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Desde ya les agradezco a todos y pido disculpas si no se agrega la fuente por que muchos correos no la poseen y para no cometer errores no se agrega pero en este pequeño equipo estamos muy agradecidos para con todos. Muchísimas Gracias a todos en general por su valiosa información y por su cordial atención.

Equipo Infinito.



sábado, 1 de diciembre de 2018

La Última Bienvenida


Corría el final de la década de los setenta cuando Guillermo llegó a Tijuana, procedente de Sinaloa, directamente a la casa de los suegros de su hermana.

Sus planes entonces eran establecerse en esta ciudad y para ello días antes había hablado con su hermana para que le diera alojamiento por unos días en la casa de sus suegros.

No hubo problema, ya antes había llegado de visita quedándose en ese mismo caserón de la colonia Libertad, una de las más viejas de la ciudad.

El viaje había sido largo y cansado y de la Central Camionera abordó un taxi que lo llevó directo a la vieja casona que parecía estar vacía.

Le pidió al taxista, con el que por cierto había tenido una amena charla de futbol, que lo esperara un momento porque tenía el presentimiento de que no había nadie en la casa y de ser así tendría que llevarlo a un hotel para pasar la noche que ya se asomaba en el cielo.

Llamó varias veces y estaba a punto de rendirse cuando escuchó pasos que creía provenían del interior de la residencia.

Entonces le hizo una seña al chofer para que se retirara y el taxi arrancó de inmediato desapareciendo entre las calles de la colonia.

De pronto se percató que había pasado mucho tiempo y a pesar de los ruidos que escuchó nadie había abierto la vieja puerta de madera maciza.

Decidió llamar de nuevo y luego de unos segundos la pesada puerta se abrió y apareció el rostro de Rubén, el cuñado de su hermana.

- Por un momento creí que no había nadie en la casa –le dijo y luego le estrechó la mano.

- Disculpa estaba arreglando las últimas cosas –le contestó en un tono seco– pero siempre es un placer saludarte.

En ese instante lo convidó a que pasara, y ahí mismo se despidió de él diciéndole que se quedaba en su casa.

- Ah y salúdame mucho a tu hermana y te encargo mucho a mi hermano.

La última frase de Rubén desconcertó a Guillermo que no pudo establecer mayor comunicación porque su anfitrión salió de la casa cerrando la puerta de madera a su paso.

Abrió la puerta con la esperanza de encontrar a Rubén todavía por ahí cerca y así poder esclarecer la duda que había sembrado en él, pero ya no estaba.

Rubén era un hombre atlético al que le gustaban los deportes y los autos deportivos y ya en otras ocasiones había convivido con él. Sin embargo en esa ocasión lo había notado muy desmejorado, como pálido y ausente.

Entró en la casa y recorrió todos sus cuartos, entonces supo que estaba completamente solo y decidió sentarse en el sofá de la sala a mirar televisión.

No supo en qué momento se quedó dormido y sólo sintió cuando su cuñado y también tocayo lo zangoloteó para despertarlo.

- ¿Tú que haces aquí? –le preguntó Memo, su cuñado.
Cuando abrió los ojos miró a su cuñado y a su hermana que lo miraban sumamente extrañados.

- ¿Quién te abrió la puerta? –inquirió su cuñado.
Guillermo se frotó los ojos tratando de despabilarse y cuando lo hizo respondió que había sido Rubén.

La contestación pareció enfurecer mucho a toda la familia ahí apostada que se veía consternada.

- Ésa me parece una broma de muy mal gusto –aseveró su cuñado.

- En serio, él me abrió la puerta, les dejó saludos y por cierto me encargó mucho que te cuidara cuñado.

Al escuchar esto Memo, su tocayo y cuñado se echó a llorar al igual que el resto de los hermanos y los suegros de su hermana.

Al ver el desconcierto de Guillermo, su hermana se acercó para explicarle que venían precisamente del velorio de Rubén, quien por desgracia había fallecido días antes víctima de un accidente automovilístico.

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