jueves, 11 de mayo de 2017
John Dee Y El Misterioso Documento Voynich
Este increíble inglés, nacido en Londres en 1527 y fallecido
en 1608 fue famoso por sus extraordinarios conocimientos de las matemáticas,
además de ser un destacado científico; pero por sobre todo es conocido por
perfiles ocultistas que practicó y desarrolló.
John Dee fue quien concibió la idea del meridiano básico, el
meridiano de Greenwich. También introdujo por primera vez dos globos terráqueos
Mercator, que trajo desde Lovaina (provincia de Brabante, en Bélgica), junto
con instrumentos de navegación marítima que permitieron a las Islas Británicas
ostentar el titulo de “soberanas del mar”.
Cursó estudios en la Universidad de Cambridge y gracias a su
inteligencia llegó a ocupar posiciones destacadas, pero también por su
inteligencia fue expulsado de este lugar de estudios.
John Dee era capaz de fabricar desde robots mecánicos hasta
extrañas computadoras. Era un cerebro
excepcional para su época. Un ejemplo de esto es el hecho ocurrido en ocasión
de realizarse una representación de teatro shakesperiano en la Universidad;
donde a Dee se le ocurrió una broma demasiado pesada: Fabricó un enorme
escarabajo mecánico que provocó el pánico de los asistentes y la suspensión de
la obra.
Este hecho llevó a la expulsión del estudiante bajo el
veredicto de “brujería”.
En cuanto al ocultismo, siempre sindicó una fecha como muy
especial en su vida, era el día 25 de mayo de 1581; ya que ese día consiguió
(después de varias tentativas en el campo de la física y la química) crear el “espejo mágico” que era un espejo de
color negro, construido con antracita.
Ese espejo se encuentra intacto en el British Museum, pero
la fórmula para mirar en él y descubrir los mundos dimensionales, como hacía su
creador, se la llevó John Dee a la tumba.
Su Relación Con El
Documento Voynich
John Dee dedicó gran parte de su vida a recorrer el mundo y
coleccionar extraños escritos, que por lo general eran de antiguos papiros.
Nadie nunca pudo saber de donde los sacaba o quien se los conseguía.
Durante el reinado de Enrique VIII, el duque de
Northcumberland se dedica a quitar de circulación todo escrito que tenga como
contenido el tema de la brujería o que simplemente, fuese considerado poco
claro.
Para lograr su objetivo, requisó los monasterios, que eran
los lugares por excelencia, donde se guardaban estos textos.
Fue así que en una abadía del condado de Essex encontró un
manuscrito, cuyas páginas semejaban papiro; estaba escrito en forma cifrada y
había sido copiado del original (según se leía en el prólogo) por Roger Bácon,
considerado el gran mago y ocultista por excelencia de su siglo (hoy se lo
sindica como una de las encarnaciones del Conde de Saint Germain y como miembro
de la Logia Rosacruz ).
El prólogo decía lo siguiente: “Esta es copia fiel del
original que se encuentra guardado bajo las montañas que corren sobre la costa
oeste de un lejano lugar situado en el extremo sur del planeta”.
Teniendo en cuenta que el “copista” del manuscrito, Roger
Bácon vivió entre 1214 y 1294 queda bien en claro que aún no se conocía la
existencia del continente americano (por lo menos oficialmente), y sin embargo,
de acuerdo a la descripción del prólogo el “lejano lugar” que tiene al limite
oeste una extensa cadena montañosa, sería nuestro país, Argentina.
El duque de Northcumberland era muy amigo de John Dee y
conociendo la debilidad de éste por los antiguos manuscritos, le regaló el que
había encontrado en Essex.
Dee trató de descifrar el manuscrito pero no lo logró, solo
pudo determinar que la primera parte del escrito decía que contenía “los
secretos de los mundos olvidados y subyacentes”.
En 1588 John Dee regala el famoso libro-papiro al emperador
Rodolfo II.
A partir de 1666 el misterioso documento pasa de mano en
mano y recorre el mundo. Nadie logra descifrarlo, hasta que en 1962 llega a
Estados Unidos donde aún está a la venta, superando su valor el millón de
dólares.
