Lo prepararon todo, comenzaron, y como en cada sesión que se precie, uno de ellos, el portavoz, hizo la cuestión de inicio: "Si hay alguien que te moleste aquí, dinos quién es y se irá".
El vaso indicó dos nombres, los dueños de los nombres se miraron sorprendidos y se despidieron de los otros tres. Volverían al pueblo caminando y ya se verían más tarde.
Dejaron a los otros tres con su sesión de espiritismo y conversaron por el camino. Cuando llevaban unos cien metros andados, escucharon un ruido y se giraron: La casa caía derrumbándose sobre los tres chicos que se habían quedado en la sesión espiritista.
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