La presión del pecho te empieza a inundar y te llega a la cabeza una asfixiante ansiedad; desesperación y terror se apoderan de ti, y tú, intentando huir de tal infierno, te mueves, deliras, chillas, ríes nerviosos, lloras y tiras espuma por la boca. No puedes comunicarte con nadie, como si estuvieras encerrado en un cuerpo que no es el tuyo, que no puedes controlar. Pasa el tiempo, y el infierno interno no termina, de hecho cada vez es más y más intenso, quieres que termine ya... y ante tal intensidad, no puedes evitar moverte... moverte más frenéticamente... eres consciente de que estas perdiendo el juicio. Intentas escapar hacia donde sea, y aunque no encuentres la salida, te mueves, luchas, hasta que al final, simplemente..... mueres. Tu cuerpo no ha soportado este sufrimiento desgarrador y ha decidido terminar con todo, con el sufrimiento insoportable y con tu vida. Durante todo el tiempo, la gente te ha mirado de forma incomprensiva, no se ha acercado a ti por miedo, y si alguien lo ha hecho y te ha preguntado si estabas bien, lo único que ha podido entender eran balbuceos sin sentido... no te extrañe que alguno te dijera que estabas poseído.... y de hecho lo estabas. Poseído dentro de un cuerpo extraño que ya no es el tuyo y viendo el exterior como desde el interior de un túnel profundo donde la realidad aparece alejada e inaccesible, desde el interior de un cuerpo que te mantiene aislado. Este pequeño infierno que has sufrido antes de fallecer te ha parecido interminable, insoportable, y de hecho quizá lo ha sido... no ha durado unas horas o días... sino semanas y meses.
En 1518, en la ciudad de Estrasburgo, en Francia, sucedió un hecho que se le conoce como la epidemia más rara de la historia y que hasta la fecha aun sigue sin encontrarse una explicación.
Era una época dura: calamidades, hambrunas, misticismo extremista, miedo e ignorancia creaban un clima verdaderamente asfixiante. Un día de Julio, la señora Frau Troffea, salió a la calle y empezó a bailar. Encontrar un chalado en esta época no era raro, ya se cansaría pensaron los vecinos y las autoridades de la época, así que decidieron no actuar. Pero la señora Frau Troffea no se cansó, siguió bailando y bailando. Según las fuentes de la época, los bailes no eran bailes armoniosos. Eran más bien como impulsos nerviosos, alocados y antinaturales, impulsos violentos acompañado de gritos, lloros y risas nerviosas.
¿Qué podría pasarle a la señora Frau Troffea? Quizá se debía al baile del San Vito. Una enfermedad que se acompaña de movimientos espasmódicos de los músculos, alucinaciones o visiones. Una enfermedad que ahora se sabe que es algo hereditario, algo degenerativo y progresivo. Pero en aquella época, la información era escasa, y ante la rareza de ver bailar a una mujer durante más de 24 horas de forma compulsica, decidieron no hacer nada al respecto y achacarlo al Baile del San Vito... por el momento. Y señalo por el momento porque en una semana ya se habían unido a la señora Frau Troffea otros 34 desgraciados. Fue entonces cuando las autoridades decidieron ponerles música para estimular esos "bailes", pensando que aquello sería beneficioso de alguna manera. Ante tal ingeniosa e ineficaz medida, el problema no solo no terminó, sino que aumentó, llegando a más de 400 bailarines locos. 400 bailarines que no paraban, que estaban día y noche bailando. Quizá alguno caía desmayado pero en el momento se podía levantar, lo hacía y continuaba moviéndose aun con su cuerpo exhausto.
De esos 400, muchos murieron: agotamiento nerviosos, ataques al corazón, derrames cerebrales, envenenamiento metabólico, etc...
Las autoridades los llevaron a capillas y templos religiosos, donde se les intentó ayudar a través de la inspiración que estos lugares tan cercanos a la presencia de Dios podrían ofrecer. Pero fue en vano, ningún beneficio consiguieron. A los 2 meses, la gente que sobrevivió (según he podido descubrir un poco más de 200 personas) empezó a dejar de bailar, y tras recuperarse física y mentalmente, volvieron a su "vida normal".
Este caso no es el único, se repitieron varios veces a lo largo de la historia. Por citar algunos ejemplos:
En 1374 el Rin se desbordó provocando inundaciones y hambrunas a las poblaciones de la región. Cientos de personas salieron a las calles y al igual que las Estrasburgo bailaron como poseídos y se retorcieron como locos durante días y días.
En 1634 en Loudun varias monjas fueron "endemoniadas". Algunas corrían como animales y otras bailaban de forma compulsiva.
¿Cuales fueron las causas de este baile de la muerte?
Son varias las explicaciones que se dan a estos hechos tan macabros y desconcertantes. Desde posesiones demoniacas en masa, hasta afectados como conejillos de indias por pruebas desde los gobiernos para mantener el control de la población. Pero las dos explicaciones quizá más sencillas son dos:
1ª La hipotesis de la intoxicación por un hongo. El cornezuelo o ergo es un hongo que puede encontrarse en varias plantas y que a través de estas, pueden pasar al cuerpo humano. La intoxicación por este hongo puede producir alucinaciones y un "fuergo interno". Este hongo se adhiere especialmente al trigo y al centeno. Dos alimentos que son utilizados para la elaboración de pan. Incluso la biblia habla de este hongo y su cuadro sintomático es denominado ergotismo o, popularmente, «fuego del infierno».
2ª La hipotesis de la histeria colectiva. Es probablemente la explicación más aceptada. Una combinación de temor, de hambruna, de superstición religiosa muy vinculada al demonio, de ignorancia, junto con una presión social, deja un preparado social que estallará de una forma u otra. Son muchos los casos documentados de grupos de personas que han visto las mismas alucinaciones, que han sentido las mismas realidades imposibles. Este podría ser el caso, o uno de ellos.
El caso del baile de la muerte o de los 400 bailarines de Estrasburgo, es el más conocido, decenas de documentos tanto religiosos como oficiosos de la época renombran este hecho. La ciencia aun sigue sin poder saber exactamente que sucedió. No sabe muy bien que les pasó por la cabeza a esas pobres gentes, muchos de ellos murieron, quizá incluso prefirieron morir antes que seguir así. Algo en sus cabezas pudo desconectarse, y en ese momento, el hombre dejó de serlo para convertirse en un mundo de ensoñaciones sin sentido alguno.
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