Hace mucho tiempo, en
un pequeño estado chino, el rey tenía tres hijas, y como deseaba obtener
ganancias mundanas, quería casarlas con familias adecuadas. Pero la más joven
de ellas, Miao Shan, tenía un deseo diferente. Quería convertirse en monja
budista y llegar a la perfección espiritual mediante la cultivación y así
ofrecer salvación al mundo. El rey no la comprendió, por lo que desconoció a su
hija y la envió al exilio.
Pasaron los años y el
rey se enfermó gravemente. Un viejo monje que estaba de visita en el reino le
dijo: “Para poder curarse, debe ingerir una poción destilada de los brazos y
ojos de alguien que esté dispuesto a entregarlos sin nada a cambio”.
Desesperado, el rey le imploró a sus hijas mayores, pero no estuvieron
dispuestas a ayudarlo. El monje entonces le sugirió: “En la cima de la Montaña
Perfumada vive una pusa de la compasión. Envíele un mensaje suplicando su
salvación”.
Este monje resultó ser
una transformación de Miao Shan. Después de varios años de una ardua práctica
espiritual, se había convertido en pusa. Al escuchar sobre el problema de su
padre, se transformó en un monje para aconsejar al rey. Luego, de vuelta en el
templo, recibió al mensajero de su padre con su verdadera forma y le dijo:
“Esta enfermedad es un castigo por sus pecados. Pero como su hija, es mi deber
filial ayudarlo”. Luego se arrancó los ojos y se amputó los brazos para que el
mensajero se los llevara.
De vuelta en el reino,
el viejo monje reapareció para preparar el elixir mágico que permitió que el
rey se recuperara milagrosamente. Estaba extremadamente agradecido con el
monje, quien simplemente le respondió: “Mejor agradécele a quien se sacrificó
por ti”.
Entones el rey viajó a
la Montaña Perfumada. Allí se estremeció al ver a su hija encabezando a cientos
de seguidores, ¡sin brazos ni ojos! Las lágrimas le rodaron por las mejillas al
darse cuenta de todo lo que debía haber sufrido su hija. Sin embargo, Miao Shan
lo recibió bondadosamente y lo invitó a vivir con compasión y a practicar el
budismo. Luego, un destello de luz los envolvió a todos cuando ella se
transformó en la imagen divina de una pusa, con sus ojos y brazos recuperados.
Fuente: Leyendas, Mitos, Misterios y Enigmas del Mundo
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