viernes, 5 de mayo de 2017
Leyenda del lago Aluminé
El creador del mundo quería que el Sol y la Luna van a
gobernar juntos la tierra. Después de un tiempo el Sol no quería compartir más
con la Luna, rechazó a la Luna y se enamoró de la Venus. Cuando la Luna vio eso
así lloró tanto que sus lagrimas formaron el lago Aluminé que hoy está en
Argentina.
Cuentan los viejos más viejos que un día Nguenechen (creador
del mundo) decidió que Antu (dios del Sol) y Cuyen (diosa de la Luna) se
convirtieran en marido y mujer. Además, les encomendó que - en el nombre de él
- reinaran sobre la tierra. Así se los podía ver juntos marchar por el espacio.
Pero, pasado un tiempo, Antu se cansó de Cuyen. Ésta le reprochó su injusta
actitud. Antu reaccionó indignado y le propinó (daba) una trompada (golpe) en
la cara. Desde ese momento, él se convirtió en el único astro del día y dueño
absoluto del universo, mientras que Cuyen recorre sola su senda (camino) nocturna
mostrando las cicatrices de su rostro.
Un día Cuyen, ansiando (con el deseo de) una reconciliación,
decidió acelerar su viaje para alcanzar a su amado Antu antes de que éste se
ocultara. Pero la diosa de la Luna se encontró con una sorpresa.
Antu se estaba
besando con el lucero (estrella) de la tarde (Venus), de quien se había
enamorado. El dolor le provocó un llanto (pena con lagrimas) tan copioso
(grande), que las lágrimas formaron el lago Aluminé. Desde ese día, el lago
tiene la pureza y la dulzura de Cuyen.
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