Con referencia al tema que nos ocupa, unos niegan rotundamente cualquier connotación con un presunto "más allá" o con sistemas de vida ajenos a nuestra dimensión. Según esta postura, todo se debe a un afloramiento de nuestro inconsciente, donde se encuentran ocultas nuestras represiones, deseos y anhelos no cumplidos. Durante la práctica de la ouija se produciría una relajación de los mecanismos bioeléctricos del consciente, es decir, cierta desconexión con el yo. En este momento aflorarían todas aquellas ideas y motivaciones almacenadas en el inconsciente, apoderándose del sistema transmisor de las neuronas, y del muscular. Esta idea, mantenida por muchas personas excesivamente "racionalistas", es de una simplicidad total, no explicando muchos casos de comunicación con la ouija ni aclarando ciertos fenómenos concomitantes que suelen darse. Para los defensores de esta tesis, lo mas simple es decir que todo se debe a estados alterados de conciencia. La sencillez del empleo de la ouija es una de las causas de su éxito, atrayendo a públicos no preparados para experimentar.
El caso contrario es el de aquellos que no dudan lo más mínimo en afirmar que mantienen contactos con personas difuntas, espíritus, seres superiores, extraterrestres y un largo etcétera de supuestas entidades.
Antes de teorizar y contemplar el amplio abanico de circunstancias posibles y reales que acompañan a la ouija, desearía explicar algunos casos vividos y controlados por mí a lo largo de varios años. Como quiera que algunos de ellos no cuadran ni mucho menos con la hipótesis expuesta anteriormente, deben admitirse otras explicaciones más trascendentales, paranormales o "fronterizas" en el sentido de aquellos fenómenos y sucesos que parecen hallarse en la "frontera" con otras realidades. Expondré algunos ejemplos de esta casuística:
Caso nº 1: Durante tres o cuatro años, un grupo de amigos de alto nivel cultural se reunían los sábados por la tarde para practicar la ouija. Como quiera que comenzaron a observar algunos fenómenos curiosos durante las sesiones, me invitaron a las mismas en calidad de observador. En una de ellas se recibió una comunicación de alguien que decía llamarse Antonio. Al parecer se encontraba en una carretera junto a un camión volcado en la cuneta, y decía que había mucha gente junto a él, pero nadie le hacia caso y no sabia lo que pasaba. Finalmente dio un número de teléfono, tras lo cual se cortó el contacto. Una semana más tarde, el grupo de experimentación decidió llamar a ese teléfono... El resultado fue asombroso: el número correspondía a la vivienda de un camionero llamado Antonio, que había fallecido en un accidente al quedarse dormido al volante de su vehí. El hecho había ocurrido el mismo día que se practicaba la ouija.
Caso nº 2: En la provincia de Barcelona, un grupo de tres matrimonios acompañados por algunos de sus hijos, después de cenar improvisaron una ouija como simple pasatiempo. Durante largo rato, el master -pequeño vaso o plancha que se desliza sobre el tablero- permaneció inmóvil, por lo que decidieron dar por terminada la experiencia. Pero alguien propuso hacer un intento más. En esta ocasión, el master comenzó a desplazarse. Al principio muy tímidamente, y luego ganando velocidad, fue de un lado a otro marcando repetidamente la palabra "MUERTE". Uno de los asistentes se sintió especialmente angustiado, ya que su madre, una mujer de avanzada edad, estaba hospitalizada. Pese a lo tardío de la hora, al llegar a casa llamó al centro sanitario, donde le comunicaron que el estado postoperatorio seguía su curso normal y que el diagnostico era muy favorable. Entre los asistentes a esta experiencia se encontraba un joven de 17 años. Dos días después de la sesión, el muchacho sufría un grave accidente de ciclomotor al chocar de frente con un turismo que circulaba en dirección contraria. La muerte fue instantánea.
Caso nº 3: Este caso no tiene por fortuna connotaciones tan trágicas como los anteriores; más bien al contrario. El Sr.X es una excelente persona que hace seis años quedó en el paro, con una numerosa familia a la que mantener. En pocos meses sus ahorros se disiparon, e inútilmente recorrió multitud de empresas en busca de trabajo. A finales de noviembre se encontró casualmente con un amigo, el cual le insistió para que le acompañara a su casa, y consultara la ouija, que solía practicar con su esposa, asegurándole en más de una ocasión que les "habían" ayudado. A regañadientes el Sr.X acompañó a su amigo. Momentos después se iniciaba la sesión y no se hicieron esperar los resultados, comunicándosele al Sr.X que sus problemas tendrían una pronta solución. Días después nuestro amigo recibió de un familiar del que llevaba años sin saber nada una pequeña participación de Lotería de Navidad. El número fue agraciado con el "Gordo", por lo que cobró una cantidad que le permitió vivir con cierto desahogo hasta encontrar trabajo estable.
Caso nº 4: Ya de madrugada, Juan Vicente recibió una inesperada llamada telefónica. Un amigo después de disculparse por llamarle a tan inadecuada hora, le comunicó que, haciendo ouija en casa de otro conocido, el master les comunicó: "Juan Vicente no debe hacer el viaje. Que no lo haga.". El desplazamiento aludido en el mensaje era una excursión de unos diez días por Austria. Posiblemente mi buen amigo desde un principio no estaba muy decidido a realizarlo, pero el caso es que, quizá por influencia de la ouija, tomó la decisión de no salir de viaje con sus compañeros. Ocurrió que, precisamente en esos días, Juan Vicente recibió la notificación de que su solicitud de ingreso en una importante empresa había sido aceptada. De no haber podido presentarse en un plazo de 72 horas, otro hubiera ocupado el puesto.
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