiquemos de que se trata, temerosos
todos juntos y con solo la luz de la linterna de mami Ely cruzamos la calle
para investigar de que se trataba.
Casi al finalizar la construcción de la Cooperativa Cactri
Limitada y muy cerca de la orilla del arroyo, aun logramos ver una mujer con
bata larga que se metía en el agua, – esa es la batuda – grito don lucho, les
dije que la dejemos en paz, seguro que a partir de ahora saldrá cada noche en
busca de sus hijos, -no seas alarmista- dijo mami Ely, regresemos todos a
nuestras casas y dejemos en paz y tranquilidad a doña Eduvige.
De esta manera todos los muchachos del barrio y cuando eran
las doce y media de la noche corrimos despavoridos cada uno a su casa, sin
embargo el cuento de la batuda quedo grabado para siempre en la mente de todos
los muchachos de ese barrio.
El pasillo y terreno de Higiene y sanidad, fue clausurado según don Lucho a inicios de la década de los años cincuenta, vecinos del pasillo y terreno, solicitaron a la alcaldía apropiarse de los mismos como patrimonio personal, como este pasillo y terreno en cada manzana de la ciudad de Trinidad se tenía la misma situación, porque el diseño de la ciudad para ese tiempo incluía el pasillo y terreno de Higiene y Sanidad, esto porque no existía para ese tiempo alguna empresa que se encargue del recojo de la basura.
Fuente: https://boliviaglobal.wordpress.com/
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