Desde la muerte de John Dee en 1608, nadie se ocupa del
documento hasta el año 1666, en que el Dr. Marcus Marci, rector de la Universidad
de Praga, envía el escrito al jesuita Kicher, experto en criptografía, para su interpretación, pero para el
religioso fue imposible desentrañar el misterio.
Se pierde el rastro del documento hasta 1914, en que se
vuelve a encontrar en el pueblo italiano de Frascatti; en poder de unos
jesuitas que tenían allí su convento.
En ese año (1914) el manuscrito es adquirido por el
editorialista W. Voynich, tomando desde ese momento el nombre con el cual lo
conocemos.
Voynich lleva el documento a Estados Unidos y dos años más
tarde, es contactado por Adolph Cyrus Roidingercht, quien dice poder
descifrarlo, ya que un antepasado suyo que era amigo de Roger Bácon, recibió de
éste, una guía de traducción de un código secreto que usaban los habitantes
protohistóricos del extremo sur del planeta y que en ese momento obraba en su
poder por derecho de legado familiar.
Cuando Roidingercht puso manos a la obra, descubre que el
documento habla de una civilización desaparecida, cuyos integrantes eran seres
de no más de un metro de altura que dominaban la fuerza de gravedad y que
además habían desarrollado máquinas que les permitían horadar las rocas,
construyendo grandes ciudades subterráneas que intercomunicaban por debajo de
la superficie con todo el planeta. Una de estas máquinas recibe el nombre de
“nilotrona”.
Asimismo, muestra un mapa celeste de un sector desconocido
del firmamento, donde se aprecian dos soles y dos lunas (o planetas).
Cada página del documento está pintada de un color
diferente, todos ellos muy vivos y brillantes, semejantes a los del aura
humana.
Sobre una de las páginas hay una especie de diccionario de
botánica con plantas dibujadas que son muy singulares, algunas parecen tener
ojos y se concluyó que son especies desconocidas para nuestro planeta actual.
Hasta aquí lo que pudo descifrar Roidingercht del “documento
Voynich”, ya que el 22 de enero de 1917 desapareció misteriosamente sin dejar
rastros y nunca más se conoció su paradero.
Aparentemente tuvo que huir precipitadamente, ya que se
encontraron todas sus pertenencias, incluso su pipa humeando en el cenicero de
su escritorio, al lado del documento Voynich, que se encontraba abierto en una
página donde estaban los planos de una extraña máquina semejante a las turbinas
de los modernos “jets” y a un costado de la hoja, un modelo a escala de un
artefacto muy similar al actual avión Concorde.
Posteriormente, en 1919 el decano de la Universidad de
Pennsylvania, William Newbold, se aboca a la tarea de continuar descifrando el
Voynich.
Es así que después de dos años de trabajo, en una
conferencia de prensa dice haber descifrado cosas muy interesantes en el
documento y se prepara para dar una serie de charlas sobre el particular; pero
extrañamente no las puede llevar a cabo, comienza a contradecirse sobre lo
descubierto y cada vez se hace más difícil contactarse con él.
Luego se supo que recibía amenazas de los “conspiradores
contra el conocimiento oculto “, los tristemente célebres “hombres de negro”.
Newbold falleció en 1926, y al igual que Bácon, se llevó a
la tumba el secreto para descifrar el Voynich.
Del trabajo de Newbold se rescataron algunas partes
descifradas del documento que dicen que el ser humano posee una energía muy
especial que se gesta en la parte superior del cerebro y su medida es la del
“voluciclo”. Esta es la tercera organización cerebral independiente, cuya sede
se encuentra en la columna vertebral. Cada zona intervértebra tiene relación
particular con el conocimiento que puede adquirir el ser humano y actúa como
archivo o depósito.
Las zonas intervértebras están relacionadas íntimamente con
el “conjunto sonomedular” que tiene, al igual que el voluciclo, su centro de
actividad en la parte superior de la cabeza. Hasta aquí lo que hoy se sabe del
extraño y misterioso “documento Voynich”
Muchas copias del
Voynich dan vueltas por el mundo buscando alguien que logre descifrar por
completo los secretos de las más remotas civilizaciones que poblaron nuestro
planeta (y que quizás aún lo hagan, bajo nuestros pies).
Fuente: http://www.enigmas.com.ar
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario