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Equipo Infinito.



miércoles, 3 de mayo de 2017

Leyenda del Copahue



El cacique Copahue de la región de la Cordillera del Viento (hoy Argentina) fue muy guerreroso y exitoso pero durante un regreso de una batalla fue una tormenta fuerte provocando accidentes y Copahue fue herido. 

En la neblina encontró una casa de una mujer hermosa, Pirepillan, "el hada de la nieve", que le curó y le daba miel y le mostró el camino dando un amuleto para suerte y victorias, y después para devolver. Copahue instaló su tribu al pie de su cerro. Quería devolver el amuleto pero los ancianos de la tribu impidieron indicando que la mujer sería un diablo. Después devenía el cacique más poderoso de los Mapuches, pero su amor a Pirepillan no fue cumplido. 

Además fue el rumor que Pirepillan fue secuestrado en el volcán Domuyo y un tigre y un águila de dos cabezas serían sus vigilantes. Así Copahue quería su amor subiendo el volcán pero no encontró a ella y pidiendo Nguenechen (el creador del mundo) cambió todo su poder para el amor - y ahora una luz le mostró el camino a su amor venciendo el tigre y el águila con dos cabezas. 

Después regresando a su tribu el cacique Copahue perdió todo su poder porque los otros  no aceptaron a la Pirepillan, y al fin perdió también su vida en una batalla. Así su tribu quería matar a Pirepillan como venganza en un palo pero Pirepillan gritó "Copahue" y vinieron aguas hirvientes de los roques contra los agresores. Así los valles que se llaman "Copahue" están con un juramento para los enemigos y solo pueden ser cruzados con una piedra llanalhue, alma de la otra vida.






Una tarde, después de una batalla, Copahue regresaba [del territorio] de Chile [de hoy] con su ejército. Ya estaban bien entrados en la cordillera cuando el viento empezó a soplar muy fuerte. Las rocas eran empujadas por los torbellinos y caían peligrosamente ladera abajo. Sin embargo, la expedición se empecinaba (quedar duro) en continuar por ese camino. Hasta que un derrumbe (caída) los dispersó. Al detenerse la tormenta, Copahue quedó malherido por los proyectiles. Abrumado (en la neblina), caminaba solo buscando orientarse en la oscuridad de la noche. De pronto, vio un resplandor (una luz) aislado. El cacique subió ansioso en busca de ayuda. Una mujer hermosa lo esperaba.



"Puedes acercarte. Copahue, yo soy Pirepillan."



Pirepillan era una hechicera (bruja) que, aprovechando sus conocimientos de las hierbas cordilleranas, curó al cacique. Además, le convidó (invitó a) miel y le indicó cuál era el camino correcto para descender la montaña. Antes de partir, Pirepillan detuvo (bloqueó) a Copahue y le dijo:



"Antes de que te vayas, quiero decirte algo. Llegarás a ser el más poderoso de los mapuches, pero eso mismo te costará la vida. Lleva este amuleto, que te protegerá de desgracias y maldiciones. Cuando ganes las primeras batallas, vuelve a mi. Te estaré esperando en el mismo lugar."



Copahue partió confundido, pensando en la gloria que le llegaría y sintiendo un amor profundo por Pirepillan. El joven cacique no sabía que se había enamorado de la hija de la montaña, el hada de la nieve. Y tanto la quería, que decidió establecer su tribu al pie del cerro.



No pasó mucho tiempo hasta que Copahue tuvo la oportunidad de vencer en una batalla. Altivo y orgulloso, decidió volver a la cumbre de la montaña para recoger a Pirepillan y llevársela consigo. Pero los más ancianos de la tribu no se lo permitieron.



"Esa mujer es la nieve del diablo - le decían -. Si la traes una maldición caerá sobre todos nosotros."



Entonces, Copahue desistió (dejó) de su aventura, pero no del amor inmenso que sentía por Pirepillan.



Poco tiempo después Copahue fue, efectivamente, el cacique (p.264) más rico y poderoso. Los negocios y las guerras lo hicieron amo (dominador) y señor de todos los mapuches. Pero Copahue, sobre todo después de las batallas, extrañaba a Pirepillan.



Un día oyó contar a un mapuche del norte que el hada de la nieve estaba prisionera en la cumbre del volcán Domuyo. El rumor decía que un tigre feroz y un monstruoso cóndor de dos cabezas no dejaban que nadie se le acercara. Copahue desesperó por la noticia. Debía hacer algo de inmediato. Tenía la plena seguridad de poder salvarla. Nadie lo detendría esta vez. Entonces, se apuró (hacer rápido) a preparar la expedición. El cacique partió raudo (rápidamente) con la esperanza de salvar a Pirepillan y conquistar su amor. Era lo único que le restaba conquistar: el amor del hada de la nieve.



