Según narran las inscripciones mitológicas sumerias, los dioses y semidioses emergieron de un océano infinito que simbolizaba el caos primigenio dador de la vida. En aquellos tiempos remotos, Lilith simbolizaba la parte femenina de uno de los Agbal o semidioses hermafroditas que manaron del Abismo para servir a los primeros dioses de las profundidades. Lilith se erige como un "espíritu del viento nocturno" (traducción sumeria de Lilitu o Lamatsu) cuya misión primordial era custodiar las puertas que separaban el plano físico del espiritual, actuando, por tanto, como un guía hacia la sabiduría de la inmortalidad. Y es debido a su caracter guiador que aparece representada portando los anillos de Shem, los símbolos más antiguos que demuestran que un individuo ha cruzado hacia la inmortalidad y alcanzado la sabiduría del Árbol del Conocimiento.
La iconografía sumeria de Lilith representa a una joven doncella alada que atrae a los hombres al templo de Ishtar para celebrar ritos sexuales con las sacerdotisas vírgenes de la diosa para alcanzar una transformación espiritual y regenerar el cuerpo físico prolongando así la vida mortal. De esta forma, Lilith como "mano de Ishtar" hace partícipes a los hombres de los misterios rituales del templo en los que que hubo de ejercer cierta influencia algún tipo de alquimia relacionada con la sangre menstrual de las sacerdotisas.
Las influencias asirias en la segunda mitad del II milenio alteraron la iconografía de Lilith, y en las posteriores leyendas asirias, aparece representada al lado de los reyes sosteniendo en sus manos la vara y el anillo de la autoridad regia, flanqueada por el Pájaro de la Sabiduría y el Léon, señor de las bestias.
La relación de Lilith como diosa del viento con el universo de la femeneidad clásica, esta pues bien asentada.
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