viernes, 5 de mayo de 2017
Leyenda Del Cerro Tronador
Una tribu de
guerreros (El Enemigo Invencible) con el cacique Linco Nahuel fue invencible:
Destruyeron o esclavizaron a todos los invasores. Vivían en la región del
volcán sagrado Amun-Kar como trono del creador del mundo. Un día fueron
invasores y el cacique Nahuel quería darles un susto grande con disfrazas como
animales salvajes. Pero los invasores enanos tenían su táctica y con flechas
del cerro Amun-Kar han bien vencido a los invencibles y detenían al cacique Nahuel.
El jefe de los invasores quería lanzar todos los mapuches del cerro al
barranco. Cuando fue lanzado el primer mapuche al barranco Nahuel tenía miedo
la primera vez en su vida y el volcán Amun-Kar inició con erupciones mezclando
mapuches y enanos en su lava y fueron la misma ceniza. El creador del mundo
convirtió Nahuel y el jefe de los enanos en piedras porque tenían el coraje
falso hacer la guerra en el volcán sagrado y tienen que soportar el tronar del
cerro. Así los mapuches cambiaron el nombre del cerro Amun-Kar como cerro
Tronador.
Cuentan que hace muchísimo tiempo vivía en la cordillera una
tribu de guerreros, conocida como El Enemigo Invencible. No tenían vecinos ni
aliados. Aquel ejército que se animase (tener el coraje) a entrar en su
territorio sin autorización era esclavizado o aniquilado (destruido). Entre los
invencibles no había lugar para los endebles (flojos).
Este pueblo tuvo un jefe valiente y formidable llamado Linco
Nahuel, que en idioma mapuche (mapudungun) significa "el tigre que salta".
Este cacique provocaba un miedo indescriptible en sus víctimas y era incapaz de
perdonar.
Entre todas las montañas del país de Linco Nahuel se
destacaba el pico nevado del cerro Amun-Kar, el monte (p.269) sagrado que -
según el mito - era el trono de Nguenechen (creador del mundo). Su magnitud
inconmensurable dominaba el paisaje. A veces sucedía que la montaña se enojaba
y provocaba desastres por los alrededores. La montaña escupía fuego hacia el
cielo calcinando (quemando) bosques y castigando a los mapuches con rocas
incandescentes (quemadas) que volaban por los aires. Cuando eso pasaba, la
gente le tenía más temor a la furia de la montaña que a los ejércitos de Linco
Nahuel.
Una mañana, mientras el pueblo invencible se encontraba
acampando (en un campo) en el gran valle ubicado a los pies del Amun-Kar, los
centinelas (los vigilantes) llevaron una
noticia a Linco Nahuel: una tribu había pisado el territorio. Un extraño
ejército de desconocidos estaba escalando por el lado opuesto del Amun-Kar. Eran
miles de enanos armados.
Linco Nahuel hervía de furia y no veía el momento de
aplastarlos como hormigas.
Sin embargo, decidió calmarse y pensar en alguna estrategia.
Linco Nahuel conocía el valor de los planes. A las pocas horas mandó llamar a
sus segundos y les ordenó:
-- Vayan a entrevistarse con el jefe de los enanos.
Disfrácense con cueros de guanacos y puma. Píntense la cara del modo más
horroroso y adórnense con las plumas del choique (avestruz patagónico) más
largas y oscuras. Y sobre todo, mirada severa y pocas palabras. Así los
amedrentaremos (damos un susto), y cuando comiencen la retirada caeremos sobre
ellos.
Los enviados partieron confiados, pero volvieron humillados
y furiosos a contar lo que había sucedido. Linco Nahuel escuchaba atento.
-- Los enanos son una tribu de montañas y pretenden
(afirman) quedarse a vivir en el Amun-Kar. Dicen que no conocen tu nombre. Les
hablamos de la furia de la montaña, pero dicen que no tienen miedo. Ni a eso ni
a nada. Se mofaron (hacen chistes) de nosotros. Son chiquitos pero muy
valientes.
Entonces, Linco estalló (explotó) en cólera y se dispuso
para la guerra. El ejército invencible esperaba la orden de atacar, pero
sorpresivamente los enanos se lanzaron desde arriba sobre ellos hiriéndolos con
miles de flechas y danzas pequeñas. Linco Nahuel no pudo con los pigmeos
(enanos) guerreros y fue tomado prisionero (p.270).
El jefe de los enanos dietó su sentencia:
"Todos los prisioneros mapuches subirán a la cumbre y
desde allí serán arrojados (lanzados) al precipicio (barranco). El último en caer
será Linco Nahuel, para que vea la muerte muchas veces antes de morir."
Cuando empujaron al primer mapuche al precipicio, Linco
Nahuel miraba impávido la distancia de la caída. En ese momento, sintió - por
primera vez en su vida - cómo la sangre se le congelaba por el miedo.
De repente, se escuchó el primer estruendo (bulla) de la
montaña. Las rocas volaban en mil pedazos convertidas en bolas de fuego. Un
espeso río de lava arrastró a mapuches y enanos, que mezclaron sus gritos hasta
confundirse en la misma ceniza.
Nguenechen (el creador del mundo) ordenó que los dos jefes
se sentaran frente a frente para que contemplaran juntos el horror, provocado
por la osadía (coraje falso) de llevar la guerra a su montaña. Para que el
castigo fuera eterno, los convirtió en piedras. Desde ese entonces, fueron
cubiertos muchas veces por la lava ardiente o el hielo. Lo cierto es que están
condenados a escuchar el tronar intermitente de la iracunda montaña. Por eso
las tribus del valle ya no llaman al cerro Amun-Kar sino Tronador. Cuentan los
mapuches que los dos caciques esperan ansiosos el día en que Nguenechen se
duerma y puedan despertar ellos para vengar a sus pueblos.
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