Copahue se despidió de sus hombres al pie del Domuyo y emprendió la escalada solo. En varias oportunidades estuvo a punto de abandonar la aventura. Pero el pensamiento de Pirepillan le daba coraje para seguir adelante. Ya cerca de la cumbre pensó que la empresa era imposible, y por primera vez en toda su vida, se sintió vencido. Entonces, rogó a Nguenechen (el creador del mundo) que lo ayudara, que le diera la oportunidad de pelear por lo único que quería a cambio de su poder. De inmediato, un resplandor (una luz) brotó (vino) de una grieta. Por allí era el camino hacia su amada mujer.



No alcanzó a ver a Pirepillan porque un tigre colorado, enorme y furioso, se le abalanzó. Pero Copahue, con un golpe tremendo, mandó al felino (animal de gato) montaña abajo. Deseoso de encontrarse con el hada de la nieve, caminó apresurado (rápidamente) hasta la gruta iluminada. Allí estaba ella, joven y hermosa como la primera vez.



"¡Aquí estoy, Copahue!"



gritaba la hija de la montaña. Copahue corrió a abrazarla, pero un cóndor arremetió (atacó) contra él clavándose la mirada fría de sus cuatro ojos. Entonces Copahue desenvainó  (mostró) su pequeño cuchillo y de dos blandazos certeros (precisos) cortó las dos cabezas del ave. Ahora sí se abrazaron Copahue y Pirepillan, y comenzaron a bajar juntos el volcán. "Yo sé el camino", dijo Pirepillan, y guió a su salvador por una pendiente empedrada de oro. Copahue no podía creer lo que sus ojos veían. "¡Es el tesoro del Domuyo!", dijo mientras recogía las pepitas de oro. "No subiste hasta acá por el oro", dijo, deteniéndolo, Pirepillan (p.265). "El tesoro es de la montaña. Puede enfurecer a matarnos. Ya estamos juntos, no precisamos (necesitar) más que eso." Y Copahue accedió (ser de acuerdo), dejando atrás el camino dorado.



Copahue condujo a Pirepillan con su gente y vivieron muchos años como marido y mujer. Pero su pueblo nunca quiso a la hija de la montaña. Esa mujer había alejado al cacique de los suyos y lo había devuelto sin ánimos de guerra. Así, muchos caciques aliados a Copahue comenzaron a sublevarse y a no reconocerlo como su líder. Frecuentes luchas se entablaron entre los mapuches leales a Copahue y aquellos que ya no querían aceptar su autoridad. En una de esas batallas, el cacique fue herido gravemente y falleció poco después.



Entonces, el odio contra Pirepillan se desató (explotó). Los aliados de Copahue comenzaron a culpar de la muerte a la joven mujer. Los amuletos y los hechizos habían sido los causantes del fin del gran cacique. Pirepillan debía morir.



Una noche la fueron a buscar hasta su toldo (carpa), que - como siempre - resplandecía (brilló) con una luz inexplicable. Se la llevaron a los empujones y a los golpes, insultada, en medio del griterío y el humo de las hogueras. Condenada a morir lanceada y colgada de un árbol, el hada de la nieve miraba con horror las lanzas que pronto arremeterían contra ella. Entonces, Pirepillan llamó con todas sus fuerzas al muerto que alguna vez la había salvado:



"¡Copaaahueee! ¡Copaaahueee!"



Pero fue en vano. El grito pareció enfurecer (provocar más furia) todavía más a los mapuches, que se apuraron (ser molestoso) en matarla. Mientras estaban haciendo una fosa para enterrar el cuerpo de Pirepillan, los verdugos fueron bañados por unas aguas hirvientes que brotaban (vinieron) fuertemente de entre los peñascos (roques) donde cavaban.



"¡Cutralco! ¡Cutralco!"



gritaban  los mapuches mientras corrían despavoridos (con susto). Era un castigo de su antiguo jefe, Copahue.



Desde entonces, las tribus vecinas al lugar no se atreven (no tienen el coraje) a cruzar por esos valles, a los que llamaron Copahue. Para hacerlo tienen que llevar consigo una piedra verde a la que atribuyen la propiedad de espantar (dar susto a) los malos espíritus. La piedra puede ser hallada (encontrado) en la montaña y es denominada llanalhue, alma de la otra vida.

1 comentario:

  1. Hadas en Argentina
    Interesante
    Yo tengo un libro de relatos de hadas argentinas

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