martes, 1 de agosto de 2017
La Negrita
Por los años de 1635, la Puebla de los Pardos era un barrio
segregado de la ciudad de Cartago, compuesto exclusivamente de mestizos. Era
costumbre en casi toda la América española segregar a los mestizos de los
blancos, obligandolos a vivir separados, hasta la fuerza de la Ley llegaba en
ocasiones a prohibir el matrimonio entre ellos.
Por esta época existía allí un breñal a donde solían ir los
pobres de Cartago a recoger leñna para cocinar, en las inmediaciones del breñal
vivía una pobre y sencilla mujer que en la mañana del 2 de agosto se encaminó
como de costumbre a recoger su carga de leña al breñal, y esta vez encontró
sobre una piedra una imagen que representaba a la Santísima Virgen con el Niño
en sus brazos, de un tamaño no mayor a una cuarta y tallada en piedra, la
recogió y al llegar a su humilde casa la guardó en una cajita de madera.
Cuando ya se acercaba el mediodía, la mujer volvió al breñal
por más leña y, llena de admiración, encontró la imagen sobre la misma piedra.
La tomó creyendo que era otra imagen y se la llevó a su casa. Cuando abrió la
caja para guardarla junto a la otra, llena de estupefacción notó que la otra
imagen ya no estaba. Su estupefacción creció a tal punto y casi de espanto,
cuando por tercera vez, al volver al breñal encontró la imagen sobre la misma
piedra. Sin embargo, la tomó en sus manos y la llevó a su casa, a donde pudo
constatar que se había escapado de la caja, y que encontró vacia. La buena y
humilde mujer se alarmó muchísimo, corrió a la casa del cura del pueblo, se la
entregó y le contó los extraños sucesos que había experimentado momentos antes.
El cura, que según cuentan era don Alonso Sandoval, tomó la pequeña imagen y la
depositó en un cofre con el fin de examinarla después detenidamente. Al día
siguiente cuando el señor cura decidió examinar la imagen, se dió cuenta que ya
no estaba en donde la había puesto, y cuando la pobre mujer que anteriormente
había descubierto la imagen, decidió volver al breñal a recoger la leña
matinal, con asombro encontró la imagen sobre la misma piedra en que tantas
veces la había hallado. Corrió la mujer donde el señor cura, este con otras
personas del lugar llegaron al breñal y en solemne procesión la llevaron hacia
la iglesia parroquial depositándola en el Sagrario. Al día siguiente cuando
quisieron examinarla, ya no estaba en el lugar, corrieron todos a la ya
conocida piedra en el breñal y allí estaba, sobre la misma piedra. Era la
quinta vez que en esta forma se manifestaba la Santísima Virgen, comprendiendo
asi que quería tener su casa allí mismo, se dieron inmediatamente a la ardua
tarea de levantarle una ermita, mientras podían construirle un templo digno de
ella la celestial Señora, “La Virgen de los Angeles”.
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